Seguro que todos ustedes recuerdan la escena y tienen vívidamente grabada en la memoria la imagen imponente de la viuda de David Pérez Carracedo, uno de los dos guardias civiles asesinados en Barbate, cuando en el funeral impidió que Marlaska prendiera una condecoración en el féretro de su marido.
Su “¡No! ¡No! El no lo hubiera querido” frenó en seco al ministro de Sánchez, que intentaba hacerse una foto para la galería y al final fue otro agente, un compañero del muerto, quien colocó la medalla en el ataúd.
A esas horas, el marido de Begoña andaba pavoneándose en los Premios Goya, entre los majaderos del cine.
Pues imaginen el dolor que debe sentir esa mujer sabiendo que los criminales, que acabaron con la vida de David y Miguel Ángel, siguen sueltos.
Sus dos hijos son todavía muy pequeños y aunque echarán en falta al padre, probablemente no son muy conscientes de la ignominia.
Pero ella si.
Ella, que reaccionó airada en el sepelio porque consideraba que Marlaska y su cuadrilla eran responsables de la tragedia, sabe hoy que los mismos que mandaron irresponsablemente a cinco guardias civiles en una pequeña zodiac a enfrentarse con las gigantescas narcolanchas de los traficantes de droga, todavía no han atrapado a los autores materiales del crimen.
Y ni Marlaska, que tantos policías antidisturbios despliega para blindar la sede-puticlub del PSOE en Ferraz, ni su jefe Sánchez, que tantos recursos moviliza para acallar a los periodistas no adictos al régimen, dicen o hacen nada.
Ni siquiera se han preocupado de dotar con más medios a la Benemérita en la zona, para que la desgracia no se repita.
Porque no se si se han enterado de que, analizando meticulosamente los vídeos del incidente, la Guardia Civil concluye que los seis detenidos a las pocas horas del crimen, El Cabra y compinches, no eran quienes iban a bordo de la narcolancha que arrolló la zodiac de David y Miguel Ángel.
¿Cómo es posible tanta incompetencia?
Porque los agentes no fueron asesinados en un callejón oscuro y sin testigos, sino a la vista de todo el mundo.
Frente al muelle repleto de imbéciles que vitoreaban a los maleantes.
Y las narcolanchas hacía muchas horas que se lucían en el puerto.
Ahora se habla de un narco magrebí llamado Karim, que huyó a Marruecos y en Marruecos se queda, porque nuestro vecino del sur no extradita a sus nacionales y Sánchez tiene demasiado miedo a Mohamed VI como para ponerse farruco.
El marido de Begoña y su subalterno tienen que dar explicaciones.
Y urgentes.
No sólo porque han tenido tres meses en prisión a seis tipos equivocados, sino sobre todo, porque la viuda de David, sus huérfanos, la de Miguel Angel y todos los españoles de bien se las exigimos.
