El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

En el inicio de su quinta década

EN EL INICIO DE SU QUINTA DÉCADA

   “La literatura es, a veces, un temerario intento de escribir bien sobre el mal. Tal vez por eso, un halo de sospecha envuelve a quienes se adentran en las perniciosas páginas de los libros, frecuentando compañías tan poco recomendables como la perversión, el vicio y la indecencia moral”.

   Irene Vallejo, en “La tentación vive entre líneas”, artículo publicado en la página 10 del número 2.355 de EL PAÍS SEMANAL, correspondiente al domingo pasado, 14 de noviembre de 2021.

   Aviso al atento y desocupado lector, ora sea o se sienta ella, ora sea o se sienta él, que el epígrafe de Irene Vallejo, que encabeza este texto, tal vez, debería ir delante también de los otros dos escritos en prosa que publicaré aquí, en la bitácora que gestiono en Periodista Digital, el blog de Otramotro, mañana, miércoles, y pasado mañana, jueves.

   Como nadie nos había hablado previamente de ella (ni mi madre ni mi padre nos había puesto en antecedentes, sobre aviso), nos cogió de improviso, por sorpresa, que, cuando nuestra progenitora, Iluminada, estrenó su décimo lustro de vida (el hecho lo recuerdo con asombro; ¿acaso lo enjundioso se te olvida, atento y desocupado lector, ya seas o te sientas femenina, ya seas o te sientas un varón?) hiciera acto de presencia en nuestra casa, como un miembro más de la familia, su segunda sombra (la mala, peor, la pésima; así la conocían mis hermanos), la inquilina intrusa (de esa guisa la llamaba, regularmente, quien firma abajo estos renglones torcidos), que siempre, velis nolis, venía a entorpecerle cuanto anduviera haciendo en ese preciso momento, cualquiera de las muchas labores domésticas que culminaba al día, y no se conformaba con haberle enhebrado, a traición, por el ojo de su aguja, qué granuja, un hilo, mitad bufo, mitad burdo, zafio, y con obligarle a dar con ella varias puntadas desatinadas, qué putadas, desmanes propios de un “atrompado” (borracho) desmán, sino que, en algunas ocasiones, no pocas, sufría sus prisiones y llegaba a volverse tarumba, loca, pero de remate. Aquella inquilina sibilina que tal como vino, inopinadamente, se fue, que provocaba que mi madre tuviera rubores, sofocos y sudores sin cuento y nosotros, hechas nuestras bocas hontanares, manáramos interminables rumores, gustaba disfrazarse, fuera carnaval o no, de hombre, y entonces solía decir que su gracia de pila era un nombre masculino, pero nosotros investigamos a conciencia y obtuvimos, como recompensa, la fetén: la intrusa se llamaba climaterio/menopausia.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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