El Teatro Real presenta esta ópera consagrada a recordar y ‘no perdonar’ -repite el libreto- el holocausto judío de hace ochenta años cuando van a cumplirse seis meses de la brutal venganza de Israel contra los palestinos de Gaza que algunos comparan en salvajismo y odio étnico a aquella, de menor cuantía, de parecida cualidad. Una partitura interesante, una excelente producción, un montaje espectacular y una interpretación sobresaliente para un alegato abrumador y plúmbeo que nos deja helados.
Entre el 1 y el 24 de marzo el Teatro Real está ofreciendo ocho funciones de La pasajera, de Mieczysław Weinberg (1919-1996), que tuvo casi cuatro décadas después de su composición un discreto estreno póstumo en Moscú en 2006 en versión de concierto semiescenificada. En 2010 el Festival de Bregenz presentó finalmente la versión completa en esta coproducción con el Teatro Real de Madrid, el Teatro Wielki de Varsovia y la English National Opera de Londres, con la dirección musical de la lituana Mirga Gražinytè-Tyla, que lleva años interpretando y grabando las partituras de este compositor polaco ruso, y la dirección artística del britámico David Pountney, que ha estudiado hondamente la vida y obra del compositor. El estreno en España se realiza con tres años de retraso debido a la pandemia.
Mieczysław Weinberg nació en Varsovia en una familia de artistas judíos. Sus padres y hermana murieron en el campo de concentración de Trawniki, de donde el joven músico se escapó, encontrando refugio en la Unión Soviética. Allí prosiguió con ahínco su formación y mantuvo una incansable actividad creativa, componiendo en situaciones precarias. Marginado y vigilado por las autoridades, su supervivencia y su carrera se debieron en gran parte al apoyo y protección de otro compositor, Dmitri Shostakóvich (1906-1975), gran amigo, admirador y divulgador de su obra.
La prolífica producción de Weinberg, con más de 150 obras catalogadas –incluyendo 22 sinfonías, 17 cuartetos de cuerda, cuatro óperas, tres operetas, un réquiem (que incluye textos de Lorca), cantatas, ballets, sonatas, ciclos de canciones y más de cuarenta partituras para cine y teatro–, se puede inscribir en la fantástica cantera de compositores rusos del siglo XX, encabezada por Shostakóvich y Serguéi Prokófiev. Toda su música, heredera del sinfonismo centroeuropeo, del neoclasicismo y de la influencia de sus maestros rusos, está impregnada de temas del folclóricos de distintas procedencias, germen de muchas de sus creaciones.
La pasajera narra el encuentro en un transatlántico rumbo a Brasil de una mujer que intenta escapar de su pasado como vigilanta en el campo de concentración de Auschwitz diez años antes, y una misteriosa enmascarada que resulta ser una destacada prisionera judía que estuvo bajo su autoridad. La ópera, cantada en siete idiomas ─incluyendo el español, a cargo del coro-, está estructurada en constantes flashbacks de inspiración cinematográfica que combinan el viaje marítimo de escenas en cubiertas y camarote, con la angustiosa subsistencia en un pabellón de las prisioneras destinadas a morir.
El libreto escrito por Alexander Medvedev se basa en una novela homónima publicada en 1962 con los recuerdos de su autora por el paso por tan espantoso lugar. Es muy convencional, repleto de lugares comunes, soso en los tramos del trasantlántico y manido en las incursiones en el campo de concentración, donde las conversaciones de las reclusas son irreales meras descripciones de sus enormes sufrimientos físicos y morales: un libreto, vaya, a la antigua usanza, sin matices, sin claroscuros, al servicio de la causa. Un libreto que no transmite emoción ni veracidad en ningún momento pese a lo dramático de las situaciones. Carga las tintas, si es posible en tan terrible asunto, sobre el relato de la polaca Zofia Posmysz-Piasecka (1923-2022) de su estancia en Auschwitz II (Birkenau), la sección femenina del mayor centro de exterminio del nazismo, situado en Oświęcim a unos 43 km al oeste de Cracovia, por el que entre 1940 y 1945 pasaron un millón trescientas mil personas, de las cuales se calcula que morirían un millón cien mil, el 90% judíos, 250.000 al año, unos setecientos al día de media, pero como en realidad el asunto se concentró en 1943 y 1944, saldrían 1300 gaseados diarios en las falsas duchas del campo.
Zofia, trabajando en la sección cultural de la radio estatal polaca, escribió en 1959 un drama radiofónico con sus recuerdos, que fue película premiada dos años después. Su escrito fue innovador e inusual en el género de la literatura del holocausto, porque representaba a una simple SS Aufseherin (guardiana), Annelise Franz, a cargo del equipo de trabajo del que formaba parte Posmysz, con un comportamiento humano hacia los prisioneros. Medvedev termina olvidando los matices para irse ajustando a lo largo de la trama al guion oficial universal que no admite excepciones. Y el director de escena no duda en incluir toda la iconografía que el cine de nazis ha inmortalizado, apaleando prisioneros, siempre gritando, siempre con el brazo en alto, siempre dando taconazos, la encarnación del mal absoluto en nuestra época.
