Isabel Díaz Ayuso e Irene Montero son dos de las mujeres dedicadas a la política que más atención mediática despiertan.
La presidenta de la Comunidad de Madrid y la ministra de Igualdad cuentan son, respectivamente, lideresas en sus sectores ideológicos: Díaz Ayuso en el centroderecha liberal e Irene Montero entre los votantes de Unidas Podemos. O los que van quedando, claro.
Sin embargo, la forma que tienen ambas políticas madrileñas de llamar la atención de los medios de comunicación son muy distintas. La alegría frente al cabreo. La risa contra el llanto. Las formas de pronunciarse en público son completamente distintas y la manera que tienen de ‘vender’ su discurso ideológico cambia especialmente.
El victimismo
Hacerse la víctima, de lo que ella llama ‘violencia política’, es uno de los trucos favoritos de Irene Montero. Uno de sus recursos más habituales. La última ocasión en la que hemos podido ver eso ha sido recientemente cuando Carla Toscano hizo un comentario referente a la vida personal de la ministra de Igualdad. Montero contuvo las lágrimas y estalló: «ni usted ni estos fascistas nos van a callar». La ‘primera dama morada’ consiguió que el foco se trasladase hacia el ataque que había recibido y se alejara de su chapuza con la llamada Ley del Sí es Sí.
Distinta es la actitud de Ayuso. Posiblemente pocas políticas han recibido tantos ataques y descalificativos como ella. El alcalde socialista de Valladolid, Óscar Puente, la definió como «incompetente de dudoso equilibrio mental». La socialista Amparo Rubiales, autoconsiderada una histórica del feminismo le dijo: «¡Eres tonta! Inferior». El actor Pepón Nieto insinuó en La Sexta que actuaba como si estuviera «mal medicada» y Máximo Pradera en TV3 la definió como «loca frenopática», además de insinuar con muy mal gusto en Twitter cosas sobre la sexualidad de la presidenta.

Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid.
La respuesta de Ayuso ante eso ha sido mantener la calma y responder con dureza cuando correspondía sin perder, en el medida de lo posible, el buen tono. «A mí me han llegado a llamar en la Asamblea nazi, me han comparado con Putin, me han llamado asesina…», reflexionaba recientemente Ayuso. Sin embargo, nunca se ha echado a llorar ni, por supuesto, ha recibido jamás el apoyo del feminismo oficial.
La vida privada
Irene Montero siempre se ha quejado de la exposición que su vida privada genera, hablando incluso de conspiraciones por parte de los medios conservadores. Sus idas y venidas en su relación con Pablo Iglesias han interesado mucho a la prensa del corazón. Una exposición que para Montero también debe de ser ‘violencia política’, aunque aceptara posar para Vanity Fair y para Diez Minutos.
En el polo apuesto Isabel Díaz Ayuso siempre ha asumido el interés mediático que genera la repercusión de su actividad pública. Cuando llegó a la presidencia estaba emparejada y en las revistas del corazón se informó de su ruptura y de su nueva pareja así como de sus vacaciones en Baleares junto al músico Nacho Cano, uno de sus grandes defensores ante los medios. Nunca se ha quejado la presidenta de la Comunidad de Madrid de esto.

Irene Montero enfadada en el Congreso.
Puesto a comparar, fueron realmente duros los ataques familiares que recibió Ayuso por el ‘caso mascarillas’. Rápidamente algunos medios implicaron sin pruebas al hermano de la presidenta y se hizo un seguimiento especial de la familia Díaz Ayuso. Aún en ese momento, al presidenta intentó mantener la calma en todo momento. «De mi familia, poco puedo decir, más que pedirles disculpas y darles las gracias. Disculpas porque es una familia normal y corriente a la que le han robado la tranquilidad y el anonimato, y que está pagando como nadie apellidarse Díaz y ya no digamos Ayuso, pero que nunca eligió esta situación. Y gracias por ser un ejemplo. Lo que nunca han podido quitarle a mi familia es el humor, la autenticidad y la fortaleza», alegó Ayuso en el momento de mayores ataques contra las personas de su entorno familiar.
El cabreo, los malos modos y el hecho de que todo el mundo, menos ella, tenga la culpa suelen ser las formas con la que suele responder la Ministra de Igualdad a las críticas que recibe por su gestión.