Si en España los negocios del Grupo PRISA vienen cayendo en picado desde hace diez años, en América latina la historia es muy diferente. PRISA basó su expansión del otro lado del charco principalmente en el negocio de los libros de texto (Santillana) y la radio (PRISA radio). —Luis Balcarce: «Cebrián es el símbolo de un club de ricos y petulantes sin liderazgo ni proyecto para España»—
Brasil fue uno los proyectos más ambiciosos de Jesús Polanco en la última etapa de su vida. Se lo encargó a su hija Isabel, a la que veía como su heredera antes que un cáncer acabara con su vida en 2008 con tan solo 51 años.
Isabel Polanco puso el ojo en la Editora Moderna para el desembarco de Santillana en Brasil. Consicentes de las posibilidades de negocio de la lengua portuguesa, Santillana adquirió en marzo de 2001 el 100% de la editorial brasileña Moderna por 82 millones de euros, dedicada a libros de educación, y controla la editorial Salamandra, especializada en literatura infantil y juvenil. —El libro que cuenta el apogeo y la caída de Cebrián en PRISA, el niño mimado (y temido) del establishment—
Un año después PRISA compro el 75% del capital de la brasileña Editora Objetiva por 6,8 millones de euros.
El hombre de confianza de Isabel al que se encargó la conquista del mercado del libro de texto brasileño fue el peruano Andrés Cardó, hoy consejero delegado de PRISA Radio. Asumió la dirección de Santillana Brasil en 2001. No le faltó mano de hierro para despedir al 25 por ciento de la plantilla de Moderna, una editorial con 40 años de historia.
Cardó no aterrizó solo. Lo hizo con José Muñoz y Jaime Mascaró, dos históricos directivos de Santillana en España. Eran dos señores casi jubilados pero que jugaron un papel muy importante en el crecimiento de Santillana en Brasi. Mientras la crisis arreciaba en España, Santillana aportó dos tercios del EBITDA de PRISA.
PERFIL | Ambicioso, ultraderechista, misógino y nostálgico de la dictadura. El capitán retirado Jair Bolsonaro se ha convertido este domingo en presidente de Brasil tras la segunda ronda electoral https://t.co/iFvI4gyJS0 #EleccionesBrasil ?? pic.twitter.com/S65nxmM19v
— EL PAÍS (@el_pais) 29 de octubre de 2018
En 2008 Juan Luis Cebrián hace una jugadas de las suyas instalando una sede de la la Fundación Santillana en Brasil. En el acto le acompañaron Emiliano Martínez, presidente de Santillana, Andrés Cardó, director general de la editorial Moderna Santillana de Brasil y Álvaro Marchesi, Secretario General de la OEI.
Un negocio suculento como el de los libros de texto debe ir acompañado de buenos contactos políticos. La Fundación no es más que una fachada para premiar a viejas glorias en retirada en puestos claves para que hagan lobby por PRISA cuando las cosas se compliquen.
Cebrián se encargó de colocar en el consejo consultivo de la Fundación Santillana en Brasil a los ex presidentes de la República José Sarney y Fernando Henrique Cardoso; el senador Cristovam Buarque; el diputado Paulo Renato Souza (ambos ex ministros de Educación), y una de las escritoras más célebres del país, Nélida Piñon.
Fórmula Bolsonaro: autoritarismo político y ultraliberalismo económico.
La Escuela de Chicago florece en el autoritarismo; por Joaquín Estefanía https://t.co/5lPLpPGh79 vía @el_pais— Joaquín Estefanía (@EstefaniaJoaq) 28 de octubre de 2018
Las relaciones de PRISA con el Partido de los Trabajadores en Brasil fueron excelentes, tanto con Lula como con Dilma Rousseff, a quien Cebrián viajó a ver en jet privado en 2011 en las horas más críticas de PRISA acompañado por Andrés Cardó y Miguel Ángel Cayuela, consejero delegado de Santillana. Un viaje transatlántico Madrid-Brasilia que tuvo un coste aproximado de 100.000 euros, solo ida, según contó ECD. Un lujo muy caro para empresa al borde del default.
En noviembre de 2012 Cebrián reservó el Teatro Real para homenajear a Rousseff en presencia de la entonces todapoderosa Soraya Saenz de Santamaría. Fuera, los trabajadores de PRISA protestaban por los despidos. El País siempre defendió que los ataques a Lula y el impeachment a Rousseff eran una cacería política.
El que fuera ministro de Exteriores de Lula Da Silva y Defensa de Dilma Rousseff, Celso Amorim, tocó a rebato al ver que Luiz Inácio Lula da Silva no iba a poder presentarse como candidato presidencial a las elecciones de 2018 por su condena a 12 años de prisión.
Un militar «ultraderechista, machista, homófobo y violento» como Jair Bolsonaro amenazaba con hacerse con el poder. Pidió ayuda a Cebrián, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y estos acudieron al rescate
#PrensaDeKalida El periódico ultra-progresista @elpais_espana da a sus ultra-progres lectores ultra-papilla… ?
Si desaparecierse la palabra ultra del Diccionario de la RAE, ¿con qué iban a titular? ??? pic.twitter.com/Dw2qpsch26— Pedro Fdz Barbadillo (@pfbarbadillo) 29 de octubre de 2018
Desde El País los ataques a Bolsonaro se recrudecieron al mismo tiempo que elogiaban al candidato del PT, Fernando Haddad. A Bolsonaro le llamaron de todo, inlcuso llegaron a inventarse un oximorón: ‘ultraconservador’. Ultra, ultra, ultra… Esa era la consigna. De poco les sirvió.