Ha llegado el 21 de diciembre de 2012 y el mundo no se ha terminado, lo que no supone ninguna sorpresa. En el caso de que los apocalípticos hubieran tenido razón, habría sido curioso escuchar a los políticos en su último y urgente mensaje, mientras todo tipo de catástrofes destruían la tierra.
Rajoy podría decir solemne: «Tengo que comunicar a los ciudadanos que la crisis termina hoy y el paro desaparece». Mas podría haber hecho una comparecencia conjunta con Oriol Junqueras protestando: «La caverna mediática y el Gobierno de ‘Madrit’ se han conjurado con las fuerzas cósmicas para destruir la esperanza del camino hacia la libertad del pueblo catalán». Rubalcaba, por su parte, habría proclamado: «Rajoy no llevaba en su programa la destrucción del mundo, es una nueva mentira masiva del PP». Cayo Lara y Llamazares, definitivamente reconciliados, dirían felices: «Marx tenía razón, el capitalismo ha llegado a su fin coincidiendo con las privatizaciones del PP». Por parte de UPyD, Toni Cantó difundiría en Twitter un video con un asteroide chocando contra la tierra mientras una voz en ‘off’ proclama: «A tomar por culo…»
Pero como no ha ocurrido nada de lo anterior, nos tenemos que conformar con los artículos de opinión de la prensa impresa. Hemos de señalar que, aunque la tierra no vaya a dejar de existir tal como la conocemos, sí parece haber llegado el fin de la inspiración de muchos comentaristas del papel. Tal vez sea que están pensando en las próximas fiestas navideñas, tal vez por otro motivo. En cualquier caso, gran parte de las columnas de la jornada son entre sosas y medianamente pasables. Como siempre hay excepciones, este humilde lector de columnas dejará constancia de los textos que más le han llamado la atención el día en el que el mundo no fue destruido.
Arrancamos en El País, donde Fernando Vallespín firma Rajoy y los mayas. Con ese título no le extrañará a nadie que arranque hablando de un apocalipsis que no ha llegado y del inquilino de La Moncloa:
Si usted, querido lector, está leyendo esta columna es que hoy, 21 de diciembre del 2012, no se ha acabado el mundo. O sea, Rajoy permanecerá al frente de los destinos de España. Y el milagro no es que no se haya producido el apocalipsis, sino que este país siga vivo, que no haya fenecido de las muchas metástasis que se extienden por su cuerpo. España continúa existiendo a pesar de la predicción de los mayas y de la acción del Gobierno, y eso ya es un motivo de celebración. Sobre todo porque tampoco hay oposición ni el suficiente pulso en la sociedad civil como para emprender la dirección correcta. El Gobierno empuja con sus recortes en una estrategia de acción monocorde, y la sociedad, indignada y perpleja, reacciona en su contra. Tesis y antítesis que nunca acaban de encontrar una síntesis.
Describe al registrador de la propiedad metido a Gobernante de manera muy dura:
El primer año de la Era Rajoy ha sido un año perdido. No ya tanto por lo que el Gobierno ha hecho -fundamentalmente recortar y, eso sí, poner orden en el caos bancario-, sino por lo que ha dejado de hacer. La estrategia de Rajoy ha sido doble. Por un lado, y contrariamente a lo que caracterizó a Zapatero, poner a sus ministros de escudos protectores frente a la ira de la gente. De esta forma, el presidente no solo no lidera, sino que se esconde. No es mala maniobra. El descontento se fracciona y el pagano pasa a ser el titular de alguna de las carteras conflictivas, como si sus políticas fueran el capricho de cada uno de los afectados en vez de una política general del Gobierno. De esta forma, la irritación, ya de por sí fraccionada y con tintes corporativos, se dirige a las extremidades, no a la cabeza -véase el caso Wert-. Esto, por cierto, podría indicar otro final, el de los Gobiernos presidencialistas.
