Los lunes, revista de prensa y red

“La debilidad del Gobierno no puede ser la del Estado de Derecho”, de Andrés Betancor, y “Pesimismo en la lucha contra el sida”, de Salvador Bernal

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 14) (*)

LA DEBILIDAD DEL GOBIERNO NO PUEDE SER LA DEL ESTADO DE DERECHO

Artículo de Andrés Betancor publicado en El Mundo el pasado día 16

N. Bobbio (1909-2004) definía el Estado de Derecho, en su «sentido profundo», como el Estado en el que no sólo hay subordinación de los poderes de cualquier grado a las leyes generales del país, sino también subordinación de las leyes al límite material del reconocimiento de algunos derechos fundamentales considerados constitucionalmente y, por tanto, inviolables. El Estado de Derecho es «antipático» al poder; sólo entiende de límites, de restricciones. La libertad de los modernos, según la famosa caracterización de B. Constant (1767-1830). El poder, iluminado por la legitimidad del pueblo, y justificado por objetivos bendecidos por éste, no entiende, ni nunca entenderá, de tales límites. La violencia de género es uno de estos objetivos. Elevado al Olimpo de lo políticamente correcto, no admite restricciones; todos han de quedar rendidos ante la relevancia del objetivo.

No se puede dudar de que eliminar la violencia de género es un objetivo de interés público. Sin embargo, en su erradicación no vale cualquier camino. Incluso el más vil de los asesinos tiene, en nuestro Estado de Derecho, sus derechos fundamentales, cuyo respeto se impone y disfruta de la presunción de inocencia (art. 24 Constitución).
El populismo es el que, en última instancia, participa de la idea de que el fin justifica los medios, si ese fin es el servicio al pueblo. Maquiavelo expresó ese pensamiento, aunque la frase se le atribuye a Napoleón.

El Real Decreto-Ley 9/2018, de 3 de agosto, de medidas urgentes para el desarrollo del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, es la expresión más perfecta de la combinación entre lo políticamente correcto, el populismo e, incluso, el bonapartismo, al servicio de un objetivo electoral.

La debilidad parlamentaria del Gobierno del presidente Sánchez crea monstruos. Se sirve de un mecanismo extraordinario, como es el Decreto-Ley, para afrontar un problema como el señalado, pero sin concurrir los requisitos que la Constitución establece (art. 86 CE).

Como ha recordado el Tribunal Constitucional (por ejemplo, en la sentencia 152/2017), el Decreto-Ley es «una excepción al procedimiento ordinario de elaboración de las leyes y, en consecuencia, está sometida en cuanto a su ejercicio a la necesaria concurrencia de determinados requisitos que lo legitiman». El requisito esencial es el de la existencia de una necesidad extraordinaria y urgente que el Gobierno pretende satisfacer mediante la aprobación de una ley provisional.

En el caso que nos ocupa, una necesidad como la de la erradicación de la violencia de género no puede servir de excusa suficiente para subvertir el orden constitucional cuando no hay, como exige el Tribunal Constitucional, una relación de adecuación entre las medidas aprobadas y la necesidad apreciada.

Me atrevo a afirmar que, probablemente, ninguna de las contempladas son medidas que de manera perentoria se dirijan a afrontar la necesidad extraordinaria y urgente, «ni modifican de manera instantánea la situación jurídica existente».

Ni la habilitación a los colegios de abogados y procuradores para que adopten medidas «necesarias», cuando la ley que modifica, la Ley orgánica 1/2004, ya contemplaba la asistencia inmediata a las víctimas; ni la nueva forma de acreditación de las situaciones de violencia de género (tan urgente que no se aplica a las situaciones anteriores, sólo a las futuras); ni la atribución de la competencia a los ayuntamientos (cuya ejecución dependerá de posteriores desarrollos legislativos). Otras medidas, como la distribución de fondos, dudosamente requieren de una norma de rango legal.

