OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Santiago González dice que el pueblo español, que no se indigna con Wyoming o Sabina, no le perdona ni media a la Infanta

Curri Valenzuela revela que ya en otoño Aguirre habló de su candidatura con Rajoy y entonces éste "no se dio ni por enterado"

Antonio Burgos define la solidaridad como "un camelo para salir en la foto"

En el Día de Nochebuena de 2014, traigo como primera columna reseñada la escrita por Alfonso Ussía en La Razón y titulada ‘El lomo de la gitana’. En ella cuenta el castigo que le impusieorn en la mili por comprar un cambio de guardia: hacer ésta en Nochebuena.

El 24 de diciembre, frío y soleado, me presenté cumpliendo su orden en el despacho del capitán don Rafael Urréjola, un militar estricto y humano, un señor como la copa de un pino. Estaba enfadado con mi humilde ser. Se había enterado de que días antes, incumpliendo claramente con mi deber, le había traspasado mi servicio de guardia en el refuerzo de noche a otro soldado previo pago de quinientas pesetas. -Lo siento, pero lo que usted no hizo cuando le correspondía lo va a hacer esta noche. Hará guardia en la puerta principal en el segundo relevo. Desde las 11 de la noche a las 2 de la mañana del 25 de diciembre-. La Nochebuena en el puesto de guardia.

Luego cuenta que una gitana le llevó un pedazo de loma y media botellita de jerez para pasar la noche y la melancolía. Y de este recuerdo, Ussía salta al presente con un homenaje a los guardias civiles, policías y militares que esta noche estarán de guardia.

¿Y por qué he optado por Ussía? Porque es un ejemplo de cumplimiento del deber para con los lectores del que deberian de tomar nota tanto miembro de la opinión publicada, que o bien ha desaparecido, caso de Jiménez Losantos, que en diciembre no ha trabajado ni la mitad del mes, y de los opinadores de El País, que después del esfuerzo de ayer, con el auto de la infanta Cristina, han quedado agotados y ya se han marchado a sus casas, o bien nos endilgan sus frustraciones personales, caso de Leila Guerriero (El País). ¿Estamos con ‘la obra bien hecha’ del maestro Eugenio d’Ors o con las vacaciones bien hechas?

EL ERROR DE AGUIRRE, SEGÚN FERRER MOLINA

Hoy hay tres temas en las páginas de opinión: la Navidad, el discurso del Rey y Esperanza Aguirre, que se ha colado en el belén como si fuera el Niño Jesús. Esta mujer, que suele ser una artista de la comunicación, metió ayer la pata al carraspear para hacer notar su presencia a Mariano Rajoy.

En el hueco que ha dejado Losantos en El Mundo, Ferrer Molina mezcla en un mismo párrafo dos de estos asuntos:

A la izquierda no le gustan los belenes, pero en casa no éramos de derechas. O tal vez lo éramos sin saberlo, porque mi padre decía que teníamos que ser apolíticos. Para la izquierda oficial la Navidad es poco menos que una leyenda, como el hombre del saco. Una superstición tal vez. No sé qué hará Pablo Iglesias, pero a lo más que se ha atrevido la progresía es a reemplazar los belenes de los edificios oficiales por insípidas guirnaldas y a retirar el buey y la mula de la iluminación urbana para colocar en su lugar motivos abstractos, a lo Kandinski. Quizás de ahí el arrebato de Esperanza Aguirre, ofreciéndose a Rajoy en vísperas de Nochebuena para poner las cosas en su sitio. Un error. No se puede tomar ese tipo de decisiones contaminados por la Navidad. Estos días tenemos la conciencia alterada, un poco como ocurre con los enamorados.

Sobre el discurso real, la columna más divertida es la de David Gistau (ABC), que compara a Felipe VI con una gramola, al que todo el mundo, desde el académico Juan Luis Cebrián, a la cola de la pollería, como dice Jaime González, le pide ‘su’ discurso.

Este primer mensaje navideño ha alentado una expectación insólita (…). Todo el mundo conmina al Rey a que diga lo que quiere oír, como eligiendo canción en una «juke-box». ¡Que repudie a la Infanta! ¿Otra vez? Después de haberla extirpado en el mismo discurso fundacional, ya sólo podría conectar durante el discurso con el museo de cera para que la viéramos salir en carretilla. El procesamiento de la Infanta es la credencial más contundente posible. Lo que en el Rey anterior sólo eran frases acerca de la igualdad ante la Justicia que luego incumplían las maniobras auxiliadoras del Estado, ahora se ha convertido en hechos consumados que nadie se habría atrevido a vaticinar: el banquillo para una hija y hermana de Rey. ¿Para qué agregar retórica?

