Vladimir Putin ‘El Grande’, reconquistador de Crimea

Tras diez días intensos, en los que se limitó a mover las piezas con precisión de ajedrecista sin soltar palabra, Vladimir Putin ha decidido a hablar.

Y ha dicho que en Ucrania se ha dado un golpe de Estado, que sólo utilizará las tropas en el país vecino “en caso extremo” y que Rusia no pretende anexionarse de Crimea.

Respecto a esto último, es muy probable que el Kremlin no tenga entre sus planes inmediatos el de absorber legalmente la península Crimea, un territorio que tiene la superficie de Galicia, una población similar a la Castilla La-Mancha y empezó a ser posesión rusa más siendo emperatriz Catalina la Grande y en la época en Estados Unidos se independizó de la Corona Británica.

Pero que Ucrania se ha quedado sin Crimea para siempre es tan seguro como que la momia de Lenin está en la Plaza Roja de Moscú.

La posibilidad de una intervención militar no habría que descartarla, si las nuevas autoridades de Kiev, cuya falta de prudencia e insensatez son palmarias, se empecinan en ignorar que en el país hay dos sociedades, dos visiones del mundo y hasta dos idiomas.

Asustados por las imágenes que llegan de Kiev y animados por que arriban de Sebastopol, los vecinos de Odessa, Donetsk y otras ciudades del este y sur del país seguirán desafiando al presidente Turchínov y a los prooccidentales que tomaron el poder cuando el sinvergüenza de Yanukóvich salió corriendo.

Con la euforia que da verse arriba, tras años de vejaciones, y penurias como oposición, les costará a los que mandan en Kiev resistir la tentación de despachar militares o bandas de civiles armados para meter en vereda a los amigos de Rusia. Pero no tienen otro remedio que aguantarse, porque estallaría el caos que serviría de excusa a Putin.

Y ahora vamos a lo primero, a la tesis de que lo ocurrido en Ucrania es un golpe de Estado. Aquí, en la linda, opulenta, civilizada y melindrosa Unión Europea vivimos fascinados por las plazas y las primaveras, pero que lo de Euromaidan fue una explosión de violencia, parece fuera de duda.

Muchos dirán que no había alternativa, que la mayoría era ignorada y se sofocaba al pueblo, pero es lo mismo que alegan los revoltosos de Crimea, Odessa y Donetsk.

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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