El artista y el cartel. De Picasso a Andy Warhol

Por José María Arévalo

( Cartel de Salvador Dalí, España, 1960. Técnica Mixta. 63×100) (*)

El interés de la exposición “El artista y el cartel. De Picasso a Andy Warhol. Colección de Joseluís Rupérez”, que ofrece la sala del Museo de la Pasión hasta el próximo 12 de junio, está no solo en el centenar de carteles de las más famosas firmas de la pintura, pequeña parte de la colección de más de 20.00 carteles que atesora Rupérez, que empezó haciéndolos para su negocio musical y acabó siendo gran coleccionista del género, sino en la explicación que nos ofrece de esta modalidad pictórica del cartelismo, «un medio de expresión de masas, que acercó el arte a la calle», como él mismo escribe.

La exposición traza un recorrido cronológico desde finales del XIX hasta el comienzo del XXI, de la mano de los artistas más destacados de cada época como Toulouse-Lautrec, Picasso, Chagall, Warhol o Barceló, que no consideraron que rebajara su arte anunciar comestibles, espectáculos, congresos, o viajes turísticos. Una práctica que se remonta a los primeros impresionistas, hasta que los empresarios se decantaron por la fotografía, pero que vuelve a ponerse de moda en los años sesenta con Warhol y el pop art.

Francamente, y no sé si por la gran difusión que han tenido los carteles modernistas, a mí me han parecido mucho más atractivos los de esa época, como el de Emilio Vila, del que incluimos una foto, que los de las grandes figuras, por muy representativos de su respectivo estilo que muchos son. En conjunto diría que, efectivamente, las incluidas en esta muestra son obras menores y su interés es más histórico que estético. Vamos, pues, a la historia.

( Cartel de Pablo Picasso. Costa Azul. 1962. Litografía, 67×100) (*)

En muy interesante artículo que se incluye en el folleto de mano de la exposición, y que se titula “El cartel y el pintor” el propio José Luis Rupérez (él escribe su nombre como Joseluís), nos explica esta modalidad del cartelismo y sus vicisitudes en el tiempo.

“El pintor y el cartel, es decir, el soporte en papel con el que mediante palabras o signos se anuncia algo, viven un romance que se remonta a los primeros impresionistas. Esos afiches en blanco y negro de Daumier o Manet, no presagiaban la llegada en tromba del color y con él, de los pintores que desde París a Moscú, desde Chicago a Berlín, o desde Londres a Viena, formaron las vanguardias que alimentaron el arte del siglo XX.

( Cartel de Marc Chagall. Nice. 1966. Litografía, 62,5×100) (*)

En el muralismo de Cheret, la pintura tomó por asalto el cartel y produjo la primera simbiosis entre ambos, a él le siguieron Toulouse-Lautrec, y luego los nabis (Bonnard, Vuillard…), los fauves (Matisse, van Dongen), los cubistas (Gris, Braque ), los dadaístas (Picabia, Duchamp..), los futuristas (Marinetti, Depero…), los constructivistas (Malevich, Vassilief…), los expresionistas (Beckmann, Grosz,…) o los surrealistas (Magritte, Labisse, Dalí), por no hablar de dos fanáticos de ese sincretismo: Picasso y Chagall.

Las vanguardias siempre reconocieron en el cartel un medio rápido, eficaz y remunerado (al principio con premios económicos fabulosos), para conseguir a la vez divulgación, notoriedad y una suerte de educación artística del pueblo. Sin olvidar que muchos de ellos eran propietarios de imprentas litográficas (Utrillo), profesores de artes gráficas (Grasset), se iniciaron como Magritte en el Studio Dongo o como Vasarely recién llegado a París, en la agencia Havas.

( Cartel de José Vela Zanetti. Feria de la Paz y la Confraternidad. 1955. Litografía. 41,5×63) (*)

Los anuncios y la publicidad, después de la Segunda Guerra Mundial, se volvieron «científicos», estudiaban a sus clientes, eran agresivos en sus mensajes y el arte aplicado, en este caso la fotografía, resolvía desde un punto de vista hiperrealista y más barato, sus intereses comerciales.

La «Iiason» se dio la vuelta, ahora era el cartel el que tomaba las riendas de la relación con los pintores y hasta tal extremo, que en Londres de los años cincuenta, se publicó el articulo «But today we collect ads». de Peter & Allison Simthson. En el se informaba con entusiasmo, como los artistas ingleses (Hamilton, Paolozzi…) recortaban y se pasaban como reliquias los anuncios de sopas o coches de las revistas americanas. Y de esos «decoupages» parece venir la imagen fundacional del pop: «Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing?»