Otra columna humorística es la de Pablo Molina (Libertaddigital.com): por una vez, los españoles estaremos pendientes del discurso de marras.

Todo español lleva dentro un seleccionador de fútbol y un presidente del Gobierno que solventarían nuestros problemas deportivos y económicos en un santiamén, por supuesto a base de mano dura, que es como se arreglan estas cosas.

El caso Nóos surgirá a lo largo del discurso de una u otra forma, porque cualquier mención del monarca a la corrupción de la clase política exige una referencia a este asunto que afecta a su familia directa. Con esos dos elementos la expectación está asegurada, a lo que hay que sumar el morbo de comprobar hasta qué punto el Rey se atreve a salirse de los límites que le ha prescrito Cebrián. Con tantos alicientes, esta Nochebuena subiremos el volumen del televisor y prestaremos especial atención al discurso del monarca, aunque para ello tengamos que abofetear al cuñado progre y republicanote presente en todas las familias, que ahora, además, se nos ha hecho de pablemos.

Sin embargo, Marcello (Republica.com) mete en la ‘juke-box’ la moneda para escuchar su canción preferida:

¿Qué dirá el Rey sobre todo esto? Pues para empezar el monarca debería anunciar que les retira el ducado de Palma de Malloca a su hermana Cristina y a Urdangarín. Y para seguir el Rey debería explicar que le ha pedido a la infanta Cristina que renuncie a sus derechos dinásticos. Porque eso de decir que «todos los españoles son iguales ante la ley» ya lo dijo su padre el Rey Juan Carlos en otra Navidad, y además la practica demuestra que no es así, empezando por la propia figura del monarca que es inviolable.

Y el simpático perrito aprovecha para darle con la zambomba a Urdangarín, del que espera alguna marranada en 2015.

Y cuidado con el Duque de Palma, no vaya a ser que durante el juicio, y de perdido al río, decida contar todas las ayudas directas e indirectas que recibió en sus negocios de la Casa Real y de sus primeros protagonistas, empezando por el Rey Juan Carlos y siguiendo por todos los demás. No vaya a ser que a alguien se le ocurra utilizar el peregrino argumento de que el paraguas de la inviolabilidad del Rey cubría a toda la familia si el monarca participaba de alguna manera en los hechos que se van a juzgar. Alguien, y no decimos quién, ha especulado con semejante trama y posibilidad, aunque convencido de que tan rocambolesca argucia no iba a prosperar.

En La Razón, uno de los oficiales del Regimento del Rey, Fernando Rayón, asegura que el mensaje no mencionará a la infanta Cristina.

Don Felipe está en otra cosa. Hay otros problemas más graves que afectan a la sociedad española. Y esos no los va a cambiar ni a reducir. Hará una referencia a los principios éticos en los que ha decidido basar su reinado (…) porque es consciente del desgaste que este asunto ha provocado en la opinión pública, pero sus recientes decisiones sobre transparencia y ejemplaridad de las personas de la Familia Real y de los que trabajan en la Casa, va precisamente en sas línea. Y ahí es donde Don Felipe tenía ya pensado basar su discurso

Para cerrar esta sección, recurro a otro escrito irónico, aportado por Santiago González (El Mundo), que se burla de las ansias justicieras del noble pueblo español. Primero, un reproche al juez Castro, el único que he leído basado, no en la doctrina ni la jurisprudencia, como han hecho Marhuenda y Anson, sino en la fecha:

Pero hombre de Dios, ¿no tenía otra que no fuera la víspera de Nochebuena? Los daños colaterales.

Y a continuación la pulla a los españolitos:

El pueblo español se pone muy calcetero al paso de la realeza en la carreta. Es el mismo pueblo que aplaudía a Messi al salir de declarar por un fraude de cuatro millones de euros. A nadie le indigna que Hacienda reclame otro tanto a Joaquín Sabina, casi un millón al Gran Wyoming y medio a Montserrat Caballé. La Infanta Cristina era miembro de la Familia Real y es eso lo que no perdona el pueblo español.