Este humilde lector de columnas pide perdón a sus estimados lectores por lo que va a hacer a continuación. Les va a contar que existe un artículo y les va a ofrecer el enlace, pero no la va a reseñar. Se siente en la obligación de nombrarlo por la relevancia del autor del ladrillo del día, publicado en El País, pero nada más. El diario de PRISA cede su espacio al que fuera el rector de universidad más joven de una España franquista, además de ocupar otros altos cargos en dicha dictadura, ahora transformado en izquierdista y gurú de los antiglobalización. Federico Mayor Zaragoza firma 21.12.12 B’aktún, un ‘nuevo amanecer’, un bodrio lleno de referencias al infumable Eduardo Galeano y Rigoberta Menchú, admiradora del sangriento dictador Fidel Castro, así como de lugares comunes y buenísimo cutre barato. Si usted quiere leerlo, estimado lector, hágalo. Pero recuerde que aquí le hemos advertido de que es una pérdida de tiempo.
Pasamos ahora a ABC, donde Hermann Tertsch publica Mas no engaña. Arranca con un retrato del modo de actuar del protagonista de su texto:
EL presidente de la Generalidad, Artur Mas, no engaña. Pero no porque no quiera. Tampoco se engaña a sí mismo. Pero ya está condenado a la simulación permanente. Hasta su muerte política. Que tampoco está lejana. Ayer pretendía estar abriendo un proceso histórico, al final del cual una Cataluña independiente, libre de ataduras y problemas, con una sociedad feliz, satisfecha e inmensamente agradecida. Pero no tenía el día para abundar en la épica. Presentaba Mas las dificultades como obstáculos franqueables que en ningún caso impedirán la llegada a esa nueva calidad superior de existencia como un Estado independiente. Pero Mas no engaña. Aunque quiera. Él sabe bien que las posibilidades de que todo salga así son nulas. Y aunque muy mediocre personaje, no es tan obtuso como para no saberlo.
Concluye:
A Mas, ese error, ese fracaso de hombre, le salió mal todo. Y desde el 25M están muertos todos los sueños de conseguir una aceptación en Europa para un nuevo estado separatista en territorio español. En manos de los ideólogos del separatismo izquierdista, Cataluña sería un factor de desestabilización continuo. Y un pozo negro sin libertad. Cuyo fracaso económico habrían de compensar sus líderes con permanente movilización ideológica. Que inevitablemente se traduciría en reivindicaciones territoriales y vocación expansionista y agresiva. Fenómenos siniestros así se han dado en los Balcanes. Pero Cataluña es demasiado grande y demasiado central para convertirse en un Montenegro, en el que su clase dirigente corrupta vive con apoyo de la mafia rusa una existencia sin sobresaltos. Cataluña, como parte vital de España y de Europa occidental, no puede huir hacia una existencia marginal, por mucho que algunos socialistas nacionalistas se sintieran tentados. El proyecto no sólo es perverso. Es imposible. La cuantía, en todo caso inmensa, del daño que van a generar, depende de cuándo reconozcan esta certeza sus protagonistas.
Resulta llamativo que si Tertsch en ABC titula diciendo que Mas no engaña, Alfonso Merlos en La Razón hable sobre el mismo político en un artículo llamado Cadena de mentiras. Aunque nunca cita el nombre de Artur Mas, no hace falta que lo haga, es evidente que habla de él. Le pega, dialécticamente hablando, desde la primera palabra:
Un episodio más. Decisivo. Y una nueva farsa. Estamos ante un personaje que se ha comportado, en efecto, de manera extravagante y extraña; pero que al mismo tiempo sigue manteniendo un cierto nivel de credibilidad entre su boba parroquia. Ésa es la verdad y ése es el escenario que, hoy por hoy, se presenta dificilísimamente reversible.
Califica como mentiras varios de los argumentos que ofrecen los independentistas, y añade:
¿Qué es eso de que los emperadores del soberanismo pretenden construir un proyecto sobre las bases del respeto mutuo y la tolerancia? ¿De qué van los que dicen que es perfectamente factible la emergencia de un nuevo Estado enemigo de España pero amiguísimo de Europa? ¿A cuento de qué esta patraña de generar estabilidad por parte de los que están en una huida hacia delante para la división y la gresca.
