El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Acaso alguien lo hubiera barruntado?

¿ACASO ALGUIEN LO HUBIERA BARRUNTADO?

Dilecta Pilar:

Bueno, cuando contratasteis el viaje no os imaginabais (nadie hubiera barruntado, intuido o sospechado) lo que vino luego, el virus coronado de espinas, que está haciendo diabluras por el orbe (casi) entero.

Si no hacemos caso a las autoridades sanitarias, que son las que saben (y siempre que estas se muestren competentes y nos digan la verdad) de esto, claro, nos comportaremos como idiotas redomados, ya que nos expondremos a correr riesgos innecesarios.

Celebro que os lo currarais y sorprendierais a tu cuñada Marta con ese regalo tan inesperado.

Ya, ya. Si leíste la epístola que te envié, pocos minutos después, con el texto íntegro, que publiqué luego, a las veinte horas, ya había caído en la cuenta del porqué. Los doce años no es la edad mental del sujeto; ahora bien, alguno de sus ramalazos, catalogados por servidor de una soberbia inconcusa e inconclusa (eso es lo que pienso, y lo digo como lo pienso, pero puedo estar equivocado, que conste también en acta), roza la de los adolescentes estúpidos de esa mentada edad.

Insisto e itero, pues; aunque pueda marrar en mi diagnóstico (y, si los acontecimientos futuros así lo indican o alguien me demuestra que no he estado certero, pediré disculpas al momento, ¡qué menos!), estoy convencido (y con gusto añado en este paréntesis que completamente seguro) de que las autoridades sanitarias no nos dicen todo lo que saben del dichoso (malhadado) y  mentado coronavirus (ni en Italia ni aquí). Por ejemplo, los muertos de Italia, si consideramos el índice de mortalidad que se brinda, similar al de la gripe común, no se corresponden con el número de los enfermos que dicen que hay allí, en la parte alta de la bota. Aquí, en España, tiene que haber más enfermos de la cifra que, con goteo, suministran, de los que reconocen que portan el virus. Confío, deseo y espero que algún día alguien tendrá las agallas de contarnos la verdad pura y dura (acaso ahora no nos la digan los políticos, aconsejados por los expertos, galenos o no, o viceversa, y, cuando sea, aduzcan que no lo hicieron para no alarmarnos más).

Tras enviarte mi respuesta a tu correo, me di cuenta del hecho. Y así lo hice constar en la epístola que subí al blog y vio, a las pocas horas, la luz.

Ya te puedes imaginar en qué consistió mi “finde” (en lo habitual, sota, caballo y rey): limpieza semanal, hacerme la comida para varios días, leer, escribir (menos de lo acostumbrado: solo dos décimas) y zuritear con Pío y Diana el sábado.

Otro (de tu amigo Otramotro).

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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