EL REPASO

Alfonso Rojo: “El sacristán de Algeciras, el nombre de las cosas y el agilipollamiento general”

En el caso de Algeciras, se ha sumado al enredo hasta la Conferencia Episcopal, esa que se hizo la despistada cuando los curas y obispos vascos apoyaban las iniquidades de ETA y la que hace que no se entera viendo a su sucursal catalana aplaudir el separatismo insolidario

He leído esta mañana un titular que me ha puesto los pelos como escarpias:

“Al menos 7 muertos en un tiroteo en una sinagoga de Jerusalén”

Un tipo aparca su coche frente a una sinagoga judía y cuando salen en grupo los fieles, los ametralla desde la ventanilla con un fusil automático y huye de la escena.

Y el periodista no usa la palabra ‘asesinados’, ni ‘terrorista’, ni ‘atentado’ ni nada parecido.

Presenta los hechos como una especie de accidente, donde no hay ‘fanático palestino’, ni ‘odio’ y ni siquiera ‘crimen’.

Ya les adelanto que ese titular no corresponde a TVE, El País, LaSexta o cualquier otro medio progre, sino a la sobrevalorada y cada día mas rupestre BBC británica, pero podría perfectamente abrir la portada de un órgano de propaganda español.

Sanchista y no sanchista.

Prueba reciente de ello es lo que acaba de ocurrir con el atentado yihadista contra varias iglesias cristianas de Algeciras, donde además de un cura malherido, resultó muerto a machetazos un sacristán.

Cambiar de nombre a las cosas, no modifica su naturaleza, pero en el periodismo y en la política española se altera sistemáticamente la nomenclatura y se ablandan hasta los verbos, para intentar engañar al personal.

En esta maquiavélica practica son consumados maestros los representantes de la izquierda, aunque cuentan casi siempre con la colaboración pastueña de una parte de la derecha, a la que pueden sus complejos culturales.

En el caso de Algeciras, se ha sumado al enredo hasta la Conferencia Episcopal, esa que se hizo la despistada cuando los curas y obispos vascos apoyaban las iniquidades de ETA y la que hace que no se entera viendo a su sucursal catalana aplaudir el separatismo insolidario.

Se cambia ‘asesinado’ por ‘fallecido’, se repite que lo ocurrido no tienen nada que ver con la religión, aunque el homicida gritara ‘¡Ala es Grande!’ cada vez que soltaba un mandoble, se insta a ‘no sacar consecuencias antes de que concluya la investigación’, cuando ellos las sacan desde el inicio; y se intenta dejar todo en el ámbito de la psiquiatría, para que no emerjan asuntos delicados como la inmigración ilegal, las fronteras porosas, la integración de las minorías, la incompetencia del ministro Marlaska o la estulticia del Gobierno PSOE-Podemos.

Y ninguna autoridad de relumbrón asiste al entierro del sacristán, como si la muerte del desventurado fuera un crimen común, obra de un ‘loco’, un ‘ataque demente’ como escribe el necio Juan Carlos Monedero.

No sé si esto es reversible, pero llevamos tiempo en España en un proceso de agilipollamiento general.

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