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En la Piratería también había clases, y los bucaneros estaban lejos de la piratería de élite, de los corsarios o filibusteros, pues sus aventuras sólo implicaban la caza de algún animal salvaje o algún cerdo abandonado en el territorio de acción.
Y esto, señoras y señores es en lo que ha quedado el Gobierno de España, sus secuaces y los followers, que siguen siendo millones por mucho que no queramos verlo y ahora con Indra en entredicho, cualquier resultado electoral esperado por las derechas, es pura utopía.
A tal desastre naval ayudará la batalla surrealista de la moción de censura, una contienda marítima en las Cortes de España que sólo beneficiará al bucanero mayor, a “Pedro el Imberbe”.
Ramón Tamames actuará como corsario de un reino venido a menos y cuyos marinos verdes y oficiales azules, perecerán ante el fuego amigo y enemigo.
No vamos por buen camino y nada augura cambios reales a corto plazo, porque la sociedad española sigue en su mayoría, en sus cosas.
El PSOE y sus socios lo saben, no cambian las malas artes, aunque estos bucaneros de la política, distan mucho de sus antecesores ochenteros… ¡Cómo los anhelamos! ¿Verdad?
Todavía hay mañanas en que al despertarnos soñamos con la vuelta de Alfonso Guerra.
¡Por Dios, que vuelva el “Felipismo”! Y es que cualquier tiempo pasado fue mejor, eran más astutos, más brillantes, más cultos y preparados, igual de malvados, pero piratas al fin y al cabo, algunos con patente de corso…
