El terrorismo existe. Pero, ¿es cierto todo lo que se dice sobre el terrorismo? ¿existen todas las organizaciones terroristas que dicen que existen? ¿es cierta la «amenaza islamista» que algunos se empeñan en airear? ¿o acaso no sucede más bien que los que airean la «amenaza islamista» son quienes de verdad representan una amenaza para las democracias?
Una extraordinaria película de Ridley Scott, Red de mentiras, pone de actualidad el asunto.
Conviene recordar algunos asuntos tratados en la película como por ejemplo, cómo un servicio secreto para cumplir los objetivos de su Estado crea una supuesta organización terrorista islamista… A partir de aquí, que cada uno extraiga consecuencias.
El asunto es grave. La decisión de crear «listas de organizaciones terroristas» es una amenaza a la democracia. Conviene a este respecto, recordar una buena noticia. El Tribunal de Justicia de la UE anuló una decisión del Consejo de Ministros de la UE que aplicaba sanciones a un grupo incluido en la «lista de organizaciones terroristas» de la ONU. La razón es muy simple y muy convincente: antes de aplicar una «muerte civil» a un grupo de individuos… en una sociedad democrática y civilizada hay que oir a ese grupo.
El gran problema, sin embargo, es ¿cómo va a replicar un grupo que no existe? ¿qué hacer cuando un individuo es condenado por pertenecer a un grupo que no tiene existencia real, sino sólo virtual y por ello está incluido en la «lista»?
En este juego siniestro hay «malos» que hacen de «buenos» y «buenos» a los que se pinta de «malos»:
