Las estrofas «castellana» y «castellana de arte menor»

LA ESTROFA «CASTELLANA» Y «CASTELLANA DE ARTE MENOR»

 

La estrofa, plenamente desarrollada.                                                            

Interesa mencionar que, paso a paso, verso a verso y esbozo a esbozo, a mediados de enero, la estrofa ya estaba plenamente estructurada. Y a satisfacción de quien esto escribe.

De hecho, a estos mediados de abril en que escribo las presentes líneas, pasan ya del centenar las composiciones en estrofas castellanas de arte mayor que llevo realizadas, sobre los temas más variados, y que, en poco tiempo, confío en que den origen al libro que llevará por título “Las cien primeras castellanas”.

Incluyo en este proemio dos ejemplos de la misma, para que sepamos de lo que estamos hablando.

La primera de ellas, precedida por el título de “castellana número 1”, no lo es cronológicamente, porque ya había escrito otras antes. Pero sí en una “castellana” capaz de explicarse a sí misma en el acróstico inicial, lo cual le hace acreedora de una cierta prevalencia sobre las demás.

Ésta es:   

 

Castellana número 1

El paseo de las Cruces de Guadalajara inaugura

la estrofa “castellana”

 

 

Por este llovido Paseo de las Cruces,

Al que piso y paso en esta tarde de paseo,

Siento haber paseado de niño, no lo ideo:

Es que lo recuerdo aún entre dos luces.

 

Obra esta tarde con lluvia en mí el deseo

De pasearte más, paseo que hoy reluces

Entre la lluvia tanto que aun más a mí seduces:

LAS CRUCES, paseo de mi infancia que rodeo.

 

Este paseo doblemente en hilera arbolado

Noto que ya lo tengo en mi adentro caminado.

 

Espacio amigo que añoro y siento recorrido.

Sombreado espacio que resuena eterno en mi oído.

 

Tomo tu larga recta anocheciendo por destino.

¡Resuena siempre en mí, espacio que ahora encamino!

 

Otro tiempo fue, pero en ti, antaño, paseaba.

cil estrofa CASTELLANA. Aquí acaba.

 

27-1-2016

 

 

Dos cuartetos consonantes con rima en oleaje –preferentemente-, seguido por una serie indefinida de pareados, también consonantes, hasta alcanzar una extensión variable de doce, catorce, dieciséis, dieciocho… versos.

 

Eso es la estrofa “castellana”. En algún lugar la he definido como un “soneto más sencillo que el clásico”, pero no por ello menos musical, sino acaso más versátil, ágil y apropiado a nuestros días.

 

En cuanto a su temática, la “castellana” es apta para hospedar cualquier tema. Veámoslo en el siguiente ejemplo, más complejo.

 

 

Creer, crear, soñar… es Amor

 

Creer, crear, soñar en algo hermoso,

Reír, gozar, sufrir, celar acaso,

Estar tenso y blando, del orto a ocaso,

Elegir rumbo aun el más peligroso.

 

Resistir mal la ausencia y el fracaso,

Concebir fe en terreno harto dudoso,

Recibir veneno y creerlo gustoso,

Esperar dicha avance, paso a paso.

 

Amar lo abrupto, desdeñar lo llano,

Resistir lo amargo, aguardar en vano.

 

Sentir que el tiempo no es… sino a tu lado.

Olvidar el daño que hayas causado.

 

Ñudos de dudas romper por anhelar

Al ser que nos posee- en él estar.

 

Recomponer cada día que nace en otro, aun más nuevo,

EN ALGO HERMOSO… es Amor. En ambos, a diario, lo compruebo.

 

 

Y ahora veamos comportarse a la “castellana” con temática religiosa y en versión más corta, de sólo doce versos.

 

 

Castellana de mi Dios, el Cristo

    

 

Menos que nada soy, aun menos nada

En relación a ti, Jesús, el Cristo.

No puedo pensar que siquiera existo,

Otra cosa no que por Ti soñada.

 

Sólo en Ti soy, de tu materia visto,

Queriendo imitarte entre tu sagrada,

Unica sustancia nunca creada.

Encimado a Ti, a mí ya desprovisto.

 

Nada más que Tú ya soy, amigada

Aura divina que me envuelve, ansiada.

 

Dame tu mano que si en Ti y contigo me amisto,

SOY la afortunada brizna de mi Dios, el Cristo.

    

 

La castellana de arte menor                

 

Pero ocurrió, a continuación, que “el soneto más sencillo que el clásico” siguió dando muestras de su versatilidad. Y la castellana consiguió lo que no consigue un soneto: ser válida también con versos de arte menor.

 

Un soneto de arte menor es, por definición, un fracaso, si se compara con su hermano mayor. Por eso, apenas se ha intentado y casi nada es lo conseguido.

 

En cambio, la castellana de arte menor mantiene toda su sonoridad con este tipo de versos e incluso realza los temas sentimentales. Veamos dos ejemplos de este tipo de castellanas.

 

 

Castellana de la eñe

 

 

Apogeo de la eñe

que no existía en latín

y que en Castilla por fin

a escribir bien nos enseñe.

 

La doble ene que a Hispania

la mudó antes en Espanna,

y dio con ella en España

a esta tierra de Occitania.

