El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cuando la autoridad carece de tal

CUANDO LA AUTORIDAD CARECE DE TAL

“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”.

Albert Einstein

En cierto país, durante una concreta época, existió determinado gerifalte que, cual carota descarado o sinvergüenza sin escrúpulos, tuvo la desfachatez de asumir la responsabilidad de parte de las agresiones infligidas y vejaciones perpetradas por secuaces suyos a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde y, así, siguiendo alfabéticamente las preposiciones, hasta la última, tras, muchos ciudadanos de a pie en las calles de dicho territorio, sin sonrojarse, y cumplió con las inexcusables condiciones sine qua non de pedir disculpas a deshora y sólo de boquilla, pues no tuvo la gallardía necesaria, ni la vergüenza torera, ni los arrestos coherentes, ni los dídimos consecuentes de dimitir. Ergo, al dicho no le acompañó el correspondiente hecho, y el gesto, por tanto, se quedó, sencillamente, en eso, sin eso, sin la gesta, esto es, en agua de borrajas o cerrajas, o sea, en na… de …na, quiero decir, en naranjas de la China.

El episodio, estomagante, que tenía que haber sido interpretado en su papel principal por un ciudadano que debería haber hecho gala de un comportamiento ejemplar, propio del mandamás del Ejecutivo que era, resultó protagonizado por quien demostró una conducta falta de ejemplaridad, la de un político (más bien, politicastro) arquetípico (pero tomada tal acepción por su lado negativo, de tres al cuarto), sin principios, una mala persona o tipo, en suma o a secas; que, por cierto, me recuerda otro suceso, mas éste, apócrifo, protagonizado por el presidente de otro país absurdo, pero de calaña pareja.

Un grupo de juristas comprometidos y con prestigio dentro y fuera de los ámbitos de su profesión, reclamó al presidente de un estado (de los que conformaban la Unión) un golpe de timón, esto es, un cambio de rumbo, o sea, una actitud más humanitaria con los inquilinos que ocupaban las celdas del corredor de la muerte. El citado (mas sin citar) dignatario accedió (siguiendo con la ironía) de buena gana, es decir, a regañadientes y/o a reprendelengua, a la reivindicación, porque los comicios estaban a la vuelta de unas cuantas hojas del almanaque y, por si había alguien que ignorara su íntegra aquiescencia y nulo inconveniente en no hacer ascos a un nuevo mandato, él aspiraba a la reelección. Desde hace algunas fechas, en todos los penales de máxima seguridad del estado, cuyo nombre callamos (para que todos los que se encuentran en una situación similar a la descrita se den por aludidos), la cámara de gas sigue estando donde solía, pero, he aquí la novedad, en una de sus paredes laterales se ha instalado una estantería repleta de biblias, coranes y tebeos.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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