PODEMOS BLOQUEA LA PENETRACIÓN DE ERC EN EL CINTURÓN ROJO

La noticia política del corto día de hoy es el dedo levantado de Esperanza Aguirre pidiendo al profesor permiso para ir al baño o a las elecciones.

En ‘Órdago a lo grande’, Victoria Prego (El Mundo) expone los riesgos que corre Aguirre con su maniobra.

La apuesta de Esperanza Aguirre es fuerte y la hace porque cree que la potencia de los datos la acompaña. Pero que lo hecho por la baronesa madrileña no ha gustado en los despachos del partido lo evidencia la rapidísima salida de Carlos Floriano para diluir en la medida de lo posible su rotundo paso al frente.

Si finalmente Mariano Rajoy acaba poniéndola en la cabeza de la lista por la capital, Aguirre habrá sentado plaza como un elemento de potencia indiscutible dentro de su partido, cosa que será muy mal recibida en la calle Génova. Pero si el presidente optara por otro nombre para disputar la Alcaldía de Madrid, la carrera política de la baronesa madrileña habría acabado. Y lo cierto es que, con sus declaraciones de ayer, se lo ha puesto bastante más difícil. A ella misma y a su presidente.

Ahora ya sólo es cuestión de semanas porque la designación de candidatos se hará en enero. Y dependerá exclusivamente de Rajoy el calibrar si le compensa tener una pieza fuerte y libre dentro de su partido porque lo que se juega en Madrid es la conquista del puente imprescindible hacia La Moncloa.

En su papel de portavoz de la portavoz Carmen Martínez Castro, Curri Valenzuela (ABC) le dice a Aguirre que espere sentada y nos revela que después del verano que ésta ya se ofreció a Rajoy.

De ahí a creer que Rajoy va a adelantar la designación de los candidatos de Madrid porque ella así lo quiera, media un abismo. El presidente se va de vacaciones pasado mañana a su querida Galicia y resulta improbable que dedique unos minutos en los próximos diez días a pensar en este asunto. Su calendario es el de presentar el programa para las municipales en una convención que tendrá lugar a finales de enero y solo después anunciar los nombres de todos los candidatos.

La última vez que ambos se entrevistaron, después del verano, ella ya se ofreció para optar al ayuntamiento y él no se dio ni por enterado de la propuesta que acababa de escuchar. Tiene que ser frustrante para una mujer impetuosa como Esperanza Aguirre someterse a los tiempos lentos de Mariano Rajoy. Pero él es el jefe. Y esto es lo que hay.

Oiga, lector amigo, ni en Navidad descansamos de Podemos. ¿Se lo puede creer? Si nos limitáramos a elegir al personaje del año por el número de veces que aparece en las columnas, sería Pablo Iglesias. Antoni Puigverd (La Vanguardia), el hombre que encuentra «elites extractivas» en Madrid, pero no en Barcelona, hace un muy inteligente análisis del malestar que entre los nacionalistas ha causado la irrupción de Podemos en Cataluña:

El desembarco de Pablo Iglesias en Cataluña ha caído, sobre el ánimo del soberanismo, como aquel chorro de agua fría que, de repente, sin previo aviso, ni explicación aparente, se cuela por la cañería cuando te estabas dando una confortable ducha de agua caliente.

Podemos es el intruso al que nadie invitaría en el cuadro español. Pero tampoco es bien recibido en el saturadísimo cuadro catalán. Podemos se va quedar con una parte no despreciable de votos que el PSC creía tener en exclusiva, pero frena también el avance de C’s. Por otro lado, bloquea la prometida penetración metropolitana de ERC y, en general, compite de igual a igual con los tres grandes valores que abandera el independentismo catalán: la ilusión, la inocencia y el portazo.

Tanta alegría por la muerte del PSC por parte de CiU y ERC les impidió reflexionar sobre los espacios vacíos. No es el soberanismo el que se apodera del cadáver del PSC, sino Podemos. El catalanismo es muy fuerte y se ha recalentado, pero no abraza el país completo. La complejidad catalana no se simplifica tan fácilmente.

JOAQUÍN LUNA DETESTA LA PALABRA SOLIDARIDAD

Una de las manifestaciones que hacen insoportables estos días a todos, creídos o descreídos, es la obligación de la solidaridad. Encuentro dos columnas que critican el carajal solidario y que me saben a café humeante con leche condensada.

