Aquel compromiso político no debe presentarse como ejemplo para hoy
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, ‘El Reina’ para entendernos, se jalea celebrando el 75º aniversario de la realización del Guernica por parte de Pablo Picasso. Celebrar también los aniversarios de las obras puede añadir nuevo ímpetu al nutrido calendario de celebraciones onomásticas del que viven sin vivir tantas instituciones culturales. Todos los caminos del Reina llevan al Guernica y esta exposición no va a ser menos. ‘Encuentros con los años 30’ tiene un buen prólogo -las secciones Realismos, Arte abstracto y Surrealismo- y un decepcionante desenlace que te lleva en volandas a donde se pretende, frente al mural de los murales, el altar de la hegemonía cultural partidista que va a cumplir un siglo y esta exposición suscribe.
La muestra es ambiciosa y ocupa dos mil metros cuadrados en las dos primeras plantas. Se exponen cuatrocientas obras venidas de muchas partes. Están representados los grandes nombres, -de Joan Miró a Yves Tanguy pasando por Robert Delaunay, Piet Mondrian o Wassily Kandinsky-, sin que falten las fotos de Man Ray o el cine de Luis Buñuel. Y por supuesto, el grande los grandes, don Pablo Picasso.
La exposición pretende redefinir los parámetros conceptuales e históricos de un período convulso en el que el arte jugó a ser influyente, a adoptar compromisos políticos, a ser propaganda movilizadora, a conectar con la masa. Pero no vemos redefinición alguna, porque lo que comienza plural termina monotemático y reiterativo, ahogado en carteles revolucionarios y fotos de la guerra. Una vez más y van ciento. Seguimos loando al bando de los buenos y seguimos contando batallitas sin distanciamiento ni reflexión. Realmente patético.
Más aún nos lo resulta que se presente el arte ‘comprometido’ de entonces, tan caduco en sus idealismos y complicidades, como posible modelo actual, estableciendo paralelismos entre ambas crisis, aunque lo cierto es que son inmensas las diferencias. No puede compartirse tal planteamiento. Los coqueteos populistas de la intelectualidad sembraron tempestades, agitaron aún más las turbulentas corrientes sociales y fueron arma de propaganda al servicio de la violencia. El arte al servicio de las causas totalitarias, especialmente la comunista, espoleó la rebelión de las masas y fue cómplice en su manipulación y exterminio en proporciones que nunca había conocido hasta entonces la pobre humanidad. Fue el momento del culto a la fuerza ciega y bruta de la multitud manipulada, de confundir los sermones redentores con la causa irredenta de la humanidad doliente, de poner el arte al servicio de proyectos espúreos que nacieron y murieron en un océano de sangre, terror y odio. No se puede llenar el museo de propaganda partidista de los años treinta sin proponer una reflexión crítica y mucho menos presentándolo como actitud a imitar en nuestros días.
Del concepto gramsciano de hegemonía cultural, citado por Borja-Villel, el director del MNCARS, para presentarnos esta exposición, vienen muchos de los males del pasado siglo. Consiste en conquistar la superestructura ideológica para nuestra causa, conquistarla a cualquier precio y aferrarnos a ella para siempre jamás. Los distintos bandos lo pretendieron y al final uno lo consiguió. El que quiera saber cuál sólo tiene que darse un paseo por esta propuesta.
Los realismos de aquella época abren la exposición de forma brillante. La selección es atractiva y sugerente. Están Siqueiros y Beckman, hay buena representación española y sin duda destaca una obra inédita en España de Berni que ya nos coloca ante una tribu urbana de la época. La continuidad rupturista con la siguiente sala dedicada a la abstracción es poderosa. Yendo y viniendo entre una y otra sala se puede pasar la tarde. Aquí están Joaquín Torres García, Klee, Kandinsky, Mondrian, Hans Arp y dos impresionantes trabajos de Calder.
La exposición se complica con un suplemento aleatorio dedicado a las exposiciones internacionales de aquellos años -Exposición Colonial de París de 1931, Mostra fascista (Italia, 1933), Exposición Internacional de París 1937, Feria Mundial de Nueva York de 1939- que sirve de envoltorio a la maqueta del pabellón español de 1937, antes de llegar al surrealismo, con magníficas aportaciones de las “facciones locales” del movimiento, muy poco conocidas, y obras de Breton, Roland Penrose, Magritte, Picasso, Matta o Dalí, que se completa con una filmación de 1936 de una exposición organizada por el MoMA con Salvador Dalí mostrando un conocido cuadro suyo.
Llegamos a lo inevitable, la fotografía, siempre omnipresente en el Reina, más dominante de lo que nos gustaría. Y de ahí a los carteles de propaganda, arte muy menor a pesar de lo que fascina, arte manipulador por excelencia, equivalente a la publicidad y menos denostado. No puede faltar José Renau invocando un realismo de nuevo cuño combinando experimentación vanguardista y compromiso político. Todo ello nos va conduciendo sutilmente a lo que parece el objetivo disimulado de la muestra, un despliegue sobre la Segunda República, la Guerra Civil y el Exilio que responde fielmente a lo que buscaba Gramsci cuando propugnaba conquistar la hegemonía cultural. No se discute lo interesante de mucho de lo mostrado sino la parcialidad absurda con que la última sección se tiñe mediante la inclusión de materiales complementarios que sólo añaden un partidismo trasnochado que si es triste en la calle mucho más resulta en las instituciones culturales públicas.
Así que con un velo conceptual caprichoso se dificulta la experiencia artística integradora y elevadora del ánimo del visitante. Una exposición que empieza con aires de grandeza termina en distorsión histórica. Esto debe ser conectar con la calle. El MNCARS aparece escorado del lado de la hegemonía cultural preponderante en el mundo desde hace medio siglo al menos, y montajes como el que nos ocupa lo resaltan a nuestro modesto disentir de forma elocuentemente.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 5
Comisariado: 5
Catálogo: 7
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid)
‘Encuentros con los años 30’
Del 2 de octubre de 2012 al 7 de enero de 2013
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, con la colaboración de Acción Cultural Española (AC/E)
COMISARIA GENERAL: Jordana Mendelson
COORDINADORA GENERAL: Teresa Velázquez
COORDINACIÓN: Leticia Sastre y Rocío Robles
SECCIÓN ‘República, Guerra Civil y Exilio’: Co-comisarios: Rosario Peiró y Manuel Borja-Villel
Asistentes del comisariado:Lola Hinojosa y Salvador Nadales
Coordinación: María de Prada
ACTIVIDADES PARALELAS:
-Reflexiones sobre Encuentros con los años 30. Mesa redonda con el equipo curatorial, 2 de octubre de 2012, 17:30 h
-Ciclo de cine: Flores azules en un paisaje catastrófico. El cine de 1930, 4 – 31 de octubre de 2012, 19:00 h
-Visita guiada a la exposición, Todos los jueves, 19:15h.