Víctor Entrialgo: «Seguir lavándoos las manos»

Víctor Entrialgo: "Seguir lavándoos las manos"

Sólo hay dos motivos para lavarse las manos. Quitarse la suciedad o quitarse la responsabilidad.

Todo en este país desde hace siete años es un dislate. El destructor que nos gobierna, maestro de la bravata y el postureo manda a Gaza furor, ya que no se llama perspectiva de género, con sólo dos objetivos, escoltar las vergüenzas de su familia, que son suyas, y apropiarse de las causas de una izquierda sin causa que en lugar de echarse al monte se echa al mar con la flotilla de una ex cotilla, que lo mismo plancha un deshaucio que sale en flotador, lo que supone otra malversación tan grande como los trapicheos con recursos públicos de la mujer del destructor, como si mañana decide usted lector, por su cuenta y riesgo, salir con un barco para ayudar a unos amigos del kurdistán y pide que le apoye un fragata. No hay enemigo mayor de la paz que aquellos que se limitan a utilizar su nombre para vivir de ella, como si invocarla fuera suficiente para imponerla. No basta llenarse la boca con su nombre. Hay que inventar algo para lograrla.

Y eso que hay que inventar es lo que no existe y permite que España y el mundo estén como están. España y el mundo no funcionan porque no hay límites. Y cuando no hay límites el país, la sociedad internacional o la persona se desorganizan. La democracia son precisamente los límites a las extralimitaciones consustanciales al poder, que en algunos como el del gobierno actual en España son innumerables y particularmente groseras y demuestran que esto no es democracia. Lo que hay que inventar son los límites.

Gracias a unos atrevidos y atrevidas con carnet de partido como podrían serlo de un club de fútbol, despues de siete años de majaderías y extralimitaciones sin cuento, están procesados la mujer, cuyos hechos no son inocentes sino indecentes, el hermano y los dos sobrecargos del Peugeot y del partido del Gobierno que tiene amo en lugar de secretario, no se ha construído en España una sóla vivienda, lideramos el mundo del desempleo de los jóvenes que no se han ido, a los que el Gobierno intenta comprar con cromos, el gobierno ha sacado a los delincuentes a la calle, amnistiado a terroristas y golpistas, negociado con prófugos, las pulseras de los agresores con las que iban a solucionar un problema mayor no funcionan, los trenes colapsan, los policías resultan heridos y los pájaros disparan a las escopetas, los mayores ven peligrar su pensión, los médicos están desbordados, los enfermos de ELA no tienen medios y su dinero se dedica a los perros. No hay presupuestos y la política y la legislatura están bloqueada por políticos que ni saben, ni quieren, ni pueden, hacer. Sólo quieren estar. No mejoran el país ni la vida social, no cambian nada, los turistas sostienen la economía y lo único que cambia son los trapos de las ministras que dicen representar a los desarrapados. Pero no se van, ni los echan.

Cuando los reyes construyen tienen los arrieros quehacer, pero Sanchez no construye nada más que covachuelas donde meter dependientes de su sueldo público para que les voten y perpetúen el otoño de su caudillismo sitiado. Los que están al ventestate, los autónomos, los pocos que van quedando, con levantarse para abrir sus negocios y pagar a aquellos que les esquilman sin explicaciones ya tienen bastante, si es que no tienen que terminar echándose en los brazos de sus subvenciones que es lo que pretende el poder socialista que no crea nada, sólo sujeta y somete al ciudadano para desprenderle de sus derechos hasta hacerlo súbdito, dependiente, poner sus bolsillos boca abajo con sus impuestos y repartirlo entre ellos.

Atacando a la familia y sustituyendo la religión por la ideología, la gente asiste a los espectáculos de masas buscando identidad y Europa es un balneario para burócratas donde no hay casi élites. El hombre más aislado, el que pasea por las calles cada vez más animales que reflejen su exotismo, su estilo o su estatus como los coches y por cuyo voto se lanzan ahora los políticos rastreros, ese hombre, el más individualista, desprendido de los estímulos para crear y emprender, resulta que busca refugio en el Estado.

El gobierno Sanchez y sus ministros no precisan muchos análisis. Viendo el perro, la caseta. En ese erial de pelotas y nombramientos, en ese Peloponeso de individuos islas sólo hay un piélago de islotes-jueces valerosos por su carácter frente al poder en un sistema político que no es democracia porque el poder no tiene límites ni contrapesos. España se acostumbra a todo, menos a pensar de una vez por todas que la libertad y los recursos son suyos y el Estado no puede quitárselos.

Pero la gran responsabilidad de todo este dislate que va para siete años y de  esta secta que nos gobierna es tratar de estabularnos, hacernos vivir pendientes de sus extravagancias para que les apoye uno u otro rebaño y son tantas las chapuzas y extravagancias diarias que no nos dejan margen para un hábito saludable como es suspender el juicio, un lujo que el español no se puede permitir, porque no se lo permiten.

Seguir lavándonos las manos es necesario por higiene para ahuyentar las enfermedades en los lavabos de España, pero no en la defensa de las libertades, las cosas públicas, derechos y fondos públicos, porque la higiene política exige manchárselas para luchar frente a las inmunidades del poder, limpiar los abusos de nuestros dirigentes y lograr un gobierno que facilite por fin que la vida social no se reduzca a la vida política. Sólo hay dos motivos para lavarse las manos. Quitarse la suciedad o quitarse la responsabilidad.

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