El líder de Podemos llora histérico para intentar frenar su caída en las encuestas

Los periodistas deben exigir al llorón Iglesias que se acaben sus pedradas, amenazas y sermones

Lo de la periodista Angels Barceló, cogiendo de la 'manita' al del moño, es todavía más sonrojante que el cinismo de Gabilondo, Mónica 'Pistolera' y Bal

No vamos a negar que ver lloriquear a Pablo Iglesias, agarrado de la manita de la periodista Angels Barceló, ha sido de lo más divertido que hemos tenido en el escenario político-mediático en las últimas semanas.

Sonrojante escuchar a la señorona de la Cadena SER tutear tiernamente al de Podemos mientras gritaba una y otra vez ‘¡señora Monasterio!’, intentando controlar a la candidata de VOX.

Casi tanto como el cinismo de Angel Gabilondo y Mónica ‘Pistolera, al que se terminó sumando Edmundo Bal.

Si a VOX le tiran piedras y Podemos no condena la violencia sino que la suscribe, con el falaz argumento de que la formación de Santiago Abascal busca la provocación, ¿qué autoridad moral y qué legitimidad se arroga Iglesias para levantarse con cara de estreñido en un debate con Monasterio, por el hecho de que ésta haya puesto en duda que el candidato del partido morado recibiera un sobre con cuatro balas?

La hipocresía del caradura del moño es para partirse la caja, porque es el mismo que ha aplaudido los ataques físicos a sus rivales políticos, el que se abraza al etarra Otegi, elogia la ‘inteligencia política‘ de los terroristas de ETA, suscribe las tácticas de los torturadores chavistas, promovió a destajo los escraches contra dirigentes de otras cuerdas y estaba a sueldo de los ayatolas iraníes, ahorcadores de homosexuales y lapidadores de adúlteras.

Es un sarcasmo que, a estas alturas, todavía tengamos periodistas -encabezados por millonarios como García Ferreras, Barceló o los que se forran en el arruinado diario El País– que consideren normal que repartan en España certificados de legitimidad democrática, dirigentes de un partido que ni cree ni respeta la democracia.

Máxime cuando ese partido y sus socios han mentido reiteradamente como bellacos y entre sus embustes van desde ocultar 30.000 fallecidos por Covid a sus apaños con los chavistas, pasando por sus pactos con Bildu a sus apaños con los golpistas catalanes.

Sobre esa inmundicia, arrojó este viernes otra palada la portavoz parlamentaria socialista Adriana Lastra, en Getafe, durante un mitin en apoyo del atribulado Gabilondo.

Impostando estar muy afectada, Lastra, miembro destacado de un partido que ha blanqueado a ETA y se abraza en las instituciones a los sucesores de los asesinos, acusó al PP de Isabel Díaz Ayuso de ‘blanquear’ a la extrema derecha abriéndole las puertas de las instituciones.

Cuesta entender que la socialista no se le derrita la cara de vergüenza.

No se puede tener la piel tan fina: si Pablo Echenique puso en duda que la diputada de VOX Rocío de Meer recibiera una pedrada en un mitin en Sestao y se permitió la indecencia de asegurar que la sangre de su ceja era kétchup; ¿por qué se lagrimea tanto Pablo Iglesias cuando Rocío Monasterio cuestiona que el secretario general de Podemos recibiera un sobre amenazante?

El cinismo de la formación morada revela hasta qué punto el sectarismo les nubla la vista y la ideología reaccionaria que les sirve de sustento les impide entender que tan condenable es una piedra contra VOX como un sobre con cuatro balas contra Podemos.

Por cierto, de factura tan infantil que parece una gamberrada de colegio.

El texto, en mayúsculas, sin signos de puntuación ni tildes, reza: «Pablo Iglesias Turrión [sic] Has dejado morir a nuestros padres y abuelos Tu mujer, tus padres y tú estáis sentenciados a la pena capital. Tu tiempo se agota».

No deja de resultar un sarcasmo que Pablo Iglesias abandone un debate porque Rocío Monasterio no le exprese su solidaridad por las amenazas recibidas, cuando él no lo hace si es VOX el apedreado.

El ahora llorón Iglesias justificó la violencia contra el partido de Abascal con el argumento de que fueron a provocar a Vallecas.

Que se aguante y deje de soltarnos sermones y de hacer teatro barato, porque no cuela.

Eso es lo que deben exigir los periodistas, los que no rebuznan al son que les tocan desde el poder, por un mínimo de respeto a esta profesión tan divertida y a veces desventurada.

ALFONSO ROJO

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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