 

La “vínea” de la que mana

la viña hoy castellana,

 

la mejor cepa que hermana

a esta tierra soberana

 

de la lengua castellana:

virgulilla, a mí paisana.

 

Y “Castella” si a “Castiella”

pasó primero a escribir,

hoy no puede prescindir,

lleva contigo su huella

 

que afirma  que es castellana

toda eñe con virgulilla

que proclamando a Castilla

de Castilla es escribana.

 

¡Apogeo de la eñe

que no existía en latín

y que en Castilla por fin

a escribir bien nos enseñe!

 

 

Y segundo de los ejemplos propuestos:

 

 

Castellana de Toledo iluminado al anochecer

 

 

  1. Toledo, luces de caracola

 

Y van subiendo la luces

por recodos desde el río,

escalan el caserío

formando con ellas cruces.

 

Toledo del amorío

que a todo reino seduces

y nos sitúas de bruces

en todo el ayer bravío.

 

La capital castellana

repican ser tus campanas.

 

La capital española

repica ser tu aureola.

 

El alcázar lo declara

sobre colina tan clara.

 

  1. ¿Cuál es tu tierra ancha?

 

¿Cómo te encuentras tan sola

arriba de tu caracola?

 

Dile a tu tierra: La Mancha,

que es una comarca sola,

y que o eres castellana

o quieres ser española.

 

Y que a Castilla-la Mancha

se da respeto oficial,

mas no es tierra emocional,

ni es tierra bastante ancha

 

para ser Castilla toda.

¡Y tú eres la capital

de la Castilla real

o si acaso la española!

 

¡Y tú eres la capital

de la Castilla real

o si acaso la española!

9-4-16

 

 

 

La castellana de arte menor: apta para saetas

 

Pero aún faltaba encontrarle una posibilidad más a la castellana de arte menor. Resulta ser muy apta para la expresión lírica de esos sentimientos religiosos con bastante emotividad y no poca angustia que denominamos saetas.

 

Para ello bastaba con repetir alguna estofa, a modo de estribillo, en medio de la composición o al final de la misma. Eso ya la hacía fácimente cantable o entonable.

 

Y eso es lo que se va a comprobar en este libro. Son saetas. Son castellanas de arte menor. Inmediatamente veremos qué resulta de la combinación de ambos conceptos.

 

 

 

El origen de este libro “Saetas a las Semanas Santas de España”

 

 

Habiendo bajado a Córdoba por razones de trabajo el pasado Lunes Santo, día 21 de marzo, y alojados como estábamos mi mujer y yo en un hotel junto a la catedral, se le ocurrió a ella, mientras comíamos en un hermoso patio cordobés, con la catedral delante y el río Guadalquivir detrás, consultar alguna saeta de la zona, y lo hizo vía digital, saliéndonos al paso varias saetas a las procesiones de determinado pueblo de la provincia cordobesa, que lamento no recordar. Ella se puso a comentarlas e incluso a cantar alguna de las que leía.

 

Lo cierto es que las fechas, el lugar y las saetas que habíamos leído nos hicieron retornar hacia Castilla con el recuerdo de algún pasaje especialmente logrado de ellas, y entonando, de cuando en vez, la excelente letra, la melodiosa y magnífica versión y la admirable música que le puso el cantante Joan Manuel Serrat, a “La saeta”, de Antonio Machado.

 

Las fechas, los desfiles, la ocasión, la melodía, el contexto… el caso es que casi inmediatamente me puse a escribir algunas saetas en “castellanas de arte menor” dedicadas a la Semana Santa de Guadalajara. Y al poco de tener ya algunas, pensé que por qué no podía recoger en esta estrofa todos los días de desfiles procesionales de Guadalajara y añadirle alguna “saeta” también a otras afamadas Semanas Santas de España.

 

Y si era “alguna saeta a otras Semanas Santas” también podía serlo a las de todas las regiones o Comunidades Autónomas de España.  Así lo hice… El resultado es este libro, que me ha interrumpido otras tareas literarias que traigo entre manos, de mayor calado; pero cuyo rendimiento y fruto final me satisface.

 

 

 

El contenido

 

 

Las saetas que aparecen en primer lugar son las que se dedican a las imágenes o procesiones de la Semana Santa de Guadalajara, por orden de día en que se celebran. Suman dieciocho saetas en este caso. Y después las que se brindan a las regiones de España, por orden alfabético. En esta ocasión comprenden veinticuatro saetas.

 

En total, pues, son cuarenta y dos composiciones de este tipo las que contiene este libro, algunas de considerable tamaño. Más un poema previo (el Preludio, que va numerado como “0”) y otro poema en una “adenda” a la Semana Santa de Guadalajara, sobre el tema de la eucaristía.  Y tres composiciones religiosas finales, pero distintas a las anteriores que forman el Epílogo; y aún una más, la última, enteramente civil, que he incluido aquí porque sí, como podía no ir… Preferentemente, he incluido esta última composición, porque ha sido escrita también en estos días, y no desentona del tono elegíaco y lírico de las restantes.

 

Cuarenta y ocho poesías, saetas o “castellanas”, al fin y al cabo, entre las religiosas y la civil.

 

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Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

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