El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Salvadó se salvó o no de la quema?

¿SALVADÓ SE SALVÓ O NO DE LA QUEMA?

Hay quien dice, después de haber escuchado con suma atención las grabaciones que han trascendido, que a Josep Lluís Salvadó, número dos de Junqueras en la Consejería de Economía de la Generalitat, su primer apellido le viene como alianza al dedo anular, al ser interpretado este (apellido) por aquel (quídam innombrable) como el presunto acrónimo o la supuesta contracción de la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo “salvar” y la primera sílaba del sustantivo “documentos”. Aunque, en sentido estricto, la verdadera salvadora (que, tras el preceptivo juicio justo, si lo hubiere, acaso sea condenada por ello) fue una empleada, diligente y sectaria secretaria del acongojado, timorato y sectario exsecretario, que, por cierto, no llevó a cabo lo que le había mandado que hiciera, vía invento de Bell, su jefe (“Ve a la sala de reuniones, coge los papeles que hay y tíralos al patio”), sino que, una vez recogida la mesa de la sala de reuniones antes de que comenzara el registro, le comunicó en otra llamada telefónica que la documentación estaba “debajo de una caja de agua” (¿la treta susodicha hizo agua? —¿en agua de borrajas o cerrajas quedó el subterfugio?—) y le preguntó si le pedía a Raquel, otra empleada, que se la llevara a algún sitio, para mantenerla a buen recaudo.

¿Puede haber todavía alguien que dude, si ha escuchado con atención lo que hablaron, y piense que la empleada, de la que no ha trascendido su nombre de pila, no es autora (o, en su defecto, fautora) de un delito de encubrimiento? ¿Puede haber todavía alguien que defienda y sostenga sin avergonzarse ni ruborizarse que, tras conocer lo que había sido ordenado por Salvadó, en el supuesto de que el juez Juan Antonio Ramírez Sunyer, titular del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, que investigaba presuntos delitos cometidos el 1-O, y ordenó el registro, lo enviara preventivamente a la cárcel, convertiría a Salvadó en un preso de conciencia (ya que no existen los presos políticos, según Amnistía Internacional)?

¿Qué papeles pretendía esconder o que pasaran inadvertidos a los ojos y las manos escrutadoras de los agentes judiciales que acompañaban a la secretaria judicial enviada por el juez? ¿No da pie a pensar que la documentación ocultada debía contener, a todas luces, alguna ilegalidad manifiesta que, por si las moscas, convenía que no saliera a relucir?

No sé; quizá es que yo soy un malpensado y hago mal en emparejar esta información con otra, también reciente, que tiene que ver con otros papeles que los Mossos d´ Esquadra se disponían a quemar en una incineradora y fueron incautados por agentes de la Policía Nacional, que tuvieron que exhibir una orden firmada por la magistrada titular del Juzgado Central de Instrucción número 3 de la Audiencia Nacional Carmen Lamela para que la mencionada documentación les fuera entregada. Ese material se encuentra bajo secreto de sumario, porque se refiere a hechos acaecidos el 1-O. Dichos papeles se están estudiando de manera concienzuda y, al parecer, hay diversos documentos que incriminan presuntamente a varios mandos intermedios de los Mossos.

Espero y deseo que los expertos caraduras que pululan por doquier, que pretenden, un día sí y otro también, persuadirnos (¿de las muchas bondades de la sinrazón?) con la burda patraña de que España es un Estado opresor, no abusarán más de nuestra paciencia y, por tanto, no intentarán esta vez hacernos comulgar con ruedas de aceña, quiero decir, convencernos de que la culpa de que Salvadó y los Mossos implicados en los presuntos delitos referidos la sigue teniendo el Estado, España, que les sigue hurtando documentación delicada, sensible. Quienes nos están hurtando, velis nolis, a manos llenas, las muchas o pocas ilusiones y los variopintos o escasos sueños (al grueso de los españoles, ellas y ellos, y a más de la mitad de los catalanes, hembras y varones) son los secesionistas falaces, insaciables, redomados y, presuntamente, contumaces conculcadores de leyes y reglamentos.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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