Nixon en China, Biden en Ucrania

Nixon en China, Biden en Ucrania

Esta ópera, pretendiendo ser documental, es una aproximación novelada a la historia reciente, con un libreto de pretencioso lirismo y una partitura minimalista clásica y audible, remedo de los creadores del género, especialmente Philip Glass. Con una puesta en escena brillantemente confusa, es una notable producción, un gran espectáculo televisivo.

John Adams es un espécimen representativo de la oligarquía intelectual yanqui, disfrazada de liberal, que ha dominado el mundo desde la segunda guerra mundial, siempre del partido demócrata -liberales mientras nadie ponga en duda su dominio- y siempre contra el partido republicano, hasta el punto de abundar en esa caricatura de Nixon tan injusta que ha predominado hasta nuestros días. Pone una música llevadera -a veces gratificante, a veces aburrida- a un libreto paradigma de la ‘ficción histórica’, un monstruo que ha invadido todos lo géneros literarios de manera progresiva hasta convertir la historia reciente en una papilla aderezada con las especies picantes, dulzurronas, suavizantes o sabrosonas del manipulador cocinero de turno.

Sirviéndose de un acontecimiento real, el giro estratégico de la política estadounidense para aislar a la Unión Soviética mediante una alianza contra natura con su enemigo ideológico, la China maoísta, un hallazgo compartido de Nixon y Kissinger por este lado, y Mao y Chu En-lai por el otro que colaboró grandemente a debilitar a la otra superpotencia, a restarle apoyos en el movimiento comunista internacional y el tercer mundo, y a un desprestigio que la minaría por dentro y por fuera hasta su derrumbe definitivo a finales de la década de los ochenta, la propuesta se aventura a retratar a los personajes por dentro y por fuera en perfiles más caricaturescos que los reales, los que ya quince años después habían impuesto los mass media.

A partir de las imágenes televisivas de aquel encuentro histórico, Alice Goodman desbarra y no poco en tres actos que van sumando confusión a un lirismo con ínfulas filosóficas que comienza con una reconstrucción fantasiosa del diálogo entre Nixon y Mao, prosigue con una fantasmagoría onírica en la que la pieza más conocida del género operístico maoísta se transmuta en apología de ese régimen con Pat Nixon enarbolando el Libro Rojo, y termina con unas reflexiones paralelas de ambas parejas -Mao y Chiang, Nixon y Pat- al final de sus vidas en la que la del expresidente americano lleva las de perder frente al ex líder chino.

La puesta en escena de John Fulljames -que ya con ‘Steet scene’ de Kurt Weill dejó clara su maestría en el espectáculo musical (ver nuestra reseña)- impresiona en su aspecto formal pero decepciona en su contenido conceptual. La biblioteca inicial es contundente pero inexplicable; la entrevista es una reproducción fidedigna del original filmado entonces y resulta lo mejor de la obra; la recreación de la velada en la Ópera de Pequín es un desbarre con magnífica coreografía y significado si no críptico, inconcebible (la conversión de la primera dama americana en entusiasta del dictador chino), junto a caótico desenlace; y un tercer acto, que quiere ser moraleja filosófica del sinsentido de la existencia, de la vanidad de las pompas humanas, de la fragilidad de los grandes personajes, pero que carece de credibilidad y emoción.

No obstante, el espectáculo es de belleza y calidad encomiables. La escenografía de Dick Bird reúne los elementos habituales hoy día -plataforma circular, módulos rodantes, escena reducida dentro del escenario, mesa de manipulación de documentos visuales proyectados en pantalla en el proscenio- usados con tino, gusto y medios. La iluminación de Ellen Ruge consigue revivir la propaganda maoísta en todo su esplendor y poder de convicción, y los pocos que conocieran en su momento la revista ‘China Reconstruye’ podrán dar fe de ello. Y los vídeos de Will Duke conforman un entramado realista de gran impacto visual. Ya mencionamos la excelente coreografía y queda por mencionar el diseño de sonido de Cameron Crosby, con una amplificación tan discreta que resulta indistinguible.

La coreana Olivia Lee-Gundermann al frente de la dirección musical fue todo un grato descubrimiento, quizás la segunda mujer que se sube al estrado orquestal en este teatro. La partitura se escuchó en toda su magnitud austera, en sus énfasis instrumentales, en su continuismo hipnótico. Y el reparto estuvo impecable, con barítonos a cargo de tres de los personajes masculinos -el primer ministro chino, y los secretario de Estado y presidente de los EEUU, siendo el tenor coreano Alfred Kim un Mao absolutamente convincente. Leigh Melrose hizo de Nixon el personaje histriónico concebido por los autores y su original forma de cantar, su gesticulación mandibular, colaboró a darle ese halo de emboscado malvado fílmico que Fulljames buscaba. El Henry Kissinger de Borja Quiza resultó muy convincente en su constante presencia huidiza y su poco papel vocal. El Chou En-Lai de Jacques Imbrailo fue tan misterioso como el personaje real, superviviente de mil purgas, un moderado vestido de radical o un radical ejerciendo de moderado.

En cuanto a las protagonistas femeninas, sobresaliente la Pat Nixon de Sarah Tynan y resistente al infortunio la señora Mao de Audrey Luna, aquejada de un resfriado que superó valientemente en el primer acto y que la obligó a ser suplida vocalmente en los otros dos por una joven reserva que no desentonó en absoluto. Muy destacable vocal y actoralmente el trío de secretarias. Excelente el cuerpo de baile. Potente como siempre el coro a pesar de una presencia un tanto desconcertante en cuanto a la distinción de los cortejos de ambos estadistas.

