La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

María Magdalena como icono para la justicia hacia la mujer en la Iglesia

Mi intención no es tocar las narices a nadie. Tampoco soy teólogo. Pero, como cristiano a pie de calle, me permito opinar según mi libre discernimiento, que siempre busca ahondar desde la crítica positiva. Dicho esto, espero del Papa Francisco que vaya más allá de las palabras y, con él, la mujer ocupe en la Iglesia el lugar que se merece.

Muchos de los Papas precedentes, culminando en el gran tesoro que supuso Benedicto XVI, ya alabaron el genio femenino de la mujer, insistiendo en que sin ella la Iglesia estaría desnaturalizada. Pero, por eso mismo, pido que se vaya de las palabras a los hechos. ¿Cómo? Empezando porque la Iglesia sea menos clerical (deseo expresado reiteradamente por Bergoglio) y, una vez que religiosos y laicos ocupen más espacios de decisión, las mujeres estén presentes en muchos de esos ámbitos. La Iglesia funcionaría mejor con mujeres, laicas y religiosas, al frente de importantes dicasterios de la Curia y en todo tipo de estructuras de consejo y gobierno, desde Roma a cualquier parroquia de todo el mundo.

Los religiosos y religiosas, como los laicos y las laicas, conocen perfectamente muchas de las problemáticas del mundo actual, estando presentes en el día a día donde el ser humano camina errante en busca de esperanza. Por supuesto que los sacerdotes y obispos son pastores y también han de estar presentes en esos espacios de decisión, pero no monopolizándolos. Que nadie tenga miedo. ¿Qué hay que temer si las mujeres están donde tienen que estar en su casa, que es la Casa de Dios?

Por último, me atrevo a solicitar al Papa Francisco que conceda mucha más importancia al recuerdo de María Magdalena. Claro que la Virgen María es la mujer por antonomasia, la Madre de todos por ser la Madre de Dios. Pero sería maravilloso que se visibilizara más la personalidad de una de las santas más importantes en la historia de la Iglesia. Tal vez la culpa la tengan las historietas interesadas de ciertas noveluchas, pero los cristianos no hemos de temer a la hora de hablar frecuentemente de la de Magdala. No obstante, ella no solo fue ejemplo de conversión total y entrega apasionada a Jesús hasta el final, aun jugándose la vida mientras casi todos los discípulos caían en la traición. Fue más, muchísimo más. Ella fue la primera persona en ser testigo del momento culminante de la Historia: la resurrección del Maestro. Y, lo más importante, ella fue la encargada por Él para dar a conocer a los demás que su misión se había cumplido. Por ende, María Magdalena fue la primera persona en contemplar, adorar, reconocer y proclamar el Evangelio vivo y completo. Y fue mujer.

¿No merece por ello ser el icono de una nueva teología femenina? ¿No fue acaso profeta?
Porque, si con el Maestro todo lo antiguo fue nuevo, ¿por qué no un nuevo tipo de profecía, que comunique al ser humano lo visto con los propios ojos? Y ya no sigo. Ya quedaría en manos de los teólogos expertos saber si este hecho tan esencial podría ser el puente decisivo que nos indicara que a lo mejor Jesús sí quiso que las mujeres fuesen sacerdotes en su Iglesia…

A corazón abierto, y sin ganas de levantar heridas, ésta es una duda que siempre he tenido. No soy teólogo, pero creo que no hago ningún mal por expresar dudas fruto de mi discernimiento.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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