La crisis y su efecto principal del paro está arruinando las perspectivas del PSOE

El Partido Popular huele su futura victoria

Aguirre y Rajoy están coincidiendo en sus ataques y críticas a Zapatero

Esperanza Aguirre proclama su deseo y confianza de que Mariano Rajoy terminará siendo el futuro inquilino de la Moncloa

El Partido Popular de Madrid suele reunir a muchos centenares de militantes, hasta un millar, en los días en los que muchas empresas también aprovechan la ocasión para reunirse en una cena de confraternización y para celebrar las fiestas navideñas.

En la noche de este viernes se produjo ese acontecimiento, en el que fueron «estrellas principales» Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, sin intervención del «tercer hombre», Ruiz Gallardón, que alegó una indisposición para su ausencia.

No es un mal pensamiento ni siquiera una maldad excesiva pensar que la ausencia del alcalde tuvo el efecto de relajar el ambiente y alegró a su adversaria, y sin embargo compañera de partido, doña Esperanza.

En esta ocasión, no tuvo inconveniente, como sí lo ha tenido en muchas ocasiones anteriores, en proclamar su deseo y su confianza de que Mariano Rajoy terminará siendo «el futuro inquilino de la Moncloa».

Lo cierto es que, en los últimos tiempos, Aguirre y Rajoy están coincidiendo en sus ataques y críticas al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, más animados que nunca en su carrera hacia un mayor poder.

Están convencidos de que la crisis y su efecto principal del paro está arruinando las perspectivas de sus adversarios socialistas, como han venido indicando la mayor parte de las encuestas de opinión.

No prevén, asimismo, que las previsiones de mejoría de crisis y paro puedan llegar a tiempo para remediar una situación tan desfavorable, posiblemente sin contar tampoco con el hecho de que no pocos ciudadanos pudieran situar al PP en una oposición resistente a cooperar en la salida de la crisis, precisamente por estimar que «cuanto peor vayan las cosas, mejor irá a la alternativa del PP», según denunciaba hace unos días el vicepresidente Chaves, tras el fracaso de la cumbre de los presidentes autonómicos.

Esa cumbre es, precisamente, una de las demostraciones más visibles de esa actitud de criticar «a tope» pero sin el menor compromiso, de modo que más de la mitad de los recursos públicos, los que administran las autonomías y ayuntamientos, se ven al margen de todo compromiso para salir de la crisis cuanto antes y del mejor modo posible.

El caso de Esperanza Aguirre es particularmente llamativo, cuando insiste en llamar a Zapatero «campeón mundial del paro», ya que las estadísticas referidas a Madrid revelan que es la comunidad donde en mayor medida han aumentado las personas sin empleo en los dos últimos años.

Tampoco viene a favorecer a Esperanza Aguirre el caso de Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, que en repetidas ocasiones ha puesto a la presidenta de Madrid como el modelo a imitar por el jefe del Gobierno de la Nación.

Díaz Ferrán se ha visto en la necesidad de presentar la dimisión de su cargo tras revelarse la mala situación económica de sus empresas. Y Aguirre ha salido en su defensa: Aguirre ha criticado a Caja Madrid por haber desvelado las deudas del «superpatrón», nos relata el diario El Mundo.

Un dato que tampoco favorece demasiado las perspectivas de control que «la lideresa» pretende seguir teniendo hacia «su caja», con Blesa en la actualidad y próximamente con Rodrigo Rato en su presidencia.

Como en Telemadrid, Aguirre ejerce escasamente de «liberal» a la hora de ejercer el control sobre alguna de «sus» empresas clave.

 

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