Quienes ya hemos entrado en la cuarentena, y quienes la han superado, recordamos a la perfección el pegadizo estribillo de Raffaela Carrà que decía: «Mamá, dame cien pesetas porque a América me voy». Lo que no recordábamos muchos es que la canción empezaba con un lamento: «Este pueblo no tiene ni esperanzas ni ambición».
No nos digan ustedes, aunque las 100 pesetas sean ahora unos tristes 60 céntimos, que Rajoy no podría haber cantado esa pieza los días previos a su viaje a EEUU, que sin duda alguna él considerará como uno de sus grandes momentos. Claro que, a diferencia de la rubia cantante italiana, y sí sabe que volverá.
La ‘raffaelacarriana’ reunión del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante con Obama es uno de los temas más tratados en los espacios de opinión de la prensa de papel española el 14 de enero de 2014.
Y, como diría otra canción, «la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida», en El País hay quien lo celebra como una gran victoria de Rajoy, mientras que en el ‘disciPPlinado’ La Razón lo tratan como un éxito de España como país en vez de como un triunfo del inquilino de La Moncloa. También vemos en esta jornada interesantes columnas sobre ETA y un columnista de El Mundo que sale en defensa de su jefe tras el enfrentamiento televisivo entre Pedrojota Ramírez e Ignacio González. Tras hacer sonar una vez más nuestra armónica de afilador, entramos en faena y damos cumplida cuenta de todo ello.
Comenzamos en el periódico del conde de Godó y Grande de España que cada vez recula más en su apuesta por el independentismo. El director de La Vanguardia, Màrius Carol, dedica al viaje de Rajoy a EEUU para reunirse con Obama un artículo titulado La audacia de la esperanza. El texto, sin llegar a ser laudatorio, no deja mal parado al presidente del Gobierno:
La Moncloa esperaba un aval a las políticas económicas de Rajoy por parte del presidente Obama, quien no escatimó elogios por los esfuerzos realizados, aunque las cifras de paro -impensables en Estados Unidos- desconcierten en la Casa Blanca. Pero la España actual no se encuentra en la situación de mayo del 2010, cuando el propio Obama tuvo que llamar a Zapatero para que diera un golpe de timón en materia económica. El presidente del Gobierno ha viajado a Washington con una larga lista de empresarios para demostrar la fortaleza del país. Además, Rajoy dará una conferencia con el título España: vuelve el crecimiento, lista para crear empleos. Todo un ejercicio de audacia.
Miguel Ángel Aguilar.
Tomamos el puente aéreo y nada más aterrizar en Madrid nos sentimos totalmente desorientados. No en términos geográficos, pero sí en los periodísticos. Por un momento pensamos que nos hemos equivocado de diario y que estamos leyendo La Razón en vez de El País. En el diario de PRISA, Miguel Ángel Aguilar publica A Washington por alegrías. Con ese título, uno se espera cierta mofa sobre el presidente del Gobierno, pero nos encontramos con todo lo contrario.
Tras advertir que «los triunfalistas de la catástrofe» destacarán que la reunión en la Casa Blanca tiene lugar dos años después de que Rajoy llegara a La Moncloa, el columnista recuerda que es el quinto encuentro entre el español y Obama y entra a matar comparando todo lo que obtuvo el ex jefe del Gobierno reconvertido en supervisor de nubes:
Habrá que recordar a los olvidadizos propensos a ladrar su rencor por las esquinas que al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, durante los ocho años que habitó en La Moncloa, apenas se le vio en aquel desayuno nacional de oración de marzo de 2010 leyendo un pasaje del Deuteronomio, que reza: «No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros (…). En su día le darás su jornal, pues es pobre (…)». Allí tuvo su momento íntimo, acompañado por lo más granado de los dirigentes de los medios y lo más selecto del empresariado, que entonces ignoraba su condición emblemática de marca España.
El afilador de columnas se ha quedado con la sensación de que lo anterior podría haber sido escrito, sin duda alguna, por Francisco Marhuenda. Pero, como decíamos más arriba, «sorpresas te la vida, la vida te da sorprendas, ay, ay». Lo que no sabemos es a cuento de qué viene esta pasión rajoyana por parte de un columnista de las filas cebrianescas.
Ahora saltamos a La Razón, la genuina, no esa que se ha colado por un día en una columna de El País. Nos encontramos con que en dicho periódico son varios los artículos celebrando el encuentro entre Rajpoy y Obama. Pero todos ellos se muestran más moderados en las formas y, como ya indicábamos, se expresan más en términos de país que en la personalización de Rajoy.
El historiador José María Marco, uno de los mayores expertos en España de la política estadounidense y gran conocedor de todo lo referido al vínculo transatlántico, sostiene que estamos ante una Relación normalizada.