Antonio Burgos (ABC) titula su columna ‘Ya no hay caridad’, porque lo que hay es solidaridad.

En una gaceta de mi pueblo veo la página del lujerío de las fotos de una de estas zambombas solidarias. Están todos allí, de tiros largos. Salen retratados pintando la mona el locutor sin emisora, la presentadora sin televisión, el empresario con dos suspensiones de pagos a sus espaldas, la cantante sin disco, el torero sin contratos, el abogado sin pleitos, el señorito sin cortijo

La solidaridad es a la Navidad lo que la sostenibilidad y los emprendedores al resto del año: un camelo para salir en la foto. Y la dictadura de una palabra políticamente correctísima. A nadie se le ocurre pronunciar la palabra «caridad», porque es cristiana. Supone creer que quien nace en estos días es Dios y no el catálogo de regalos del Cortinglés. Nos están dejando sin virtudes teologales. Esperanza tenemos poquita, tal como están las cosas… y peor que se van a poner. ¿Fe? ¡La valentía que hay que tener para decir en ciertos ambientes (por ejemplo, en la Universidad) que crees en Dios! ¿Y caridad? Caridad es una cosa de los curas, de las monjas, de los rancios. La caridad es facha. Hagamos solidaridad, que es lo moderno.

He visto hasta a instituciones de la Iglesia anunciar cosas de «solidaridad». Qué razón tenía la pena traidora del viejo villancico que si lo han cantado en esa zambomba solidaria habrá sido un retrato cruel: «Porque en esta tierra ya no hay caridad». Ya todo es falsía de solidaridad.

En ‘El show de la solidaridad’, Joaquín Luna (La Vanguardia) exige que sea el Estado, que nos sangra a impuestos, el que se encargue de atender la pobreza y no se descargue de sus obligaciones con la grúa de la solidaridad.

No puedo más y aquí me quedo: detesto la palabra solidaridad, en cuyo nombre estamos recreando Plácido, una joya de García Berlanga rodada en Manresa allá por 1961 que retrataba la hipocresía de la beneficencia navideña, muy de la época.

ya no soporto este despliegue de «iniciativas solidarias» -e indiscriminadas- que no van a ninguna parte y que lo único que logran es descargar al Estado de su razón de ser y sus obligaciones.

No me da la gana de telefonear a estos carruseles de la solidaridad. No piso una discoteca salvo para tomar una copa y tirarle los tejos a una señora. No compro números de rifas ni pienso pasar el mes de agosto en una aldea de Senegal saludando a niños preciosos para volver y contarlo en Facebook. Y lo último que haría serían shows de televisión, donde gente cargada de buenas intenciones termina por pagar nóminas, gastos corrientes y descoordinaciones de tanta capillita solidaria. Pago impuestos, facturas con IVA y cuando doy algo procuro que no se entere ni Dios.

También cito con satisfacción (como hacía el rey emérito) la columna de David Trueba (El País), donde receurda a las víctimas de ETA.

Cuando la ETA quiso mandarle un recado a Zapatero en plena negociación de tregua y voló el aparcamiento del aeropuerto, no calculó que dentro de un coche dormían a la espera de su vuelo a casa dos chicos ecuatorianos. Ocho Navidades después no pasearemos por una Carlos Alonso Palate kalea o una Diego Armando Estacio etorbidea, mártires involuntarios de un ideal ajeno a sus planes.

En cambio, el literato Raúl del Pozo (El Mundo) se enreda al tratar de juntar la teología y la astronomía.

Algunos científicos dicen que hay incompatibilidad entre el Big Bang y el Génesis, y el Papa Francisco, que es cada vez más criticado por los católicos -lo ven como el Papa negro que profetizó Nostradamus-, dijo recientemente que el Big Bang no contradice la intervención de Dios, al que no hay que imaginar como a un ilusionista con una varita mágica.

Admirado Raúl: el Bing Bang lo teorizó un sacerdote, el jesuita belga Georges Lemaître, y entonces fue recibida por hostilidad por la casta académica atea porque suponía un reconocimiento científico del acto de Dios. De modo que el Papa no ha expresado ninguna novedad.

Impulsado por el espíritu de la caridad y la compasión, hoy declaro desierto el premio a la columna ridícula del día. (Si me moviese la solidaridad, ya habría sacado la garrota…)

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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