El Real ha sabido promocionar esta propuesta hasta conseguir una enorme expectación que llenaba el aforo en su segunda representación, y que pareció satisfecha. Marañón y Matabosch no pierden ocasión de complacer a nuestro saliente presidente Sánchez incluyéndole en la galería de grandes citas presidenciales, pero también tienen el arrojo de mostrar a Putin, auténtica herejía en estos tiempos inquisitoriales.

En definitiva, el parecido de esta ficción con la realidad del viaje de Nixon a China en 1972 es solo formal. Pero eso quede entre nosotros, los interesados en el tema, los que lamentamos que EEUU haya vuelto por sus fueros imperialistas y eche leña al fuego ucraniano en vez de empuñar el extintor y seguir la estela de Nixon, un mundo multipolar donde reconozcamos realidades diversas.

Para los detallistas, este es el resumen argumental oficial de la ópera, cuyos subtítulos -dicho de pasada y reiterando anteriores señalamientos- dejaron mucho que desear, desnudando las deficiencias de la prosa inglesa convencional y los ripios del libreto sin prestarles la menor ayuda:

ACTO I
Escena 1 Pekín: Febrero de 1972.
Mientras esperan a que el avión americano llegue, los chinos cantan Las tres reglas principales para la disciplina y Ocho puntos de atención, de Mao. El primer ministro Chou En-Lai le da la bienvenida a China al presidente Nixon. El presidente celebra el haber hecho posible un evento de tanta importancia mundial como ha sido la llegada a la Luna, y sostiene que es momento de llegar a la paz.
Escena 2
Una hora más tarde, se cita con un jefe de Estado, Mao, anciano y enfermo en silla de ruedas. Cuando los fotógrafos se marchan, Nixon trata de persuadir a Mao para que confíe en América y de abrir sus puertas al mundo, mientras Mao acusa a Nixon de ser un imperialista económico que busca colonizar China y sacar a sus soldados de Vietnam. Mao habla en tono filosófico y con acertijos, particularmente acerca de cómo la historia alimenta el presente y, por momentos, a Nixon le cuesta seguirlo.
Escena 3
Después de la audiencia con Mao, el primer banquete de la tarde es muy animado. El presidente y la señora Nixon debaten sobre si nevará o no al día siguiente. El primer ministro Chou hace de pacificador entre ellos. Y también hace un homenaje a la fraternidad patriótica. El presidente responde brindando por el pueblo chino y por el deseo de paz. Los brindis continúan cada vez con menos formalidad mientras la noche avanza.
ACTO 2
Escena 1
A la mañana siguiente está nevando. La señora Nixon visita fábricas, colegios, clínicas y granjas. Conecta genuinamente con el pueblo chino. Se detiene para pensar un discurso político frente a las tumbas de la dinastía Ming.
Escena 2
Los Nixon acuden a una representación de El destacamento rojo de mujeres, un ballet revolucionario concebido por la mujer de Mao. El ballet narra la historia de una campesina maltratada, que se rebela contra su abusador terrateniente. Pat se conmueve ante el sufrimiento de la campesina y se sume en la historia. La campesina se une al ejército revolucionario y se venga de su antiguo señor, pero recibe críticas por dejar que sus sentimientos se sobrepongan a su disciplina. La señora Mao celebra la disposición de la campesina a sacrificarse a sí misma en nombre de la revolución de Mao.
ACTO 3
Todos están esperando a volver a casa. La euforia ya ha pasado. Los personajes reflexionan acerca de lo que han conseguido y de cuánto de ello ha sido bueno. Los Mao rememoran su juventud, su primer enamoramiento y la Larga Marcha que lideraron por todo el país que los llevó a alcanzar el poder en Pekín. Los Nixon recuerdan los primeros días de su matrimonio y las historias que él escribía en las cartas que le enviaba a Pat cuando servía en la Marina.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Música: 8
Libreto: 6
Dirección musical: 8
Dirección artística: 8
Escenografía: 8
Coreografía: 9
Voces: 8
Orquesta: 8
Coro: 8
Bailarines: 9
Producción: 9

Teatro Real
Nixon in China
John Adams (1947)
Ópera en tres actos
Libreto de Alice Goodman
Estrenada en la Grand Opera de Houston, el 22 de octubre de 1987
Estreno en el Teatro Real
Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con
Den Kongelige Opera de Copenhague y la Scottish Opera

EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical Olivia Lee-Gundermann
Kornilios Michailidis (30 abr; 2 mayo)
Dirección de escena John Fulljames
Directora asociada Lucy Bradley
Escenografía y vestuario Dick Bird
Iluminación Ellen Ruge
Coreografía John Ross
Diseño de sonido Cameron Crosby
Diseño de vídeo Will Duke
Dirección del coro Andrés Máspero

Asistente de la dirección de escena Leo Castaldi
Asistente de vestuario Anuschka Braun
Programador de vídeo David Butler
Supervisión de la dicción inglesa Olivier Dumait

REPARTO
Chou En-Lai Jacques Imbrailo
Richard Nixon Leigh Melrose
Henry Kissinger Borja Quiza
Nancy T’Ang (primera secretaria) Sandra Ferrández
Segunda secretaria Gemma Coma-Alabert
Tercera secretaria Ekaterina Antípova
Mao Tse-Tung Alfred Kim
Pat Nixon Sarah Tynan
Chiang Ching Audrey Luna
BAILARINES
Laura Conchuela, Clémentine Dumas, Laura García Carrasco, Clara Navarro, Xiao Ortega, Chiara Mordeglia, Paula Simón
ACTORES
Raquel Villarejo Hervás, Diego Rodríguez

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

DURACIÓN APROXIMADA
3 horas y 10 minutos
Acto I: 1 hora
Pausa de 25 minutos
Acto II: 50 minutos
Pausa de 20 minutos
Acto III: 35 minutos
HORARIO 19:30 horas. Domingo, 18:00 horas.

 

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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