Albert Boadella ha contado con el potente respaldo de los Teatros del Canal que dirige desde hace cuatro años para montar un espectáculo musical que, por la senda de su anterior ‘Amadeu’ en honor de Amadeo Vives, celebrara a Verdi y Wagner en el bicentenario de su nacimiento. Él dice haber hecho un homenaje a ambos, pero más bien se trata de un uso forzado de los dos personajes y de sus músicas para construir un enfrentamiento resuelto de antemano a favor del italiano.
Un argumento muy endeble sirve de pretexto a una antología de momentos célebres de sus óperas, continuamente salpimentadas de chistes, que termina en un popurrí estrambótico. Los méritos de los cantantes sucumben a la tontería de sus personajes. La música termina en anécdota y la zafiedad se impone en estereotipos inaceptables y momentos de tan mal gusto como la larga escena entre tenor y soprano cantando ambos con la boca llena y escupiéndose a la cara y al torso la comida masticada. Una pena.
El Pimiento Verdi es el ridículo nombre de un restaurante en el que su propietario, gran aficionado a la ópera y la zarzuela, organiza una cena homenaje para celebrar el 200º aniversario del nacimiento del gran compositor italiano. Con el fin de amenizar la velada han sido invitados para cantar durante la cena una soprano y un tenor que son también asiduos clientes del local. Pero otra pareja de cantantes asistentes al acto muestran explícitamente su desagrado ante la música de Verdi y sus preferencias por la de Wagner, reclamando que merece también homenaje puesto que se cumplen asimismo dos siglos de su nacimiento. Y es así como se inicia un rifirrafe musical entre los dos bandos aprovechando fragmentos operísticos de ambos compositores.
Incluso un argumento tan cogido por los pelos podría funcionar, pero a Boadella se le disparan las ganas de hacer reír a cualquier precio, cosa mala siempre. Y sobre todo una estúpida animadversión contra Richard Wagner y una ridícula predisposición por Giuseppe Verdi tan patentes desde el primer momento como para hacer inútil seguir sentados presenciando un supuesto debate equilibrado que no es tal, pues todo deriva en un ataque furibundo y destemplado contra el Wagner antisemita en particular y la cultura alemana en general, y un halago de vergüenza ajena al bueno de don Giuseppe en particular y a la aportación cultural italiana en general. Algo que violenta innecesariamente al espectador con criterios propios que siente que le están metiendo de contrabando un panfleto que no viene a cuento.
Boadella opina que ‘no hay duda, que salvo masoquistas, todos hubiéramos preferido como vecino del rellano a Don Giuseppe’, y que se trata de ‘concepciones opuestas sobre la música y la vida’. Y de ambas cosas disentimos. Más que enfrentar sus músicas en una trama maniquea hubieran podido presentarse como complementarias que son y gloria ambas de un género que es el más excelso espectáculo conseguido por nuestra especie hasta el momento. Y de haber ahondado en ambas biografías podrían haberse descubierto no pocos puntos de contacto sin necesidad de vestir a uno de bueno buenísimo y al otro de malo perverso.
Al margen del sustrato argumental que tan discutible nos parece, el espectáculo presenta una escenografía plana sin complicaciones ni sutilezas, el comedor de un restaurante con la cocina al fondo y el piano de cola a un lado, con un espacio central donde evolucionan los siete personajes rodeados de mesas en las que una selección del público hace de figurantes asistentes a la cena. La estática iluminación alcanza cierto protagonismo en el despendole final, un argumento wagneriano con los personajes más carismáticos de sus óperas cantando sin embargo trozos célebres de las de Verdi. Un lío de factura original y meritorio pero cuyos réditos artísticos quizás no compensan el empeño. Hay que resaltar en este sentido en el espectáculo un notable conocimiento del tema -el mundo de la ópera y en particular las aportaciones de estos dos grandes compositores al mismo- bien documentado aunque muy discutible en sus conclusiones.
El elenco lo encabeza por edad y gobierno el barítono Luis Álvarez como dueño del restaurante, y actúa correctamente como anfitrión. Le secundan dos camareros, el gracioso -interpretado por Jesús Agelet (Els Joglars)- y el serio, que es el excelente pianista Borja Mariño que acompaña en un auténtico maratón casi todas las intervenciones vocales de las dos parejas protagonistas, la buena pro-verdiana y la mala filo-wagneriana. Cantan los cuatro excelentemente y es una lástima enorme que lo hagan con tantas interrupciones.
