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El socialista Sánchez se pone a las órdenes del independentista Rufián y el PSOE baila al son de ERC

El socialista Sánchez se pone a las órdenes del independentista Rufián y el PSOE baila al son de ERC
Junqueras, Rufián y Sánchez. PD

La audiencia televisiva y el número de lectores se desploman en cuanto comienzas a dar la tabarra con el embrollo catalán, porque la inmensa mayoría de los españoles está harto de tanto pasteleo, enredo, chapuza y cuitas parroquianas y mentiras, pero es obligado sobreponerse a la pereza, porque lo que contemplamos este 30 de enero de 2020 en La Moncloa no tiene precedentes. Por lo vergonzoso.

Nunca antes, de manera tan manera cruda, se había visto a un presidente de Gobierno, en este caso el socialista Pedro Sánchez, bajarse así los pantalones, poniéndose literalmente a las órdenes de un diputado independentista, Gabriel Rufián, u poniendo a todo su ejecutivo y al PSOE en su conjunto a bailar al son que toca desde prisión un golpista condenado a 13 años de cárcel y llamado Oriol Junqueras.

Todo comenzó con el el esperpéntico anuncio anuncio del xenófobo Torra, de que convoca elecciones en Cataluña sin convocarlas. Eso el miércoles 29 de enero.

Por la mañana del jueves 30 de enero, La Moncloa anunció que mantenía la reunión de Pedro Sánchez con Torra el próximo día 6 de febrero, pero anulaba la convocatoria de la «mesa de negociación» prometida al separatismo para poder ser investido.

Sánchez avisó de que esa «mesa» se convocaría cuando hubiese nuevo Ejecutivo en Cataluña, en junio o julio, para ganar tiempo.

Torra ya había advertido de que en la cita del jueves plantearía a Sánchez la independencia de Cataluña y la amnistía para los presos golpistas.

ERC, recordando que Sánchez está en La Moncloa porque ellos quieren y que lo pueden echar cuando les de la gana, replicó la decisión del líder del PSOE con una amenaza directa: lo que le decían es «incumplimiento flagrante» de sus acuerdos secretos.

Para entonces, la vicepresidenta Carmen Calvo, que ya anda tragándose sus palabras, ya había mandado a Torra el mensaje de que su jef Sánchez no iba a negociar la independencia.

En esta atmósfera psicodélica de extorsiones a varias bandas, Oriol Junqueras decidió desde la cárcel enviar a Gabriel Rufián a La Moncloa para trasmitir a Sánchez el ultimatum de que darían por concluida la legislatura, sin que siquiera haya arrancado oficialmente, sim los socialistas no s ela envainaban y pasaban por el aro.

El mensaje era nítido, y el PSOE debía convocar la «mesa» claudicante antes de las elecciones catalanas.

Por supuesto, el mensaje fue sumisamente recibido por Sánchez, que anoche rectificó su tesis inicial y se reunirá con el separatismo donde haga falta y cuando Junqueras diga.

¿La conclusión? Muy sencilla: España está en manos de un presidente sin palabra, sin criterio y sin autonomía, y de un condenado por sedición que amenaza desde la cárcel con volver a declarar la «república» catalana.

Las mentiras de Sánchez ya son lo de menos.

Lo peor es su arrodillamiento a las órdenes de unos delincuentes -a día de hoy Torra y Junqueras lo son- que se han propuesto revocar la unidad nacional, el principio de soberanía, la legalidad del Parlamento y la destrucción de la autoridad de nuestros tribunales, que en definitiva es la autoridad de la ley. Se agotan las palabras del diccionario para definir la reacción de Sánchez a cada chantaje del separatismo con tal de conservar el poder.

El CIS, como hizo este jueves, podrá maquillar la realidad cuanto quiera. José Luis Ábalos podrá ocultarse el tiempo que considere oportuno.

Teresa Ribera podrá interferir lo que quiera en Red Eléctrica, e incluso Pablo Iglesias podrá culpar a los «pelotazos» urbanísticos de las catástrofes naturales.

Pero Sánchez no tiene derecho a negociar con unos golpistas la ruptura de España. Ese es el límite.

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