Ya ha pasado la medianoche en Jerusal’en. Escribo desde una sala de ordenadores de un hotel instalado en el barrio ‘arabe. Ten’ia claro que iba a escribir sobre el que est’a siendo el viaje de mi vida al llegar a casa, dentro de tres d’ias. Pero no he podido resistir la tentaci’on de gritar ya mi descubrimiento. Emocionado, pues vengo de seguir los pasos del Crucificado a trav’es de la V’ia Dolorosa, puedo decir que ya s’e c’omo late Jerusal’en. Ya s’e lo que es la Ciudad Santa, pues lo estoy viviendo con una intensidad aut’entica, profunda. Jerusal’en son tres cosas: fe, fe, fe. ‘Ese es mi «descubrimiento». Y as’i os lo cuento en esta bella hora sin luz, queridos amigos. Buenas noches. Shalom. Paz.
PD. Siento escribir con las tildes cambiadas, pero esto de los ordenadores for’aneos no es lo m’io… Ya en casa, para el que quiera saber lo que siente un sencillo peregrino en la Ciudad que es aut’enticamente Eterna, contar’e mi experiencia a modo de diario. Cada d’ia, un cap’itulo. A muchos, l’ogicamente, les ser’a indiferente. Pero para m’i, lo s’e ya, es una p’agina esencial en el libro de mi vida.
MIGUEL ‘ANGEL MALAVIA