En cambio, otras medidas suscitan dudas de constitucionalidad. Es el caso de la posibilidad de que se considere «acreditada la situación de violencia de género» por obra de una resolución administrativa; no sólo podrá acreditarla una sentencia o, excepcionalmente, el informe del Ministerio Fiscal, sino cualquier servicio administrativo, de cualquier administración competente (¿y los derechos del supuesto victimario?).

En definitiva, no todo vale. En el Estado democrático de Derecho no se pueden sacrificar en el altar electoral los límites que son esenciales al Estado democrático de Derecho: el Gobierno no legisla, y si lo hace, tiene que tratarse de medidas que, sin género de duda, sean las adecuadas para satisfacer una necesidad extraordinaria y urgente. La debilidad del Gobierno no puede ser la del Estado democrático de Derecho.

Artículo en: http://www.elmundo.es/espana/2018/08/16/5b74779b268e3e9b178b45fe.html

PESIMISMO EN LA LUCHA CONTRA EL SIDA

Artículo de Salvador Bernal publicado en Aceprensa el pasado día 31 de julio

Cierto sentimiento de frustración ha dominado el congreso sobre el sida celebrado a finales de julio en Ámsterdam. Esa reunión suele organizarse cada dos años, con aspectos científicos, pero también sociales, culturales y políticos, consecuencia de las características peculiares de esa pandemia, descubierta hace menos de cuarenta años, pero merecedora de la creación de una agencia internacional especial: ONUSIDA. No en balde, desde su aparición en 1981, ha matado a 35,4 millones de personas e infectado a 77,3 millones.

La sensación de fracaso se ha impuesto pese a los avances en los tratamientos antirretrovirales. Resalta la convicción de que no se alcanzará el objetivo propuesto para 2020, el llamado “90-90-90”: que el 90% de los portadores del virus sea consciente de su estado, el 90% reciba tratamiento y, de estos, el 90% llegue a una carga viral indetectable y, por tanto, intransmisible. Incluso, se reprocha a quienes desmotivan, con declaraciones optimistas sobre la erradicación de la epidemia para 2030, ante una infección que mató a casi un millón de personas en 2017.

Balance de la situación

Por primera vez, el número de personas fallecidas por enfermedades relacionadas con el sida cae por debajo de la cifra simbólica del millón; pero las nuevas infecciones identificadas en 2017 siguen siendo muy altas: 1,8 millones de personas, es decir, casi 5.000 casos al día (150.000 personas más que en 2016). Respecto de 2010, han disminuido en un 16%, pero para alcanzar los objetivos de 2020 sería necesaria una disminución del 75%. El director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, habla de “crisis”.

En 2017 se infectaron 1,8 millones de personas, 150.000 más que en 2016
Los progresos siguen siendo insuficientes. En 2017, 36,9 millones de personas vivían con el virus del sida (VIH) en el mundo, un número que aumenta mecánicamente por el despliegue del tratamiento antirretrovírico que permite a las personas vivir con el virus. El 59% de las personas seropositivas tenían acceso a estos medicamentos, frente al 53% en 2016.

Por otra parte, sigue creciendo en Oriente Medio, África septentrional y Europa del Este y Asia central: en estos últimos, sobre todo, entre drogadictos que se inyectan. En Ámsterdam se reprochó la falta de voluntad política para acabar con la epidemia. Y se pidieron una vez más actuaciones públicas para resolver problemas derivados de tantas decisiones personales, como sustituir la heroína por metadona y facilitar la distribución de jeringuillas seguras. Varias organizaciones se han unido con el lema “perseguir el virus, no a la gente” (aluden a estigmas y discriminaciones, así como a la criminalización de la enfermedad).

Se reclama más dinero

Hay casi unanimidad sobre la necesidad de aumentar los fondos dedicados a la investigación y la prevención. En el informe de este año, ONUSIDA afirma que “la respuesta mundial al sida se encuentra en una situación particularmente preocupante (…) el ritmo de progreso dista mucho de estar a la altura de la ambición declarada”. Se refiere sobre todo a las incertidumbres sobre la financiación de la respuesta a la epidemia. En 2017 se disponía de un total de 20.600 millones de dólares, el 80% del objetivo fijado para 2020. Sin embargo, ONUSIDA destaca que “no hubo nuevos compromisos significativos de los donantes en 2017″, y teme consecuencias catastróficas si la financiación internacional se reduce en un 20%.

