OPINIÓN / Afilando columnas

Raúl del Pozo avisa del próximo movimiento de IU y Podemos contra Juan Carlos I: «Se maquinan querellas»

Carlos Elordi predice un Gobierno de izquierdas del que el PSOE tan sólo "formará parte"

Alfonso Ussía lee la cartilla a Juan Carlos I: "El Rey abdica con sus alabarderos dándole guardia. No con fotos familiares"

Nadie puede negar a Juan Carlos I la capacidad de contraprogramar a los políticos. Desde que el Rajoy saliera en televisión para anunciar que el Rey le había anunciado su decisión de abdicar, los medios prácticamente nos hemos olvidado de los cuchillos largos que vuelan por Ferraz, las tribulaciones del partido del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante y hasta de ‘Pablemos’ Iglesias. Este último se esfuerza por seguir en primer línea exigiendo un referéndum sobre la monarquía, pero no hay manera. No es lo mismo ser el protagonista de la noticia que ser alguien que opina sobre ella.

Dos días después de que Juan Carlos I nos anunciara a los españoles que su hijo dentro de poco va a dejar de ser becario de rey, que ya tiene una edad, para convertirse en Felipe VI, esta cuestión sigue marcando la agenda de los espacios de opinión de la prensa de papel. El 4 de junio de 2014 prácticamente todos los artículos están dedicados a comentar algún asunto relacionado con la abdicación y la sucesión. Hacemos sonar, sin entonar una Marcha Granadera que no sabemos tocar, nuestra armónica de afilador y pasamos a dejar constancia de todo ello.

Arrancamos en Barcelona, con un artículo del auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’. Carlos Elordi publica un artículo en El Periódico titulado Ahora puede pasar de todo. Sobre la llegada al trono del todavía Príncipe de Asturias dice:

Felipe de Borbón se hará con la Corona sin mayores sobresaltos. Sus problemas vendrán después, y hoy por hoy nada garantiza que la operación del relevo vaya a salir bien. Entre otras cosas, porque buena parte de ella ha sido improvisada.


Carlos Elordi.

Pero lo realmente jugoso llega después:

A mediados de julio llegará el congreso del PSOE. Y los ojos del poder están puestos en esa cita. Porque el partido puede optar por una línea continuista o, por el contrario, irse a la izquierda para salir de su marasmo. Y esto último puede conllevar algún tipo de cuestionamiento de la Monarquía. Hay argumentos para apuntarse a lo uno y también a lo otro. Pero puede ser ilustrativo que más de un respetable analista extranjero no descarte que en el futuro haya un Gobierno de izquierdas en España. Y el PSOE formaría parte del mismo.

Nos ha llamado la atención eso de «más de un respetable analista extranjero». Le pediríamos a Elordi que concrete nombres y medios, para que otros podamos valorar si son respetables o no. De esta manera da la impresión de que se agarra a lo que haya escrito o dicho cualquier tipo al norte de los Pirineos o al sur del Canal de Panamá (en esas tierras venezolanas, ecuatorianas o bolivianas tan queridas por los líderes de ‘Pablemos’) para expresar su propio deseo de un nuevo Frente Popular encabezado por los trosko-bolivarianos de Mondero, Errejón y compañía.

Tras tomar el puente aéreo y aterrizar en Madrid nos asomamos a El Mundo. En la contraportada del diario ahora cortesano nos encontramos con una de esas columnas de Raúl del Pozo cuyo valor no está tanto en su opinión como en la información que suelta. Para comprender la importancia de lo que dice, primero hay que ver el principal titular de la portada del diario ahora dirigido con puño de hierro por Casimiro García-Abadillo —La hija de Pedrojota acusa a Casimiro de haber implantado la censura en ‘El Mundo’–: «El Rey Juan Carlos perderá su blindaje judicial durante meses«. Y una vez leído esto, veamos lo que comenta Del Pozo:

IU y Podemos parecen dispuestos a querellarse contra Juan Carlos si éste pierde la invulnerabilidad. Le pregunto en el plató de ‘Al rojo vivo’ a José Luis Rodríguez Zapatero -uno de los áulicos del Rey entre bambalinas-, si se ha hablado con el Monarca de fuero o inmunidad. «Yo no he hablado con él de ese asunto», contesta. Cuando salgo del plató de Antonio García Ferreras, me entero de que se maquinan querellas, aunque Julio Anguita está seguro de que al Rey le han garantizado que por sus actos pasados no puede ser enchironado. Quizá en el futuro el Rey tendrá que tener cuidado de no ir en la moto sin casco, lo cual es esperpéntico.

Este humilde lector de columnas no ha podido evitar imaginarse a Cayo Lara y Pablo Iglesias saliendo juntos de los juzgados de la Plaza de Castilla y, rodeados de seguidores con el puño el alto y banderas tricolores y soviéticas, blandir ante las cámaras las querellas recién presentadas contra ‘el ciudadano Juan Carlos’.

Pasamos ahora a ABC, donde Antonio Burgos plantea una cuestión interesante: ¿Abdican los juancarlistas? Tras recordar el típico argumento que dan muchos de que son ‘juancarlistas’ pero no monárquicos, plantea:

Miedo me dan hoy los juancarlistas. ¿Qué harán ahora que su Rey ha abdicado? Aunque insistan en que no eran monárquicos, ¿se harán felipistas, partidarios fervientes de Don Felipe VI? ¿O abdicarán ellos también de la admiración, respeto y aprecio por la Institución, que han ligado, ay, a una persona y no a un concepto consustancial con la Corona, cual la continuidad dinástica? En esta hora me hubiera gustado que en España hubiera habido menos juancarlistas y más monárquicos a secas, sin nombres ni personalismos, de los de la Corona y Sanseacabó.

