Las encuestas le marchan a pedir de boca.
El único problema puede sobrevenirle con la carísima estrategia emprendida por Pedro Sánchez y que no es otra que darle a la máquina de los billetes para regar de prebendas a una parte importante de la población española.
Raúl del Pozo, en su tribuna de El Mundo, subraya el negro panorama que se le puede avecinar al líder del PP, sobre todo porque los sondeos acaban siendo más que volátiles:
Como les dije estaba Feijóo idolatrado por las encuestas aunque sea consciente de que los sondeos en esta época de populismo, desafectación e incertidumbre, con sucesos vertiginosos y turbulentos, cambian las intenciones de los votantes en segundos.
Se fija el columnista en un detalle que para nada es menor, el hecho de que al presidente del Gobierno socialcomunista no le chiflaran tanto como otras veces durante su última aparición pública:
Horas después se celebraba en La Coruña la cumbre hispano-alemana –el eje socialdemócrata– y a la llegada del presidente del Gobierno no hubo, como suele, abucheos, sino pitos y palmas, división de opiniones. Todo indica que Pedro Sánchez ha iniciado el contraataque para enfrentarse con lo que él llama la caverna mediática y el partido de los ricos.
Asevera que hay un empeño por voltar la opinión nefasta que hay sobre el jefe del Ejecutivo:
El imperio de la mentira, hacer de la utilidad verdad, la dureza de piel, son rasgos del político, según Ortega. Esos trazos están en el retrato de Pedro Sánchez. No sé si el rechazo al presidente puede o no cambiar, pero ya está claro que quiere darle la vuelta a la opinión pública.
Del Pozo detalla con minuciosidad la táctica derrochadora de Sánchez para conseguir votos:
Anuncia millones de abonos gratis de Cercanías, aumento de la paga a funcionarios y una medida que puede hacer bailar los sondeos: la subida de las pensiones casi al ritmo de la inflación y esta vez no era mentira. Va a gastar casi 200.000 millones con el objetivo de cambiar el voto de más de nueve millones de jubilados que pensarán en el 8,5% antes de meter la papeleta en la urna. Le acusan de hipotecar la vida de las próximas generaciones, de pagar con el dinero de todos su campaña electoral. Pero él está dispuesto a disparar no con la pólvora del rey, como los soldados de los tercios, sino con la panoja del contribuyente.
Y sentencia advirtiendo a Feijóo que no dé por conseguidos determinados votos:
Si sigue con la chequera en la mano, Feijóo puede temer que lo vayan a echar los bomberos. Los jubilados son los que menos se abstienen y solían votar al Partido Popular. Después de la subida, las pensiones máximas superarán el sueldo de los médicos y los puretas tendrán unos euros más para jugar al tute.