Dos años después de ser elegido, el presidente del Gobierno español presenta hoy en la Casa Blanca una ejecutoria que le permite afirmar que España ha sentado los fundamentos para una salida de la crisis estable y duradera. España vuelve a ser un país fiable, y en la Casa Blanca, enfrentada a serios problemas internos y un descenso notable de la popularidad del presidente, sabrán valorar una oferta de colaboración como esta. Va centrada, como es natural, en el apoyo de nuestro país al Tratado de Libre Comercio y en profundizar y mejorar las relaciones económicas entre los dos países: más exportaciones en ambos sentidos y más inversiones. La relación con Estados Unidos se desarrolla naturalmente a partir de los pasos que se han venido dando dentro.
Concluye:
Lo ocurrido en las relaciones con Estados Unidos demuestra que al no existir un consenso sobre la nación española, no hay tampoco consenso sobre el que fundar la política exterior. Parece más razonable, por tanto, limitar las ambiciones. Basadas en la pura voluntad, estas pondrían en peligro lo que ya se ha conseguido recomponer. Siendo las cosas lo que son, vale más la prudencia. También conviene ser consciente de lo mucho que se está echando a perder.
El diplomático que ha lucido las pajarotas más famosas de España, Inocencio Arias, escribe en el mismo periódico España, en la buena vía:
El viaje tiene interés para subrayar no ya sólo ante Obama sino ante un auditorio adecuado yanqui, empresarios, inversores, analistas… que España sale del marasmo. Rajoy debe convencer, y esto, no se le da mal cuando sale que España, aunque aún le queden tropezones, está en la buena vía. Lo importante es que lo haga no ante los «sospechosos habituales»(empresarios españoles y altos cargos celtibéricos, que ya están masajeados y predicados) sino, detalle clave, ante actores relevantes americanos.
Saltamos a ABC, donde el viaje de Rajoy le sirve a Ignacio Camacho como percha para comentar otras cuestiones. Titula Volver:
Después de levitar en la moqueta de la Casa Blanca debe de dar mucha pereza despachar con Jorge Fernández y Soria, oír la cansina matraca de Mas o atender los prosaicos requerimientos de Monago o de Fabra. Pero sucede que España también acaba volviendo siempre a las andadas de sus demonios interiores y gobernar equivale a forcejear con ellos para tratar de encerrarlos en el armario histórico del que pugnan por salirse.
En ese empeño es en el que el jefe del Gobierno parece ausente, como invadido de melancolía casinaria aunque en realidad se trate de un peculiar estilo llamado marianismo que consiste en lo contrario de ir y venir: quedarse quieto y esperar a que los demás pierdan el rumbo y no sepan volver de sus viajes a ninguna parte. Más que asemejarse a Ulises, el fundador del mito del retorno, lo que a Rajoy le gusta es tejer el manto de Penélope.
Ignacio Ruiz-Quintano.
En el diario Madrileño de Vocento encontramos la única columna digna de mención dedicada a versión burgalesa de las actividades borrokas. Ignacio Ruiz-Quintano titula su artículo sobre los disturbios en la ciudad natal de este humilde lector de columnas con el nombre del barrio que tan famoso se ha hecho en pocos días en el resto de España: Gamonal –por favor, rogaría a todos los periodistas que aprendan de una vez que el nombre de dicha zona de Burgos no tiene artículo; es Gamonal a secas, no «El Gamonal»– .
En junio del 77, durante las fiestas patronales, Gamonal se levantó contra el «hinchismo» con «ikurriña» del Athletic que volvía de perder en los penaltis la Copa del Rey con el Betis en Madrid: en el atasco algunos agitaron billetes de mil pesetas y arrojaron rebojos de pan a los transeúntes, que tocaron a rebato y ardió Troya, que era esa calle de Vitoria que Lacalle, el alcalde posmoderno, va a transformar en un bulevar que en realidad es un aparcamiento que los vecinos no quieren pagar.
Es la ley del hormiguero contemporáneo, donde las hormigas ya no se alteran por la doctrina Parot, sino por un ticket de aparcamiento.
Pero que nadie se equivoque, Ruiz-Quintano no defiende la obra de la polémica, en absoluto:
[El alcalde] Lacalle tiene la obsesión gallardónida del Progreso: no le gustan los toros, a cuya barrera acude con bocaditos de «Recadhos», y planea tirar la plaza para levantar un «multiusos» como la Caja Mágica de Gallardón en Usera. Tampoco le gustan los coches, y se propone construir en Gamonal un bulevar de motos y bicis como el de Gallardón en Serrano.
La demagogia hace el resto, es decir, el caos, y Llamazares, incapaz de encontrar una oración en la Biblia, encuentra en Gamonal una ocasión para lo suyo.