Concluye:

Cómo será la grandeza de la Monarquía, que verá usted cómo, tras la proclamación como Rey del Heredero, cuando se diga «felipista» nadie se va a acordar de González. El juancarlismo ha terminado: ¡viva la continuidad dinástica!

Ya veremos, ya veremos. Por el momento, dada la profusión de banderas comunistas y de tricolores con una estrella roja en el centro (del estilo de las que impusieron los estalinistas a enseñas como la de Hungría) entre los manifestantes de Sol, esos que están pidiendo el referéndum sobre la jefatura del Estado han logrado que algunos que defendemos la idea de la república nos hayamos situado claramente del lado de la continuidad monárquica.

Seguimos en el diario madrileño de Vocento, donde nos topamos con Ignacio Ruiz-Quintano. En una columna titulada simplemente El Rey dice:

Vale que los tiempos corren, pero la renuncia del Rey muestra que en España los regímenes y los reinados duran dos generaciones: el tiempo que empleamos en hacer un capitalito (económico, pero también moral) más el tiempo que tardan nuestros hijos en dilapidarlo. Después, «tabula rasa», estreno de régimen, amnistías generales y volver a empezar. Es la mentalidad católica del pecado y el arrepentimiento (reseteo) aplicada a la política.

Esto nos recuerda a lo que, dos días antes, el afilador de columnas le comentaba a sus compañeros de Periodista Digital. Desde la Guerra de la independencia, los borbones en España han ido de dos en dos. Es un hecho, no una mera estadística. Esta es la serie: Fernando VII e Isabel II. Esta es destronada y las Cortes nombran a Amadeo de Saboya, tras lo que llega la I República. De ahí pasamos a Alfonso XII y su hijo Alfonso XIII, que huye del país y llega una nueva república y después los largos años del franquismo. Con la muerte del dictador, es proclamado rey Juan Carlos I, al que va a suceder Felipe VI.

Ahora la pregunta es: ¿Tendrían Felipe y Letizia que imitar a Isabel y al último Alfonso y hacer las maletas? La estadística juega en su contra y en la de la todavía infanta Leonor. Pero es sólo eso, una estadística. Habrá que ver lo que ocurre.

Pero volvamos a Ruiz-Quiintano, que termina retratando el pijo-progre hispánico:

-Una nueva generación reclama por justa causa un papel -dijo el Rey.

Y no miraba a la calle de Ferraz, donde el viejo socialismo de Puerto Hurraco permanece fiel a Rubalcaba, pero el joven «socialismo Benarroch» (y yo creo que Benarroch misma), con todo el pijerío salamanqués (distrito madrileño), vota a Pablito Iglesias, el tipo que emocionó a Spielberg con su coleta y una bicicleta.

El toque de humor nos lo ofrece el subdirector de Opinión de La Razón, José Antonio Gundín. En un artículo titulado El Rey, en el limbo pide que se regule bien la situación en la que quedará el todavía jefe del Estado ante posibles veleidades populistas de parte de la izquierda como las apuntadas por Raúl del Pozo. Añade con gracia:

Por lo demás, tranquilos. Mientras Jordi Hurtado siga gorjeando puntualmente a las tres y media de la tarde su «Saber y ganar» en La 2 nada perturbará la siesta de los españoles y algo tan excepcional como la abdicación de un rey puede ser digerido con entera normalidad.

Cualquiera diría que ha leído los chistes en Twitter que bromeaban con la continuidad del eterno presentador mientras cambian los reyes y hasta los papas.

Concluye:

En cuanto a los republicanos de Sol, una vez que han descubierto consternados que Cayo Lara es en realidad un infiltrado de La Zarzuela, deben ser informados de que la Monarquía no caerá en tanto Antonio López no termine el cuadro de la Familia Real. O sea, que tenemos FelipeVI para rato.

Y terminamos con uno de los monárquicos de referencia en el periodismo español. Alfonso Ussía, a diferencia de otros, no es cortesano y en su papel de defensor de la monarquía exige del Rey un comportamiento acorde con las normas y las tradiciones de dicha institución. Por este motivo, en Escena pobretona muestra su disgusto con la manera en que Juan Carlos I ha anunciado su abdicación.

El lunes, el Rey abdicó la Corona de España. No se trataba de un acto oficial de todos los días, sino de una decisión trascendental y una comparecencia única. También hubo complejo. Una imagen pobretona, en su despacho y cinco minutos que pudieron ser diez, por lo menos. Un traje gris y una corbata verde amarillenta. A su espalda, alguna fotografía del Rey, el Príncipe y Don Juan. Emotivo, fundamental y extraordinario por la singularidad del momento, el contenido. Pobre y deslavazado el continente. Bien el fondo y mal la forma. Creo que podría haberse grabado su abdicación en el Salón del Trono del Palacio Real, con el Gobierno en pleno, representantes de todas las instituciones del Estado, dirigentes de los partidos políticos, jefes de las Fuerzas Armadas y demás altos cargos con la Reina y los Príncipes de Asturias presentes durante la lectura de las palabras del Rey.

Concluye:

Entre el chándal de los tiranos y la uniformidad de Isabel II hay un largo abanico de posibilidades. El Rey no estaba pronunciando un mensaje de Navidad. Estaba abandonando el trono después de 39 años de formidable Reinado. No sé, pero un poco más de gusto y estética institucional no hubieran estado de más. Escena pobretona para un acto fundamental. El Rey abdica con sus alabarderos dándole guardia. No con fotos familiares.

Nadie puede negar a Ussía coherencia en sus planteamientos.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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