La prostitución, las relaciones sexuales entre hombres y el uso de drogas inyectables representan casi la mitad de las infecciones en el mundo, el 90% en Europa Occidental y Norteamérica

Según ONUSIDA, existe a nivel global una brecha en la financiación de unos 5.000 millones de dólares, y las aportaciones de los gobiernos donantes cayeron más de 500 millones de dólares entre 2015 (7.500 millones) y 2016 (7.000 millones), alcanzando el nivel más bajo desde 2010.

Entretanto, sigue pendiente resolver el problema de la reducción del costo de los tratamientos farmacológicos, especialmente gravosos para los países menos desarrollados.

Población en mayor riesgo

En la conferencia de Ámsterdam se protestó contra las discriminaciones que sufren los enfermos, y se pidió a los gobiernos que no sancionen penalmente la ocultación de portar el virus (aun con el riesgo de transmitirlo a otras personas). Pero no se puede olvidar que determinadas capas de la población presentan un riesgo particular de contraer la infección.

En 2017, los varones que practicaban relaciones sexuales con otros varones tenían 28 veces más probabilidades de infectarse que quienes vivían relaciones sexuales con personas del sexo opuesto. Entre los consumidores de drogas inyectables, el riesgo es 22 veces mayor que entre los no adictos. Es trece veces superior entre las profesionales del sexo y entre las transexuales que en el conjunto de mujeres en edad fértil (15-49 años). Estos grupos representan casi la mitad de las infecciones en el mundo, el 90% en Europa Occidental y Norteamérica, el 97% en Europa del Este y Asia Central.

Un grupo de estudio ha propuesto en “The Lancet” un replanteamiento de la lucha contra el sida, para incluirla en planes de salud integrales

De modo particular, preocupa la infección de niños en la gestación, el nacimiento o la lactancia: en 2017 hubo 180.000 casos en todo el mundo. Las pruebas virológicas para los recién nacidos expuestos al VIH siguen siendo insuficientes, lo que retrasa aún más el inicio del tratamiento.

La prevención reducida a profilaxis

En Ámsterdam se han repetido tesis conocidas sobre profilaxis, incluida la conseguida con medicamentos tomados inmediatamente antes o después de actos sexuales. El problema es que la reducción de infecciones así conseguida resulta contrarrestada, en mayor o menor parte, por la frecuencia de prácticas con riesgo de transmisión.

No faltan iniciativas para mejorar la detección de la enfermedad; pero la prevención se enfrenta a una seria dificultad: llegar a grupos de población con mayor riesgo de infección, pero que no acuden a los hospitales donde se practican pruebas anónimas y gratuitas para detectar infecciones de transmisión sexual.

Una nueva estrategia médica

Además, entre los expertos crece la convicción de que es preciso replantear la lucha contra el sida, para incluirla en plataformas de servicios de salud integrales, combinando el VIH y otras infecciones. La lucha contra el virus de la inmunodeficiencia humana debería incluirse en programas sanitarios más amplios, que también se ocupen de las enfermedades conexas. Un estudio realizado por cerca de cincuenta expertos durante dos años, plantea ese cambio de paradigma en un número especial de la revista médica The Lancet.

Más allá del informe de ONUSIDA, que aboga también por combinar la prevención y la atención del VIH y la tuberculosis, estos expertos proponen la creación de servicios integrados que respondan al VIH y otras enfermedades que comparten rutas de transmisión, llegan a los mismos grupos de riesgo y a menudo coexisten en los pacientes. Esos servicios incluirían salud sexual y reproductiva, tuberculosis –es la principal causa de muerte de los pacientes con VIH: uno de cada tres casos–, hepatitis viral, drogadicción y trastornos mentales. Incluso, podría extenderse a enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión.

Ver artículo completo en: http://www.aceprensa.com/articles/pesimismo-en-la-lucha-contra-el-sida/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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