ANALISIS

Carlos Dávila: «El PSOE, traidor a España»

Carlos Dávila: "El PSOE, traidor a España"
Urkullu (PNV), Sánchez (PSOE) y la 'absorción' de Navarra por el País Vasco. EP

Cada día es más patente (El baboseo de Mercedes Milá con Pedro Sánchez es de tal calibre que hasta provoca la vergüenza de Iñaki López).

El PSOE de Sánchez tiene de español lo que el ‘sushi’ y se ha vuelto un peligro para España (Los periodistas afines al PSOE ocultan el escándalo de las actas de los contactos entre ZP y ETA)

Sobre esto reflexiona en voz alta Carlos Dávila, este 4 de junio de 2019, en OKdiario:

  • Y no me refiero a este PSOE de ahora mismo y del inaudito e increíble Sánchez; no, no voy a denunciar -al menos hoy- las maniobras, siempre en la oscuridad, que el equipo del mendaz presidente está realizando para asegurarse los votos de los rebeldes separatistas en su próxima investidura, tampoco me ocupo en esta crónica de las cesiones que está dispuesto a realizar para que los independentistas de Geroa Bai, la filial navarra del PNV, apoyen al dúo de incapaces Cerdán-Chivite y se hagan así con el Gobierno Foral que no han ganado, ni mucho menos, en las urnas. Urnas por cierto que espero que en Navarra hayan sido respetadas, no como en otros lugares de España en los que la chapuza del recuento transpira un sospechoso hedor a pucherazo. Me retrotraigo por tanto en el tiempo. Resulta que la desclasificación de los papeles que la Audiencia Nacional, el tribunal del terrorismo, ha realizado de la bochornosa negociación, sostenida durante meses, que Zapatero cumplimentó con los asesinos de ETA, ha coincidido en el tiempo, algo muy curioso, con la publicación de las actas que la propia banda escribió de aquella claudicación del Estado Español. La banda ya había adelantado hace años, con pelos y señales, bastantes pormenores de aquellos tratos trileros pero ahora los publicado sin ningún temor, incluso con ovaciones externas por parte del PNV que, por boca de un tipejo repulsivo, Joseba Egibar, siempre más cerca de los asesinos que de las víctimas, ha llegado a indicar que el relato muestra hasta qué punto los etarras siempre estuvieron dispuestos a firmar la paz con sus persecutores. ¡Dios mío! Y no nos engañemos: la mayoría de los puntos de encuentro entre los enviados especiales de Zapatero, Gómez Bermúdez, Javier Moscoso y Eguiguren (a veces también Eguiagaray) eran discusiones de tercera regional comparados con el auténtico meollo de la negociación: un acuerdo sobre el futuro de Navarra que incluyera la anexión del Viejo Reino a la Comunidad Autónoma Vasca. Sorprende cómo un navarro de adopción, riojano de nacimiento, Javier Moscoso, diputado de UCD al que el PSOE adquirió con cargos, ministro y fiscal general del Estado por ejemplo, se aviniera a chalanear con los criminales el porvenir político y hasta institucional de la autonomía foral a la que había representado en las Cortes Generales.
  • Pernardo Barrena, un individuo siempre a la vera misma de cualquier comando terrorista, llegó a exigir a los muñidores de Zapatero que se pronunciaran precisamente sobre este gran asunto. La pregunta fue: «¿Estáis dispuestos (así tuteando tabernariamente) a hablar sobre Navarra y su adhesión a Euskadí?», pues bien, el trío en cuestión respondió sin ambages: «Sí, estamos dispuestos», así como quien jura fidelidad a una bandera. Se trataba entonces de reeditar el pacto con ETA al que llegó en los noventa un presidente navarro, profesor de instituto en Tudela, Javier Otano, que luego tuvo que dimitir acusado de todas las corrupciones posibles.
  • Otano aceptó constituir una «Dieta Vasconavarra», un órgano común encargado de establecer las condiciones oportunas para convocar dos referendos, uno en cada comunidad, en los que se interrogara a los respectivos ciudadanos si querían apostar por el ensamblaje de las dos regiones. Una idea rigurosamente inconstitucional, contraria incluso a la malhadada Transitoria IV de nuestra Norma Suprema que fijó, de forma estúpida a juicio del cronista, la posibilidad de la unión entre las dos comunidades.
  • Zapatero y sus monaguillos llegaron mucho más lejos y acordaron prácticamente la anexión. NI siquiera el brutal atentado de Barajas frenó la miserable cesión del presidente del Gobierno. A él Navarra le traía exactamente por una higa; quiso apuntarse el tanto del fin de ETA y no
    reparó en barras. Ni él ni sus mediadores. Una vergüenza histórica.
    Afortunadamente a España y más concretamente a Navarra le salvó la campana: Zapatero, destrozada España por los cuatro costados, tuvo que convocar elecciones y las perdió. Ahora bien: ¿qué sucedió entonces?
    Pues que está por aclarar lo ocurrido en la extensísima reunión que el ya ex-presidente mantuvo con el recién nombrado ministro del Interior de Rajoy, Jorge Fernández. Ni un solo detalle ha trascendido de aquella entrevista. Aún se esperan explicaciones.
  • Es de confiar en que Fernández, asiduo visitante de Navarra, colegial incluso en La Ribera, no concordara con el sujeto que le acompañaba nada parecido a lo relatado hasta aquí. A Zapatero y a su PSOE -el mismo que ahora nos mal gobierna- no les acompañaron la suerte y no pudieron culminar su cesión, su traición a Navarra y por tanto a España. El dúo Chivite-Cerdán, espoleado por Sánchez, lo vuelve a ensayar ahora mismo. Al PNV se le hace la boca gaseosa, Bildu se siente reconocida tras los años y años en que su matriz asesinó a destajo, y España y Navarra asisten espeluznados un pacto de traición que pretende terminar con Navarra y España. Este es Sánchez.

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