María Rey-Joly y José Manuel Zapata hacen de Leonor y Roberto, los protagonistas. Deben actuar tanto o más que cantar y en ese cometido, que no es lo suyo, flojean. Sus excelentes voces para el canto hubieran necesitado asistencia en las partes habladas. Rey-Joly resulta un tanto picuda y Zapata confunde a Verdi con Pavarotti y termina castizante. Mejor actúan a nuestro modo de ver su pareja antagonista, Elvira Sánchez y Antoni Comas. Y los cuatro hacen un despliegue admirable de excelentes cualidades vocales en unos papeles bien difíciles que alternan músicas muy distintas y que pasan de unas óperas a otras con facilidad y dominio.
En fin, Albert Boadella no quiso hacer un recital escenificado a la clásica usanza y montó una farsa artificial cortando y pegando un buen montón de los momentos más excelsos de la historia de la ópera -dos docenas de Verdi y una docena de Wagner-, añadiendo fragmentos operísticos de Mozart, Rossini, Donizetti y Bellini, trozos de zarzuelas (para reírse de ellas y tildarlas de casposas), y hasta compases de Beethoven, Chopin y compañía. Mucha buena música un tanto desaprovechada en un contexto excesivamente bufo.
No es que falten momentos brillantes, como la imitación genial al atonalismo terminal, y algunas ironías y chistes inteligentes, pero predomina un tono premeditamente zafio al gusto predominante de nuestras deplorables élites. Parte de las culturales y políticas acudió al estreno y a tenor de las apariencias se lo pasaron pipa. Boadella fue vitoreado, pero algunos no participamos del oficial entusiasmo. La minoría amante de la ópera se sentirá algo frustrada, y la mayoría indiferente quizás se aburra un poco. Son los riesgos del cruce de géneros.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Argumento: 5
Dirección: 7
Interpretación: 6
Música: 8
Escenografía: 5
Realización: 6
Producción: 6
Programa de mano: 5
Documentación a los medios: 6
TEATROS DEL CANAL
El Pimiento Verdi
Dirigido por Albert Boadella
Del 18 de abril al 12 de mayo de 2013
Dirección artística: Albert Boadella
Escenografía: Josune Cañas
Ayte. dirección escena: Pau Guix
Vestuario: Isabel López
Utilería: Ana María Serpa
Iluminación: Bernat Jansà
Elenco:
Sopranos: Leonor (María Rey-Joly) y Brunilda (Elvia Sánchez)
Tenores: Roberto (José Manuel Zapata) y Sigfrido (Antoni Comas)
Barítono: Sito (Luis Álvarez)
Pianista: Fidel (Borja Mariño)
Camarero: Blas (Jesús Agelet)
Músicas interpretadas:
Fragmentos de Giuseppe Verdi: La Traviata (coro Libiamo ne’ lieti calici, Follie, follie!, Un dì felice, etérea, Io son io son felice), Il Trovatore (Di quella pira, Vedi! Le fosche notturne spoglie), Nabucco (coro Va pensiero), Aida (Marcia, O terra addio), La Forza del Destino (Pace, pace, mio Dio, Preludio), Don Carlo (Ma lassù ci vedremo), Otello (Sciagurato!, Per l’universo!, Quel fazzoletto ch’io ti donai), y Rigoletto (Questa o quella, La maledizione, Sì, vendetta, tremenda vendetta, Cortigiani vil razza dannata, Tutte le feste al tempio, Solo per me l’infamia, Scorrendo uniti remota via, Caro Nome).
Fragmentos de Richard Wagner: Tristan und Isolde (Mild und laise), Tannhäuser (Coro de peregrinos), Siegfried (Ewig war ich), Der Fliegende Holländer (Bleib, Senta! & Auf hoem Felsen), Lohengrin (Marcha nupcial, Preludio), Die Walküre (La carga de las Walkirias), Die Meistersinger von Nürnberg (Preislied-Morgenlich Leuchtend, Fanget An!), y Parsifal (Nur eine waffe taugt).
Fragmentos de otros autores de ópera: Il Barbiere di Siviglia de Gioachino Rossini (Se il mio nome), L’Elisir d’Amore de Gaetano Donizetti (Una furtiva lagrima), y Norma, de Vincenzo Bellini (Casta diva), así como de Cossì fan tutte de Mozart.
Fragmentos de autores de Zarzuela: Bohemios (Intermedio) y Maruxa (Gon Golondrón) de Amadeu Vives, Los Gavilanes de Jacinto Guerrero (Mi Aldea) y Marina de Emilo Arrieta (Brindis De este sabroso jugo).
Otros fragmentos de música diversa: 5ª Sinfonía de Ludwig van Beethoven, Polonesa op.53 de Frédéric Chopin, Marcha Real (Himno Nacional Español), e Il Mondo de Jimmy Fontana.