La política española vive estos días sacudida por un nuevo escándalo que ha puesto en jaque al Gobierno de Pedro Sánchez.
La filtración de conversaciones de WhatsApp entre el presidente y su antiguo hombre de confianza, José Luis Ábalos, ha abierto un melón político cuyas consecuencias aún están por determinar. Lo que comenzó como un goteo de mensajes privados se ha convertido en munición de alto calibre para la oposición, mientras el Ejecutivo intenta contener los daños.
Cierto es que hace siete meses, según publica este 19 de mayo de 2025 el diario ‘El Mundo‘, que se esperaba la filtración de mensajes entre el inquilino de La Moncloa y quien fuera su hombre fuerte en el PSOE, pero en el entorno presidencial no hallaron, inicialmente, conversaciones que pudieran ser comprometedoras.
Sin embargo, el enfado de Pedro Sánchez, según fuentes internas, fue sideral cuando el medio de Joaquín Mansó publicó las conversaciones en las que se señaló que el presidente del Gobierno intervino en el rescate de Air Europa cinco días después de la ‘llamada’ a Begoña que investiga la UCO. Ahí cambió la perspectiva. La gran pregunta entonces pasó a ser: «¿Qué falta por salir?».
Y ahí sigue esa duda. En el aire.
José Luis Ábalos y Pedro Sánchez (PSOE).
El origen de la filtración
El 10 de mayo de 2025 el rotativo dirigido por Joaquín Manso comenzó a publicar una serie de conversaciones privadas mantenidas entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos entre 2020 y 2023. Estos mensajes, que según fuentes socialistas «nada tienen que ver con las causas que se están investigando por la UCO», han generado un terremoto político. La gran pregunta que sobrevuela el escándalo es: ¿quién filtró estos mensajes y con qué intención?
laSexta ha desglosado cuatro posibles escenarios sobre el origen de esta filtración. El primero apunta al Tribunal Supremo, aunque fuentes de la investigación han descartado esta posibilidad. El segundo señala a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, encargada de la investigación del caso Koldo. Los otros dos escenarios implican directamente a los protagonistas: Koldo García, exasesor de Ábalos, o el propio Ábalos.
La respuesta llegó el 14 de mayo, cuando José Luis Ábalos admitió haber dado su consentimiento para la publicación de las conversaciones de WhatsApp con el presidente del Gobierno. Sin embargo, matizó que él no fue quien las envió directamente al diario, sino que hizo una copia que entregó a una persona de su confianza relacionada con su defensa judicial, quien podría haberlas facilitado al periódico.
El contenido explosivo
Entre los mensajes filtrados destacan conversaciones en las que el líder del PSOE da indicaciones al entonces secretario de Organización para reprender a barones como Javier Lambán, Emiliano García-Page o Guillermo Fernández Vara por sus críticas a las alianzas del Gobierno. Particularmente polémico resultó el calificativo de «pájara» que Sánchez utilizó para referirse a la ministra de Defensa, Margarita Robles, en una conversación con Ábalos.
Otros mensajes revelan la estrategia del presidente contra los barones socialistas críticos con su gestión. «Hay que marcarles, son unos hipócritas», habría escrito Sánchez a su entonces mano derecha. En otra conversación, el presidente pedía a Ábalos que silenciase las voces críticas de Page, con mensajes como «Que Page deje de tocar los cojones», después de que este se pronunciara en contra del pacto del Gobierno con Bildu para aprobar los Presupuestos Generales del Estado.
Estos intercambios dibujan un retrato del presidente que, según algunos analistas, refleja «un sesgo colérico de su comportamiento y la iracundia con que acostumbra a escarmentar las discrepancias». Los mensajes definirían «una personalidad intolerante y tiránica cada vez que el patrón monclovense necesita depurar las insurrecciones».
La reacción del Gobierno
La respuesta del Ejecutivo no se hizo esperar. El ministro de Justicia, Félix Bolaños, anunció durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que el Gobierno emprendería acciones legales contra las filtraciones en caso de que el Tribunal Supremo no lo hiciera de oficio: «Damos por hecho que habrá una investigación judicial y si no la hubiera desde luego nosotros iniciaremos las acciones legales pertinentes para que se conozca todo, a fondo».
Por su parte, Pedro Sánchez envió el domingo 12 de mayo un mensaje al grupo de WhatsApp de la dirección del PSOE lamentando el «atropello» a su privacidad. En dicho mensaje, el presidente aseguró encontrarse «bien» y agradeció tener junto a él «una gran familia, un gran equipo de personas en el gobierno y en el partido». Además, achacó la filtración al interés de la derecha por hacer caer al Gobierno, ligándola a la protesta celebrada el sábado en Madrid y a las investigaciones judiciales contra su esposa y su hermano.
