El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Los ajustes perfectos son escasos

LOS AJUSTES PERFECTOS SON ESCASOS

A Pilar le ha acaecido tres cuartos de lo mismo que a Ángel. Desde que se conocieron en la isla donde se yergue imponente y majestuoso el Teide, ambos se sienten desubicados en sus lugares de origen. Se reconocen en esos espacios, con esos paisajes y esos paisanajes, pero los dos estarían mejor juntos en Tenerife o en cualquier otro sitio. Desde que una flecha, disparada por Cupido, entrelazó sus corazones, el amor, como lluvia fina, ha calado y empapado, además de sus pensamientos y sus sentimientos, hasta los tuétanos de sus huesos. Aunque ambos siguen teniendo sus ideas, sus criterios, sobre esto, eso o aquello, el binomio, la pareja o el tándem que forman solo tiene parangón con otros dúos célebres, clásicos, legendarios, mediara matrimonio entre ellos o no.

Traigo aquí esto a colación después de hacer (como la cifra que me disponía a escribir, mil y una, era una evidente hipérbole, me decanto por otra opción) ene averiguaciones o pesquisas durante los tres últimos meses. Bueno, la verdad es que las susodichas no las he llevado a cabo yo, sino que he contratado los servicios de un investigador privado, al que he encargado que las coronara o culminara por su cuenta, para ver si con las pruebas que él había conseguido reunir yo lograba aclararme, al cepillarme o eliminar tanto desconcierto como acarreaba.

Pilar no ha devenido la mujer moderna que me pintó mi amigo del alma y heterónimo, Ángel. Ella no ha dado el paso que esperaba él. Le ha resultado difícil, imposible, abandonar posiciones tan anquilosadas o enquistadas en su existencia. Iba a dejarse muchos pelos en la gatera. Iba a perder, entre los suyos (sus más allegados), grandes cuotas de credibilidad. Todos sabemos que no conviene perder la chaveta (por las numerosas cerillas de madera que hemos encendido, nos consta que a dicha pérdida, la de la cabeza, el fósforo, le sigue la llama) para no desprendernos, a continuación, del corazón, la parte más cercana al fósforo y, luego, el resto de la madera.

Aunque le he preguntado decenas de veces a Ángel por lo que ocurrió de veras, en lo tocante al ámbito sexual, en Tenerife, él (sé que no me ha mentido, porque lo conozco como si lo hubiera parido; lo propio cabe aseverar al revés, sí, también) siempre me ha contado la misma versión, que nada; que solo hubo los dos ósculos que Pilar le dio en los carrillos o las mejillas cuando se despidieron; no acabo de entender el enamoramiento hasta los tuétanos de Ángel, en las pocas horas que compartieron, durante aquella estival semana, en el bar del hotel, después de cenar, en las que solo dialogaron y se rieron.

Son muy pocas las personas que conozco en este mundo que mantienen intacto el hilo conductor que discurre o va desde que idean un pensamiento y lo formulan oralmente hasta que este deviene comportamiento; o sea, son escasísimos los ajustes perfectos entre lo que uno (ella o él) piensa, lo que dice y lo que hace. Me consta que eso es lo que ocurre con Pilar y con Ángel, siempre que este no empuñe una pluma o no haya cerca de las yemas de sus dedos un teclado de ordenador, claro.

Emilio González, “Metomentodo”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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