( Cartel de Henri Matisse. Nice. 1947. 58×77) (*)

Desde entonces, entre los Warhol, Hockney, Barceló, Liechtenstein o Koons (inevitable para este prologo su serie «Luxury & degradations») no ha vuelto a haber reticencias y, sobre todo, en los anuncios de turismo, cultura, deporte o propaganda política, la firma del pintor prescribe tanto o más que el mensaje que anuncia.

De eso se dieron cuenta desde principios de los años cuarenta, el MoMA de Nueva York, el Louvre de París en los ochenta o el Victoria Albert Museum hace ahora una década, y son históricas sus exposiciones Word Images, The American Poster (1945/1975), Le Peintre et l’Affiche o The Power of Posters.

Esta exposición intenta continuar esa tradición, y seguir contando la historia de amor, entre el pintor y el cartel, una love story en la que ha habido de todo: curiosidad, hostilidad, pasión y un impagable numero de «celestinas» como Aristide Bruant, Campari, Wagons Lits, Air France, el PNT de España, Gitanes, Perrier, Container Corporation, Paris Review, el Festival d’Automne de París, Absolut Vodka, Mourlot o Filograf.

( Cartel de Fernando Botero. Botero posters. 1978 Serigrafía 69×100) (*)

Si pudiéramos como el personaje de Woody Allen en Midnight in Paris, regresar en el tiempo, podríamos recrearnos en un paseo que tendría colgados en sus muros muchos de los carteles que aquí se exponen. En este caso las paredes son las de Valladolid, pero La Pasión (Museo) es el lugar perfecto para que el romance continúe”.

Todavía incluye el folleto de la exposición otro artículo, sin firma, que complementa lo anterior y que se titula “Cartel y poster”.

“La gran revolución del cartelismo llegó con la aplicación de la litografía y la utilización del color, que permitieron ilustrar de un modo vibrante y con mayor impacto. Se desarrolló primero en Francia y en la última década del siglo XIX ya se había extendido por toda Europa. Las creaciones de los cartelistas más célebres como Toulouse-Lautrec ya se consideraron en su época como carteles artísticos. Podemos decir que Lautrec es el creador del cartel moderno capaz de introducir aspectos que influyen en la publicidad posterior. En sus carteles hay relación entre texto y letra. El cartel se dirige a convencer y requiere una imagen limpia, eficaz, y llamativa. A Lautrec le importa de modo especial el estímulo psicológico. A partir del dato visivo profundiza y capta lo personal. Al captar el rasgo personal, se decanta por el dibujo, el pastel y litografía. En definitiva, el artista francés entiende el cartel como un arte de comunicación en la actualidad.

( Cartel de Emilio Vila. 1930. Litografía, 120×160) (*)

En la década de los años sesenta, con el surgimiento del pop art, así como los movimientos contraculturales Y de protesta, se utilizaron ampliamente los carteles y pósteres.

El póster es un tipo de cartel que ha trascendido su función meramente publicitaria para tener un valor estético como manifestación artística. En este sentido, se valora al objeto por composición en sí, de modo que se aprecia la técnica y los elementos empleados para su elaboración (dibujo, pintura, grabado, elementos gráficos, texto). El póster, como tal, también ha evolucionado como instrumento de protesta política y social. Asimismo, se ha aprovechado su formato para reproducir y masificar el consumo de obras artísticas.

( Cartel de Antonio Saura. España, Mundial de futbol 82. 1982. Serigrafía. 70×100) (*)

De forma que podemos concluir que el cartel es un material gráfico que transmite un mensaje, integrado en una unidad estética formada por imágenes que causan impacto y por textos breves. Ha sido definido por algunos estudiosos como «un grito en la pared», que atrapa la atención y obliga a percibir un mensaje. También puede definirse como un susurro que, ligado fuertemente a las motivaciones e intereses del individuo, penetra en su conciencia y le induce a adoptar la conducta sugerida por el cartel.

En conclusión, es un material gráfico, cuya función es lanzar un mensaje al espectador con el propósito de que éste lo capte, lo recuerde y actúe en forma concordante a lo sugerido por propio cartel.”

Creo que no hay más que añadir.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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