EL REPASO

Alfonso Rojo: “La caradura del socialista Sánchez es casi tan grande como su inmoralidad”

La ‘gente’ no preguntó por el precio de la luz ni por el coste de los alimentos. Hubo, eso si, uno que inquirió sobre la obesidad infantil

Pedro Sánchez ha perdido ya hasta el sentido del ridículo. Nos hemos acostumbrado a su falta de pudor, a su tremenda caradura, a su desbocada inmoralidad, pero la que montó este lunes en La Moncloa, rebasa todos los límites.

De circo. Ya lo del sábado en Sevilla, donde se llevó un abucheo memorable, había sido un fracaso estrepitoso y no tanto por los silbidos del personal, sino porque la primera etapa de la gira propagandística del líder del PSOE deja para la posteridad una foto apabullante: la de Sánchez mirando con cara de lelo el móvil de una militante socialista, y, tras él, la pancarta con la frase «Que te vote Txapote».

Esa referencia a los asesinos de ETA, que Marlaska traslada a cárceles del País Vasco y el peneuvista Urkullu pone en la calle, para que Bildu permita a Sánchez seguir de presidente, lamina la campaña de supuesto acercamiento a la ciudadanía.

En cualquier caso, la guinda la pusieron ayer en La Moncloa, hasta donde acarrearon a 50 fieles -cuadros del PSC, empleados del partido, exacandidatos y groupies progres- disfrazados de ‘gente normal’. Vaya por delante que la propaganda oficial se hartó de repetir que se trataba de escuchar a la gente. He estado haciendo cuentas y de los 65 minutos que duro el circo, Sánchez habló 53 y los cinco ciudadanos, a los que se permitió abrir la boca, solo lo hicieron 12.

La podían haber mantenido cerrada, porque ni uno de esos supuestos representantes del pueblo preguntó por la inflación que devora los ahorros y los sueldos de las familias españolas o por las cesiones ante los terroristas vascos o por los apaños con los golpistas catalanes. O por los viajes en Falcon, el desquiciado gasto público o los miles de enchufados y asesores.

La ‘gente’ no preguntó por el precio de la luz ni por el coste de los alimentos. Hubo, eso si, uno que inquirió sobre la obesidad infantil.

De coña. España y los españoles no merecemos ni un presidente, ni un Gobierno, ni unos compinches tan malos e inmorales como estos. A ver si llegan pronto las elecciones y mandamos a esta cuadrilla a su casa o a la basura, que es de dónde no tenían que haber salido.

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