Sobre la dureza del tema, la partitura de Weinberg, terminada en 1968, articula los momentos sinfónicos altisonantes que ilustran el comportamiento de los carceleros malos con otros camerísticos e intimistas que acompañan a las expresiones bondadosas, religiosas, muy espirituales de las presas buenas, en una sucesión de temas de grandísima eficacia dramatúrgica, enlazados con fluidez y maestría: pasajes atonales y disonantes que evocan la barbarie, melodías folclóricas nostálgicas que acompañan a las reclusas -impresionante la de la prisionera rusa Katya-, pasajes jazzísticos de la vida mundana del transatlántico, con el vals diabólico del comandante de las SS trasmutado en la chacona de la segunda Partita de Bach en el descorazonador clímax de la ópera.
La directora musical lituana consigue que las peripecias cinematográficas en escena no oculten del todo la riqueza, variedad y discreción sublimes de la música, que se eleva sobre el convencionalismo de la trama como lo más valioso de la propuesta. Y no es que la puesta en escena no tenga grandes méritos, pues la escenografía de Johan Engels es de una complejidad inusual, ilustrada como si de una gran película se tratara con destacados vestuario de Marie-Jeanne Lecca e iluminación de Fabrice Kebour. Y más destacado aún trabajo de maquillaje y peluquería que no figura en los créditos. Todo ello crea un contexto impresionante para uno de los mejores repartos de las últimas temporadas, 17 intérpretes que forman un elenco actoral y vocal sobresaliente, encabezado por la angelical soprano estadounidense Amanda Majeski (Marta) y la contundente mezzosoprano de origen griego Daveda Karanas (Lisa), perfectas encarnaciones de la dicotomía dramática de esta ópera.
Destaca especialmente el conjunto de compañeras de reclusión de Marta, un despliegue de bellas voces femeninas que por extenso y cuidado es poco frecuente en el género, en el que figuran las mezzos Lidia Vinyes-Curtis y Marta Fontanals-Simmons, que junto a Albert Casals como uno de los oficiales SS, son la brevísima aportación española a la producción. Frente a las protagonistas femeninas, el tenor austriaco Nikolai Schukoff se hace cargo de Walter, el marido de Lisa, un personaje convencional al que resulta excesivo su poderoso timbre, mientras el barítono húngaro Gyula Orendt interpreta a Tadeusz, el novio de Marta, al que dobla el violinista Stephen Waarts en la escena cumbre de la pieza.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 7
Música: 8
Libreto: 6
Dirección artística: 9
Dirección musical: 9
Reparto: 9
Orquesta: 9
Puesta en escena: 9
Producción: 9
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 9
Teatro Real
La pasajera (Die Passagierin)
Música de Mieczysław Weinberg (1919-1996)
Libreto de Alexander Medvedev, basado en la novela homónima de Zofia Posmysz
1, 4, 7, 10, 13, 18, 20, 24 de marzo de 2024
Estrenada en versión semiescenificada en el Auditorio Internacional de Moscú el 25 de diciembre de 2006 y en versión escenificada en el Festival de Bregenz el 21 de julio de 2010
Estreno en el Teatro Real
Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con Bregenz Festival, el Teatr Wielki de Varsovia y la English National Opera
Dirección musical Mirga Gražinytè-Tyla
Dirección de escena David Pountney
Escenografía Johan Engels
Vestuario Marie-Jeanne Lecca
Iluminación Fabrice Kebour
Dirección del coro José Luis Basso
Reparto
Marta – Amanda Majeski
Tadeusz – Gyula Orendt
Lisa – Daveda Karanas
Walter – Nikolai Schukoff
Violinista – Stephen Waarts
Katja – Anna Gorbachyova-Ogilvie
Krzystyna – Lidia Vinyes-Curtis
Vlasta – Marta Fontanals-Simmons
Hannah – Nadezhda Karyazina
Yvette – Olivia Doray
Alte – Helen Field
Bronka Liuba Sokolova
Un pasajero anciano / Encargado / Comandante – Graeme Danby
Guardiana / Kapo – Géraldine Dulex
Primer hombre de las SS – Hrólfur Sæmundsson
Segundo hombre de las SS – Marcell Bakonyi
Tercer hombre de las SS – Albert Casals
Soldados – José Carpe, Kike Inchausti, Javier Martínez, Juan Carlos Rueda
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Duración aproximada 3 horas y 5 minutos
Acto I: 1 hora y 20 minutos
Pausa de 25 minutos
Acto II: 1 hora y 20 minutos.
•La Fundación Juan March ofrecerá, por primera vez en España, la integral de los 17 cuartetos de cuerda de Weinberg, interpretados por el Cuarteto Danel en cinco conciertos que tendrán lugar del 13 al 17 de marzo.
•Dos encuentros posibilitaron al público profundizar en la vida y obra de Weinberg: Enfoques, en el Teatro Real el 28 de febrero, reunió a los directores musical y escénico de La pasajera, junto a Joan Matabosch y el periodista especializado en música Martín Llade; y el 14 de marzo, en la Fundación Juan March, el crítico musical y musicólogo Luis Gago dialogó con Marc Danel (fundador del Cuarteto Danel) y con Mirga Gražinytė-Tyla. Ambos se podrán seguir online.