HARTO DEL CALOR, EL SOL, LA HUMEDAD Y LOS MOSQUITOS

Chiste: el de la nieve y el argentino que se fue a vivir a Toronto

No es oro todo lo que reluce, ni la nieve es tan blanca como algunos la pintan.

Un relato en primera persona, para partirse la caja, de lo que te puede suceder si abordas la vida creyéndote a pies juntillas lo que muestran las tarjetas postales.

En este caso, las que tienen que ver con la nieve y la vida en el ecológico norte.

CURIOSIDADES DE LA NIEVE

  • 1. La nieve no es blanca
    Empezamos fuerte, ¿no? Seguro que recuerdas el momento en el que, siendo niño/a, descubriste que el agua del mar no era azul, sino que este color tan característico procedía del cielo reflejado en su superficie. Pues bien: con el blanco de la nieve sucede algo parecido, ya que así es como se refleja la luz solar sobre los copos. En realidad, la nieve es incolora. Y ahora viene lo más sorprendente: teniendo en cuenta esto, podemos hablar de nieve azul, si la contemplamos a una cierta distancia, o de nieve roja o rosada. Este fenómeno se da en algunas zonas de montañas, a causa de la presencia de unas algas microscópicas llamadas Chlamydomonas nivalis, o bien por la polución.
  • 2. Es el estado más habitual del agua dulce
    No exageramos: entre el 75% y el 80% del agua dulce de la Tierra se encuentra en forma de nieve o hielo, incluidos los glaciares, que cubren el 10% de la superficie de nuestro planeta.
  • 3. Sus copos pueden tener el tamaño de un plato
    ¿A quién no le gusta la sensación de los copos de nieve cayendo suavemente sobre el rostro? Aunque suponemos que algún esquiador levantará la mano, seguro que serían muchísimos más si estos fragmentos de hielo fueran mayores de su tamaño habitual (en torno a 1 cm de diámetro). ¿Cuánto pueden llegar a medir? No lo sabemos, pero sí tenemos constancia de un caso insólito. Según recoge el libro Guinness de los récords, el mayor copo de nieve de la historia se registró el 28 de enero de 1887 en Fort Keogh (Montana, Estados Unidos), con un diámetro de 38,1 cm.
  • 4. ¿Son todos diferentes? ¡En absoluto!
    Adiós a la leyenda urbana de que todos los copos de nieve son diferentes. Si bien es cierto que lo poco que tienen en común entre ellos es que siempre cuentan con seis lados, cada uno suele presentar sus particularidades. No obstante, la científica Nancy Knight echó por tierra este mito en 1988, al encontrar dos cristales de hielos idénticos en el estado estadounidense de Wisconsin. Por otro lado, se ha demostrado que cuanto más bajas son las temperaturas a las que se forma la nieve, más simples y pequeños son los copos.
  • 5. Fotografías de copos de nieve… centenarias
    Nadie lo hubiera dicho, pero la primera persona en fotografiar un copo de nieve fue… un granjero de Jericó (Vermont, Estados Unidos). Después de diversos experimentos, Wilson Bentley logró capturar en 1885 la primera foto de un copo de nieve. Y no se conformó con ello: a lo largo de su vida, fotografió más de 5.000 copos y llegó a publicar un libro con 2.400 imágenes. Lástima que en esa época no existiese Instagram: ¡Bentley hubiera sido un influencer de primera!
  • 6. Si cae nieve, no siempre es una nevada
    A pesar de que no solemos encontramos con esta terminología cuando consultamos la previsión del tiempo en las estaciones de esquí, las nevadas no son las únicas precipitaciones en forma de nieve. También habría que hablar de la cellisca, que combina aguanieve, nieve parcialmente derretida y copos de nieve, y la cinarra, consistente en la caída de nieve granulada. El aspecto de esta recuerda a una diminuta grajea de menos de 1 mm de diámetro.
  • 7. Un muñeco de nieve tan alto como un edificio
    Casi todos hemos intentado hacer una vez un muñeco de nieve, cierto, pero hay quien se ha venido (demasiado) arriba durante el proceso. Literalmente. Eso fue precisamente lo que ocurrió en 2008 en la localidad estadounidense de Bethel, donde se construyó un muñeco de 34 m de altura al que bautizaron como Olympia SnowWoman. Sus dimensiones fueron tales que las manos tuvieron que hacerse con árboles.
  • 8. La nieve ha llegado a prohibirse por decreto
    Como lo oyes. El artífice del despropósito fue el Ayuntamiento de Siracusa, una ciudad del estado de Nueva York en la que este fenómeno es una constante. Fue en 1992 cuando el consistorio decidió ilegalizar las nevadas antes del 24 de diciembre a golpe de decreto. Lo más curioso de todo es que la madre naturaleza pareció tomar nota de la prohibición, ya que nevó dos días después de la fecha indicada.
  • 9. La gran ciudad con más nieve del mundo está en Japón
    Entre las localidades de más de un millón de habitantes, Sapporo ocupa el primer puesto del ranking, con una media anual de 595 cm. De ahí que sea la sede del Festival de la Nieve más famoso —se celebra cada mes de febrero— o que organizara los Juegos Olímpicos de Invierno de 1972. ¡Quién pudiera vivir allí!
  • 10. Italia también ostenta su récord mundial
    El pueblo de Capracotta, situado en la región de Molise y con una población de apenas 900 personas, marcó la cifra más alta de nieve caída en un solo día. Fue el 5 de marzo de 2015, cuando se acumularon en sus calles más de 2,5 m de nieve en apenas 18 horas. En cualquier caso, el idilio de Italia con la nieve va más allá. Para comprobarlo in situ, echa un vistazo a nuestras ofertas en Dolomiti Superski, el mayor dominio esquiable del mundo. ¡Querrás visitarlo cuanto antes!
  • 11. La nieve tiene su propio día
    Desde 2007, la Federación Internacional de Esquí (FIS) celebra cada 19 de enero el Día Mundial de la Nieve. Esta jornada tiene como objetivo promover los deportes de nieve, especialmente el esquí. En Esquiades.com, pensamos que esta puede ser la excusa perfecta para regalarte un fin de semana en la nieve para enmarcar. Además, al ser temporada baja, la escapada te puede salir a precios que serán un auténtico chollo. ¿Te apuntas?
  • 12. Existe una fobia relacionada con la nieve
    Si bien este no es nuestro caso —¡todo lo contrario!—, la psicología ha acuñado un término para referirse a la aversión que algunas personas sienten hacia la nieve: quionofobia, del griego chion (‘nieve’) y fobos (‘miedo’).

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