El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Sobre el que escribir siempre hay un asunto

SOBRE EL QUE ESCRIBIR SIEMPRE HAY UN ASUNTO

DE UNA PORCIÓN DE UN BIEN INNOMINADO

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”.

Mohandas Karamchand, “Mahatma”, Gandhi

¿¡Cuántas veces se lo escuché decir a Marta Cruz!?, qué profe y qué acicate, pues más fe tuvo en mí… incluso que yo: “Siempre hay un asunto sobre el que escribir”. Cuando no encuentres un tema sobre el que disertar o discurrir, auscúltate, escrútate, busca y rebusca, cual avezado sabueso, en tu interior; te sorprenderás del cuerno de la abundancia que encuentras, del abanico, de la colección, del muestrario, de la panoplia, de cuántas opciones tienes, de cuántos senderos adviertes y puedes disponer de ellos a tu libre albedrío o antojo. Sobre el que escribir siempre hay un asunto, mera variante del original, como he dejado anotado arriba, en el rótulo que encabeza este texto en prosa. Verbigracia, sobre tu último éxito o tu último fracaso, impostores ambos, si hacemos caso a ese poema precioso que es “If” (“Si…”), escrito por el Premio Nobel de Literatura de 1907, Rudyard Kipling.

¿Que por qué pienso así? Porque, a veces, pones todo tu empeño o tesón en hacer las cosas más que bien, estupendamente, para alcanzar una cota, conseguir lo que anhelabas y no lo logras, ni a la de tres, ni a la de diez, ni a la de cien, ni a la de mil… Y, por el contrario, a veces, sin querer, por una serendipia, hallas lo que no pretendías, pero das con ello o lo inventas, que es lo que cuenta, y acaso te recuerden por eso más que por cualquier otro reto obtenido, por una chiripa, sí, no por todo el tiempo que has invertido en el DES, acrónimo de dedicación, esfuerzo y sacrificio, que derrochaste, que se quedó sin el premio merecido, apetecido, en agua de borrajas o cerrajas, pues cursó con un fracaso repetido, pero hasta la náusea.

Hace unos días, Jesús Manuel, alias “Fito”, me llamó por teléfono para pedirme un favor, que coronara o llevara a cabo una gestión de fácil trámite. Deseaba, a todo trance, que obrara en su poder una porción de un bien innominado que, por razones obvias, no se iba a aprovechar y, seguramente, iría a parar, bien a un desguace, bien a una escombrera. “Fito” quería tener, por motivos sentimentales, tan lícitos y válidos como cualesquiera otros (de semejante jaez), una parte o trozo de dicho bien, que, en puridad, no se ha dicho ni se dirá, sencilla y simplemente, porque así lo acabo de dictaminar, y, cuando eso sucede, suele ir directo al papel, al folio. Hablé con quien tenía que hablar, con Javier, que, en un momento del proceso, tras darse cuenta de que mi interés era auténtico e iba en serio, se comprometió a ayudarme y, como corolario, a propiciar que “Fito” gozara un día con lo que aspiraba a poseer o atesorar y yo podía ejercer de su fautor o proveedor.

Hoy, al mediodía, tras esperar a que Javier terminara de hablar por teléfono con su comunicante, me he acercado adonde se hallaba, para comentarle que otro de mis amigos, Pío, que disponía de la herramienta adecuada y oportuna para obtener un cacho o trozo del no mencionado bien mueble, me había preguntado a qué hora daban de mano (quiero decir, terminaban la jornada laboral) para subir al barrio de Lourdes, donde vivo, con el útil (no mentado) y, allí, proceder y extraer la parte codiciada, pues la última vez que hablé con él, con Javier, me preguntó si yo o mi amigo teníamos la herramienta no dicha para lograr dicho fin. Me he llevado un alegrón de los de aúpa, cuando me ha comunicado que ya tenía a mi disposición lo que, con tanta insistencia, le había solicitado. El trozo de dicho bien mueble se halla en mi casa. He contactado telefónicamente con Pío y con “Fito” para darles a ambos la buena nueva. Mañana, Deo volente, le entregaré a “Fito” su deseada porción de dicho (me desdigo una vez más, y prometo que es la última que lo hago aquí: no dicho) bien.

Como de bien nacido es mostrarse agradecido con el benefactor, gracias, Javier, y gracias, Pío.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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