Merlos concluye:
Digámoslo claramente. Hace falta tener poca vergüenza para proclamar pomposamente que España ni protege ni defiende ni respeta a los sufridos ciudadanos de una de sus regiones. Son ustedes, señores del 3%, los que han dejado tirados, los que han atacado y los que han ultrajado a sus compatriotas. Acaben ya con sus trampas y con su insolencia. Compórtense como políticos y no como viles y alicortos pajarracos.
Finalizamos este ‘Afilando columnas’ con El Mundo. Federico Jiménez Losantos también escribe sobre el presidente catalán y sus planes independentistas. Lo hace en Mas sigue el guión:
Antes del 25-N, cuando se discutía sobre la mayoría absoluta de CiU, comenté aquí que una mayoría no aplastante era mejor para Mas que la aplastante que auguraban algunos mentideros demoscópicos. Después de las elecciones, cuando muchos dijeron que Mas había fracasado, yo me ratifiqué en el análisis anterior. Y es que, más allá de la mortificación personal del presidente de la Generalidad, para el plan político de Convergencia un resultado que le permitía completar la mayoría absoluta con el segundo partido en escaños y que ese partido fuera ERC, era cómodo, práctico y eficacísimo.
Da por hecho que ICV y CUP van a sumarse a quienes apoyan la convocatoria del referéndum, pero que CiU y ERC van a tener que hacer «una maniobra envolvente que convierta al PSC en un aliado más». Explica como, en su opinión, lo harán:
¿Cómo? Presentando el referéndum como la simple aplicación técnica de lo que los socialistas llaman, para mortal escalofrío del PSOE, «derecho a decidir». Chacón puede decir misa y Pere Navarro cantar la jota de Calanda, pero el derecho a decidir sólo puede significar una cosa: el derecho a decidir la independencia de España por parte de Cataluña. Y creo que el PSC se sumará al bloque CiU-ERC-ICV-CUP, dejando solos al PP y Ciudadanos. También creo que Izquierda Unida -por las mismas razones del PSC- acabará apoyando el «derecho a decidir» y el referéndum.
Concluye:
Y, finalmente, el PSOE se sumará en parte o no se opondrá del todo, rompiendo cualquier resistencia institucional española. Porque, diga lo que diga, ¿alguien cree que Rajoy resistirá? Yo, no.
También en el periódico de Unidad Editorial Manuel Jabois publica El anuncio de Cospedal. Se refiere a un video de la presidenta de Castilla-La Mancha animando a consumir productos de dicha región. Dice:
Campofrío tenía todo previsto para su éxito en Navidad salvo Cospedal, que se ha descolgado con una larguísimo anuncio en el que aparece rodeada de aceites, jamones, longanizas y pistachos para promocionar los productos de su tierra, que es la tierra de Cospedal.
No le ha gustado el anuncio al articulista gallego:
El spot no deja títere con cabeza. A la secretaria general del PP parece que la han colocado en medio del escaparate de El precio justo, cuando la voz de Primitivo describía los dones del paraíso y el concursante miraba todo bufando: «Ay, Concha; ay Concha, el viaje».
Concluye:
De fondo, las banderas de Castilla La Mancha, España y la Unión Europea, como en cualquier ultramarinos. Por momentos el anuncio parece una sesión de control en la que Cospedal se defiende contando la exportación internacional del ajo morado de Las Pedroñeras. Así andan por España los vampiros como Pedro por su casa.
Volvamos a lo que comentábamos al arrancar este resumen de las columnas. No perdamos la esperanza, no al menos hasta que termine este 21 de diciembre en el huso horario más tardío (nadie ha aclarado a qué hora de qué lugar arrancaría el fin del mundo). Todavía quedan unas cuantas horas para que pueda llegar el apocalipsis y sí podamos ver las intervenciones de los políticos con las que iniciábamos este ‘Afilando columnas’, que sería el último y definitivo, claro está.