Terrea el cielo (Apocalipsis, marzo del 22)

TERREA EL CIELO

(De los signos que precederán al apocalipsis de marzo del 22)

 

 

Las arenas del Sahara

nos vienen a visitar.

Se ven las nubes pasar,

de arena morena y clara

como dorada almenara

ya comienza a lloviznar.

El desierto que a llamar

hasta nosotros llegara.

 

No se distingue la playa

del color mismo del mar,

lagartos se ven nadar

que ya les sale la agalla.

Se mire donde se vaya

hay calles y hay avenidas

de la arena emergidas

que se ponen a secar.

 

¿Cambio climático es

o tanta arena es normal

todo ya va a ser igual

la cabeza por los pies,

la tierra y mar al revés

y el color siempre irreal?

Tiempos extraños son estos,

ojalá que no funestos.

 

Venga más amanecer:

no nos deje en los restos

estos presuntos supuestos

que no se vieron ayer.

Y además guerra en Ucrania

y amenaza nuclear,

peligro de par en par,

¿quién fomenta tanta insania

 

en su uranio y su vesania?

Den a la paz, a la paz

una sola oportunidad

y acabe tanta alimania

que gobierna por doquier

cada vez con más poder

sobre la gente de abajo

que se queda sin trabajo.

 

El campo descampeando

porque no acampa dinero

y se van abandonando

cultivos, leche, cordero…

Los precios van por las nubes

que los carburantes caros

alcanzan como disparos

las cuestas a las que subes.

 

Y el transporte se ha parado.

Conducir, fraguar no cuenta

porque el precio se calienta

y anda ya muy mucho inflado.

Ni se pesca, ni se siembra

ni se merca en el mercado

pues estante se ha vaciado

al varón y hasta a la hembra.

 

Sólo los muy ricohombres

y también las ricashembras,

disfrutan de sobresiembras

y de honores a sus nombres.

¿Son o no son inflación

de asuntos de harto peligro

pues componen y no emigro

piezas de revolución?

 

Las masas ya se desplazan

en número de millones

hiriendo los corazones

de quienes se les abrazan.

Pero no atienden razones

los psicópatas con mando

al frente de su comando

de asesinos con cañones.

 

Y el político engañando,

como siempre y cada cuando.

Recuerde el alma dormida

cuán dulce fuese la vida

ensoñando y ensoñando

que esto que ocurre ahora

en esta hora que llora

no está pasando, pasando.

 

JPM

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Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

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