Y puesto que la mención de la doctrina Parot ha medido, aunque sea de refilón, a ETA en este afilando columnas, nos lanzamos ahora sobre el artículo de Juan Carlos Girauta, titulado Idiotas. El brillante columnista catalán pone a caldo, con razón, a todos esos intelectuales, periodistas y artistas que siempre han defendido y justificado (cuando no celebrado) la violencia si se ejerce invocando «móviles políticos»:
Las Brigadas Rojas en Italia, o la Fracción del Ejército Rojo en Alemania, fascinaron a numerosos cronistas, profesores y creadores. Un puñado de películas españolas dan fe del trato comprensivo, de la voluntad de humanización, de la indudable empatía que han despertado los asesinos de centenares de compatriotas entre algunas gentes del cine. Su preocupación por acercarnos a las víctimas, existiendo, ha arrojado muchas menos cintas y ha contado con difícil financiación y limitadísima distribución.
Concluye:
Lo único que explica la comparecencia social de matarifes en la localidad vizcaína [Durango], y su puntual cobertura mediática, es aquella finalidad invocada que tapa la sangre vertida; la aceptación por parte de una serie de pequeños grupos influyentes -que injustamente se proclaman progresistas- de que el anuncio de algún cambio en el enfoque «estratégico» de ese hatajo de asesinos, que ahora ven interesante el derecho a decidir, encierra algún interés. Lo cual exige que dichas elites pierdan de vista ciertas evidencias accesibles a cualquier publicista, como que los medios hicieron de realizadores de un spot de ETA.
El prestigio del terrorismo sigue vigente. Porque hay que agradecerles que, de momento, no nos maten, y ese agradecimiento comporta cesiones del Estado, que coloca al enemigo en las instituciones, manejando dinero público e investido de autoridad. Así, en una actuación judicial y policial contra un frente etarra clave, lo suyo es dudar de la Justicia y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y creer a Arantza Zulueta.
Arcadi Espada.
Cerramos nuestro repaso diario a las columnas de opinión del papel con dos artículos de El Mundo. En el primero de ellos nos mantenemos en lo referido a ETA. Su autor es Arcadi Espada y se titula Los cien mil. En concreto, se refiere a la manifestación a favor de los terroristas encarcelados que tuvo lugar en Bilbao unos días antes:
Los vascos (sinécdoque), y qué decir de los vascos concretos de Bilbao, son gente decidida y ahora lo sabemos una vez más.
Gente decidida por lo que hace y por lo que no hace. Ahora sabemos que era una infamia acusarlos de cobardes cuando, en la plena actividad etarra, solo cuatro frágiles desairados salían a la calle a recordar a las víctimas del terrorismo y a acompañar a sus huérfanos. La violencia lleva dos años acabada y aún es el momento de que decenas de miles de personas recorran alguna calle vasca con esos propósitos. No, no era miedo. Aunque es cierto que ahora en la paz exhiben con más rotundo esplendor lo que son.
Este afilador de columnas se teme, querido lector, que Espada tiene mucha razón. Cuando se decía que los vascos comenzaban a manifestarse contra ETA porque habían «perdido el miedo», algunos sospechábamos que ocurría lo contrario. Que muchos empezaban a tenerlo y que por eso salían a la calle, por el temor que les causaba que las víctimas ya no eran sólo de otros lugares o de profesiones muy concretas, en especial esas que requieren usar el uniforme militar o policial. No vamos a decir que todos los vascos estaban con los terroristas, pero la realidad es que a una buena parte de ellos sí lo estaba o, al menos, no les importaba que asesinaran mientras su víctimas fueran ‘otros’.
Antonio Lucas.
Concluimos con Antonio Lucas, que sale en defensa de Pedrojota Ramírez tras la bronca que le echó el presidente de la Comunidad de Madrid —Ignacio González a Pedrojota por el ‘caso ático’: «¡Esto que publica es otra basura a la que usted nos tiene acostumbrados!»–. Titula Basura:
El señor González no calculó que si un periódico da basura es porque la realidad que algunos generan es basura. Sucede, por ejemplo, cuando el gansterismo se instala en el Estado. Cuando el avecrem de un país es un caldo grueso de políticos judicializados. Cuando el timón se lo reparten entre los viciados y los culpables. No sé si me explico. Basura es hacer de la política una hermosa lavandería. Basura es degradar a la peña hasta un continuo incinerarse, mientras un periódico revela las trampas y los saqueos perpetrados desde los poderes. Basura es hacer de las vidas decentes una agonía. Basura es traspapelar la verdad con la amenaza. Basura es confundir el préstamo del voto con un contrato ilimitado. Basura es no tener huevos para reconocer los errores. Basura es acosar. Basura es aceptar la mordaza de los partidos y la disciplina de voto. Afirmar que la prensa es basura, así, a bulto, es tener una limitadísima visión de la realidad humana. Y eso no mola.
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