Lo que está contando por capítulos a OKDiario agrieta la fachada del sanchismo

La confesión de Ábalos agita al mentiroso Sánchez y deja a ‘Chiqui’ Montero como hipócrita, verdulera y traicionera

Revelan fisuras profundas en el PSOE y la proclividad a la hipocresía y la traición en el entorno del marido de Bagoña

Ábalos, Sánchez, Cerdán y Montero (PSOE)
Ábalos, Sánchez, Cerdán y Montero (PSOE). PD

El reciente vendaval de declaraciones de José Luis Ábalos ha removido los cimientos del PSOE y dejado al descubierto las tensiones internas que bullen bajo la apariencia de unidad en el partido socialista. El exministro de Transportes, investigado por su implicación en el caso Koldo, ha protagonizado una serie de entrevistas explosivas donde no solo niega cualquier participación irregular, sino que carga duramente contra figuras clave del actual Ejecutivo. Su objetivo principal: María Jesús Montero, vicepresidenta del Gobierno, a quien acusa de traición e hipocresía, y cuya relación con él ha pasado de la cordialidad a la animadversión pública.

Ábalos relata con ironía cómo Montero le felicitaba las Navidades como “amigo del alma” para, poco después, desmarcarse públicamente de él y negar incluso su amistad. La estrategia narrativa del exministro es demoledora: pone en cuestión la cohesión interna del Gobierno y desmonta la imagen de consenso que Sánchez ha cultivado durante años. En este contexto, las palabras de Ábalos funcionan como un sismógrafo político: detectan y amplifican las grietas del sanchismo.

La animadversión de Ábalos hacia Montero no es nueva, pero ahora se ha hecho pública y explícita. El exministro acusa a la vicepresidenta de utilizar los elogios a Santos Cerdán como arma arrojadiza para perjudicarle a él. Según sus propias palabras: “Montero me felicitaba las Navidades como ‘amigo del alma’ y ahora dice que nunca fue amiga mía”. Este cambio radical en el trato personal refleja, según Ábalos, una doble moral en el entorno gubernamental.

La tensión se agrava cuando Ábalos insinúa que Montero fue una de las primeras en empujarle fuera del PSOE tras el escándalo de las mascarillas. Esta versión coincide con otras declaraciones donde el exministro revela que hubo ministros que propusieron su regreso al Gobierno en 2023, demostrando que su figura sigue siendo relevante en los pasillos del poder. Sin embargo, Montero parece haber tomado distancia para evitar cualquier contagio político.

La demolición controlada del sanchismo

Las entrevistas concedidas por Ábalos han sido interpretadas como una auténtica demolición mediática del sanchismo. No solo porque rompen la falsa idea de unidad en el Consejo de Ministros, sino porque cuestionan directamente la estrategia comunicativa del presidente. Ábalos afirma que Sánchez le informó personalmente sobre la investigación contra Koldo García antes incluso de que se hiciera pública, lo que podría tener implicaciones legales graves si se confirma en sede judicial.

Pero más allá de las acusaciones concretas, lo relevante es cómo Ábalos utiliza el altavoz mediático para desmontar los pilares sobre los que se sostiene la imagen pública del Gobierno: cohesión interna, transparencia y lealtad entre ministros. Sus palabras tienen un efecto multiplicador porque provienen de un antiguo peso pesado del partido, alguien que conoce bien los entresijos del poder y que ahora parece decidido a airear la ropa sucia.

El papel de Montero y la hipocresía

Ábalos no se limita a criticar a Montero por su doble discurso; también denuncia una hipocresía estructural en el Gobierno. Según él, los elogios públicos hacia Cerdán eran una forma velada de atacarle a él personalmente. Este tipo de dinámicas, habituales en cualquier organización política, adquieren mayor relevancia cuando salen a la luz en un contexto judicial tan delicado.

La vicepresidenta ha mantenido un perfil bajo ante estas acusaciones, pero su silencio contrasta con la intensidad de los ataques recibidos. Para Ábalos, Montero encarna el paradigma del político que cambia de chaqueta según sopla el viento: antes amiga íntima, ahora distante y crítica. Esta percepción refuerza la idea de que el PSOE vive una crisis interna profunda, más allá de los escándalos judiciales.

El regreso imposible y las fisuras visibles

Uno de los datos más reveladores es que varios ministros propusieron a Sánchez que Ábalos volviera al Gobierno en 2023. Esto indica que su figura sigue siendo valorada dentro del partido, al menos por parte de algunos sectores. Sin embargo, Sánchez prefirió mantenerlo fuera del Ejecutivo, quizá para evitar nuevos focos mediáticos o conflictos internos.

El exministro aprovecha esta circunstancia para subrayar las contradicciones internas del PSOE: mientras unos le reclaman su vuelta, otros le apartan sin miramientos. Esta dualidad es síntoma de un partido dividido entre quienes buscan estabilidad y quienes optan por purgas internas para proteger la imagen pública.

La historia reciente del PSOE está marcada por episodios similares: purgas internas, reconciliaciones efímeras y tensiones personales convertidas en batallas políticas. Lo singular del caso Ábalos es la intensidad con la que ha decidido pasar factura desde fuera del núcleo duro del poder.

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