HE OÍDO SOBRE EL TEMA ENE ANATEMAS
CUANDO LA DISCREPANCIA SE ABRE PASO,
HECHOS Y DOCUMENTOS SON RAZONES
Reconozco que no estuve en la última quedada de cuantas/os comenzamos a estudiar la carrera de Filología Hispánica en la facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza en 1983, porque la víspera de esa jornada sabatina, de manera programada, me habían extirpado la vesícula biliar en un quirófano del Hospital “Reina Sofía” (HRS), de Tudela; así que, por incomparecencia motivada, no tengo opinión al respecto, esto es, de si quien se va a presentar a rector de la Universidad de Zaragoza dijo en esa reunión cuanto él sostiene que adujo, ya que, por lo que ha trascendido, asimismo, el grueso de los asistentes (ellas, ellos y no binarios) a la susodicha cita disienten de él.
Tanto el aspirante a mandamás universitario como la mayor parte del resto, divergente, me han mandado sendos correos electrónicos, interesándose por mis estados de ánimo y de salud, tras la exitosa intervención quirúrgica, pues allí, en el restaurante donde tuvo lugar el ágape, trascendió que mi ausencia estaba justificada. Tras responderles a todos, la mitad, más o menos, de los comunicantes me hizo saber el malestar que había brotado o surgido entre ellos por lo que uno asegura que dijo y el resto asevera que no salió de su mui o sinhueso. ¿Qué ocurrió, de verdad? No lo sé, porque, por el momento, no hay audios ni vídeos grabados sobre el asunto de marras. Puede que el pretendiente dijera, de manera irónica, lo que alegó y el grueso de los concurrentes no lo entendieran ni interpretaran así.
Encarecidamente, le he pedido su parecer a quien considero la persona más ecuánime y sensata de mis excompañeros de promoción (de cuantos he tratado y conozco, que de algunos carezco de criterio, por no haber cruzado con ellos una sola palabra, que los hay, aunque pueda resultar extraño), que me ha escrito y mandado, diligentemente, estas líneas (las publico como me las mandó, después de que él me haya dado su aquiescencia o consentimiento para hacerlo):
“Muy estimado excolega, Otramotro (me dirijo a ti de esta guisa porque todo quisque te llamaba o se refería a ti en la pasada y última reunión de ese modo):
“Mi resolución provisional (insisto, no definitiva todavía, pues puede aparecer una prueba concluyente en cualquier momento) sobre el tema, sobre el que he oído más de un anatema (condena, execración o reprobación), es que el candidato pudo decir lo que afirma que alegó, o no.
“El aspirante a magnífico (como sabes, es el tratamiento honorífico que se le da o tributa al rector universitario) puede que dijera lo que habría querido decir, si fuera más osado, más echado para adelante, o no, nada, cuanto escucharon los demás. Es posible que nadie recordara la formulación de la discrepancia, porque el candidato no abrió la boca sobre dicho asunto. Itero, no descarto que pudo pensar en decir lo que no profirió por faltarle arrestos, arrojo. Puede que hubiera soñado que había dicho cuanto no adujo. Puede que hubiera lamentado no haber dicho cuanto había pensado decir; y, como colofón, puede que hubiera imaginado que había dicho lo que su proverbial apocamiento no le permitió decir.
“Ya ves; no he podido brindarte en torno al caso ninguna certeza. No obstante, lo haré a continuación. Confío, deseo y espero que estés cada día mejor y que te guste el latinajo que he elegido para firmar esta epístola
“Factum fieri infectum non potest” (o sea, literalmente, “lo hecho no puede no estar hecho”, o mejor, literariamente, “es imposible que una acción se deshaga”).
Ángel Sáez García