El Gobierno ha calificado de «muy grave» esta filtración de intercambios privados del presidente, aunque considera que lo publicado es «irrelevante». Desde el Ejecutivo insisten en que Sánchez, que conoce todo lo que se escribió con Ábalos, «en ningún momento le envió absolutamente nada comprometedor ni mucho menos ilícito», y además rompió el contacto después de la detención de Koldo en diciembre de 2024.
La estrategia de la oposición
El Partido Popular ha encontrado en estas filtraciones un nuevo filón para su estrategia de oposición. Como señala un medio, «como cerdo en barrizal. Así disfruta el Partido Popular la filtración de los mensajes del presidente del Gobierno». Desde Génova, la vicesecretaria popular Ester Muñoz ha centrado sus críticas en el calificativo de «pájara» utilizado por Sánchez para referirse a Robles, sugiriendo que la ministra debería dimitir: «Si viese una conversación de mi presidente Feijóo hablando con un compañero en esos términos sobre mí, pues probablemente yo presentaría mi dimisión».
Para el PP, estas filtraciones suponen «más munición» en su estrategia contra el Gobierno, mientras el partido se prepara para su congreso previsto para julio. Sin embargo, no todo son buenas noticias para los populares, que también enfrentan sus propios desafíos internos, como las «desavenencias en la forma de cómo elegir a su nuevo líder» o cómo gestionar la situación de Carlos Mazón.
Las motivaciones de Ábalos
¿Qué ha llevado al exministro a facilitar estas conversaciones privadas? Según algunas interpretaciones, Ábalos estaría combinando «la extorsión y las medias verdades para vengarse de quien le defenestró». El propio exministro ha declarado que conserva mensajes bilaterales con Sánchez desde 2016 y que la idea de custodiarlos obedecía a «la oportunidad de escribir la gran crónica de la aventura política». No obstante, sus prioridades actuales parecen ser «dosificar la extorsión y gestionar homeopáticamente la venganza».
La situación se complica al considerar que, según el periodista Juanma Lamet de El Mundo, en las próximas horas se conocerán más conversaciones entre los socialistas implicados. Esto mantiene al Gobierno en vilo, especialmente porque, como señalan desde laSexta, «lo que queda por salir sea más amenazante para el Gobierno, que lo publicado hasta ahora».
El debate sobre la privacidad digital
Este escándalo ha puesto sobre la mesa un debate fundamental sobre la privacidad de las comunicaciones digitales. La vicepresidenta María Jesús Montero, cuyas conversaciones con Ábalos también han sido filtradas, ha indicado que quienes custodiaran la información «que nunca tendría que haber visto la luz» deberían rendir cuentas por ello.
El caso ha generado preocupación sobre la seguridad de las comunicaciones entre altos cargos del Estado y plantea interrogantes sobre los límites entre lo público y lo privado en la era digital. ¿Hasta qué punto deben ser públicas las conversaciones privadas de los representantes políticos? ¿Qué medidas de seguridad deberían implementarse para proteger estas comunicaciones?
El futuro inmediato
A fecha de 19 de mayo de 2025, la polémica sigue abierta y promete nuevos capítulos en los próximos días. El juez José Antonio Vázquez Taín ha desgranado más claves de la filtración de los mensajes entre Sánchez y Ábalos, mientras se espera la publicación de nuevas conversaciones que podrían añadir más leña al fuego.
El Gobierno se enfrenta ahora al reto de gestionar esta crisis mientras mantiene su agenda política. Por su parte, la oposición tratará de aprovechar al máximo el rédito político de estas filtraciones, en un contexto marcado por las tensiones internas en ambos bandos.
Lo que está claro es que este episodio ha abierto una nueva etapa en la política española, donde las conversaciones privadas a través de aplicaciones de mensajería como WhatsApp pueden convertirse en armas políticas de destrucción masiva. Un precedente peligroso que podría cambiar para siempre la forma en que los políticos se comunican entre sí.
Entre las curiosidades de este caso, destaca que Pedro Sánchez, quien según algunas fuentes «copió su primer memorial (‘Manual de resistencia’) y no escribió el segundo (‘Tierra firme’)», podría ver cómo la tercera entrega de sus memorias la está preparando indirectamente José Luis Ábalos a través de sus WhatsApps. Una ironía del destino que añade un toque surrealista a esta crisis política sin precedentes en la democracia española.