En la última sesión de control antes del receso estival, el Congreso de los Diputados vivió un duelo verbal de alto voltaje entre Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz adjunta del Partido Popular, y el ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños.
En un ambiente caldeado por la cascada incesante de casos de corrupción que afectan al PSOE y a su entorno, la diputada popular no ahorró calificativos ni ironía fina para retratar lo que, según ella, es el verdadero papel del ministro: “¿Es usted el maquillador de Pedro Sánchez, en sentido literal o figurado?”, disparó desde la tribuna, dejando al ministro en una posición incómoda y forzándole a recurrir al manido argumento del “ultraderechismo” para descalificar a su adversaria.
Las palabras “maquillador de cadáveres”, que Álvarez de Toledo remató después en redes sociales, resonaron como un dardo dirigido tanto a Bolaños como al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en referencia al intento del Ejecutivo de ofrecer una imagen renovada pese a los escándalos recientes. Y es que el contexto no podía ser más comprometido para los socialistas: informes policiales que apuntan a comisiones ilegales en la cúpula del partido, investigaciones abiertas sobre la esposa del presidente y una opinión pública cada vez más escéptica ante las explicaciones oficiales.
Bolaños, entre la defensa cerrada y el fuego cruzado
El ministro Félix Bolaños intentó defenderse manteniendo el tipo, celebrando incluso el regreso parlamentario de su rival con cierta sorna. Sin embargo, su respuesta se quedó corta ante la ofensiva popular: “No ponga palabras en mi boca que son falsas. Sí hay una que es cierta: usted es una ultraderechista”. Un recurso dialéctico que no logró frenar la marea crítica. La diputada popular continuó insistiendo en su papel de azote del Gobierno: “El principal respeto que le falta es a sí mismo”, sentenció antes de repasar lo que considera las hazañas antidemocráticas del titular socialista.
Álvarez de Toledo enumeró con mordacidad los puntos negros del ministro: desde la ley de amnistía y la gestión del Fiscal General hasta convertir la presidencia del Congreso en lo que definió como “una humillada correa de transmisión del Gobierno”. No faltaron las referencias al historial interno del PSOE y a cómo Bolaños fue encargado por Sánchez para garantizar la limpieza en las primarias socialistas, un encargo que la diputada considera fallido dado el actual estado de cosas.
Señor Bolaños,
Mire estas dos fotos. Son el resumen del sanchismo.
¿Cuál le parece peor?
A mí la suiza. Aunque en realidad son la misma.
Prometieron regeneración y trajeron corrupción. Corrupción personal, política e institucional.
¿Y quieren que esto lo avale el Tribunal… pic.twitter.com/StOU8dXOHk
— Cayetana Álvarez de Toledo (@cayetanaAT) June 18, 2025
Pedro Sánchez, el PSOE y el PP: tablero político en ebullición
La ofensiva contra Bolaños se entiende mejor en clave estratégica: para el PP, poner el foco sobre el ministro implica golpear al núcleo duro del sanchismo. Álvarez de Toledo no dudó en recordar cómo Pedro Sánchez exigía dimisiones inmediatas por mucho menos cuando estaba en la oposición. Ahora, apuntó con sorna, “La Moncloa se ha convertido en una casa de interrogatorios”, mientras los casos judiciales rodean tanto al Ejecutivo como a sus allegados más cercanos.
El propio Consejo de Europa acaba de afear a España su pobre implementación de medidas contra la corrupción y ha reclamado mejoras urgentes en los mecanismos para evitar conflictos de interés entre altos cargos. En este escenario, las críticas internas y externas se solapan hasta formar un cóctel explosivo para el Gobierno socialista.
Desde el PP, el objetivo es claro: desgastar al Ejecutivo vinculando a Bolaños —y por extensión a Sánchez— con todos los escándalos recientes. La diputada popular retrata así un panorama institucional sombrío donde, según sus palabras, “El Estado se ha convertido en una gran agencia de colocación de familiares y amantes de dirigentes socialistas”. El uso reiterado del término “sumisión perruna” subraya ese relato popular sobre un Bolaños absolutamente entregado a los dictados monclovitas.