Huellas de la caza XVI. Símiles y metáforas pajareras

Por Hilario Peraleda Navas. Introducción de José María Arévalo

( Maritime Jay. The gift. Dibujo de Roman Bogurenko en Hispacuarela de Facebook) (*)

Continúa Hilario Peraleda con refranes procedentes de avechuchos y pajarracos, la mayoría provenientes de la caza, tomados del contenido de su libro “Huellas de la caza en el campo del lenguaje”. Esta vez ha buscado entre los dichos o refranes en que se nos aplican a las personas nombres de aves o de sus actos o costumbres. Como siempre, un desfile de pájaros y otras aves comunes que además enriquecen nuestro lenguaje con los dichos y expresiones que a ellos tienen por soporte.

“Hay una larga serie de expresiones – escribe Peraleda como introducción- que hacen referencia a cualidades que poseen determinadas aves y que sobresalen o se toman por excelentes al compararlas con las mismas que se tienen como normales en el resto de nuestra avifauna. Ello les permite tomar ventaja o ganar terreno en muchos aspectos de su vida, particularmente en aquellos relativos a alimentación, seguridad, reproducción, comunicación, etcétera. También existen otras especies de alados a los que se atribuyen características negativas (menores en número) y que, por ellas, son conocidos. En ambos casos la mayoría de estas cualidades se desarrollan en el ámbito de los cinco sentidos que todos conocemos y en no pocas ocasiones activan el llamado sexto sentido.

Bien, pues llegados a este punto y basados en su ojo crítico y espíritu de observación sobre la sabia naturaleza, a nuestros abuelos se les ocurrió llamar al hombre que, igualmente, destacaba de sus semejantes por alguna razón parecida con el nombre de pájaro, pichón, gorrión, halcón, águila, mochuelo, etcétera, a secas o bien arrimándole algún calificativo que mejor contribuía a definirlo o describirlo. De este modo os presentaré algunos ejemplos con explicación breve, si bien muchos de ellos hablan por sí mismos. Ahí van:

‘¡Buen pájaro!’, ‘Ser un buen pájaro’, ‘¡Ya es buen pájaro!’, ‘¡Buen pájaro está hecho’! Se le dice a quien toma actitudes de bellaco y no merece nuestra confianza. También al que es muy astuto, cauteloso y sagaz, como suele suceder con la mayoría de las aves que evitan caer fácilmente en las redes y trampas que se les ponen. ‘Ser un pájaro’ se dice de la persona muy activa y diligente y dando un paso más llegamos a la expresión ‘Ser un pájaro de cuenta’ en la que pájaro se queda en su acepción de hombre astuto y sagaz, de mala tacha, codicioso y desleal, que suele suscitar recelos, con la añadidura ‘de cuenta’, es decir, de cuidado y que, por ello, hay que tratar con cautela. Quizá por comparación con alguna voraz y peligrosa ave de rapiña. El término pájaro alude, probablemente, a la volatilidad del individuo al que se lo aplicamos, a su facilidad para escabullirse, a su excesiva libertad, etc. Parecidos son ‘Ser un pajarraco’, por persona poco fiable y ‘Ser un pájaro gordo’, igual que un pez gordo, cuando se habla de una persona poderosa, muy rica e influyente o de mucha importancia. ‘Patas de perdiz’ al que viste medias coloradas.

‘Ser un pájaro de mal agüero’ se dice de la persona que anuncia o aporta malas noticias o cuya presencia suele ocasionar desgracias, traer mala suerte y hablar de asuntos de carácter negativo. Es decir, ser un agorero, gafe y dado a emitir presagios sombríos e infelices al modo que antaño lo hacían, por oficio, los augures infiriéndolo del vuelo adverso de las aves o de su canto o modo desfavorable de picotear el grano. Cuando se veían las aves por la derecha, los augurios eran buenos y si ocurría por la izquierda (siniestra), malos. Su origen se remonta a la antigüedad en la que por superstición se consultaba a los adivinos sobre lo que iba a ocurrir y estos emitían sus augurios valiéndose de muchos medios y maneras. En Roma eran consideradas aves de malos augurios los cuervos, las grajas y otras de color negro y en el Cantar del mío Cid se lee: ‘a la exida de Bivar ovieron la corneja diestra/e entrando a Burgos ovieron la siniestra’. Da a entender que la presencia o aparición repentina e inesperada de alguna persona o cosa en alguna parte es indicio vehemente, si no precursor cierto, de que va a ocurrir alguna desgracia o calamidad.

‘Volar el pájaro’. Además del sentido recto, se usa como expresión que indica el hecho de haber desaparecido de un lugar la persona que se busca. Parecidos son ‘Voló el golondrino’, ‘Voló el pollo’, ‘Voló, que era pato’, ‘No hay tiro, voló el pato’, ‘Fuésele el pájaro y quedose con las pihuelas en la mano’ y ‘Se fue el pájaro y se quedó con las plumas’. Expresiones que dan a entender que algo en que se tenía esperanza se escapa de las manos o desaparece. Llegar tarde. Fracasar en un intento. Venirse o quedarse con las manos vacías. Malogro, frustración o chasco que se siente cuando un asunto que se tenía por consolidado no llega a su natural desarrollo o perfeccionamiento. Guardan relación con ellos, ‘El pájaro (ya) voló’ y ‘Ocasión que se pasó, pájaro que voló’. Advierten que se deben aprovechar todas las oportunidades que se presenten para lograr algo positivo, por si no vuelven. Recomiendan actividad y diligencia para aprovechar las mejores coyunturas y se usa como comentario que establecen las oportunidades inesperadas o sumamente ventajosas, indicando que deben disfrutarse en su justo momento y no intentarlo cuando ya han pasado.

‘Los pájaros contra las escopetas’, ‘Los pájaros disparando a las escopetas’, ‘Tirar los pájaros a las escopetas’, ‘Ya los pájaros tiran a las escopetas’ y ‘Hoy en día ya no respeta ni el pájaro a la escopeta’. Los subalternos contra los superiores. Se utiliza cuando en una situación determinada cambian del todo los papeles, alcanzándose los límites de lo absurdo o de lo incoherente. Se aplica en particular cuando el atrevimiento de los subordinados llega al extremo de rebelarse y querer mandar a los superiores
‘Tener pájaros en la cabeza’, ‘Tener (poner) la cabeza a pájaros’, ‘Cabeza a pájaros’, ‘Estar a pájaros’, ‘Tener cabeza (memoria) de chorlito’, ‘Cabeza de chorlito’ y ‘Ser un chorlito’, son expresiones similares con algunos matices ligeramente diferentes que en general nos muestran, coloquialmente hablando, a personas atolondradas, despistadas, sin juicio ni memoria que no se enteran o están ausentes y también a los fantasiosos y a aquellos que se hacen ilusiones poco probables de cumplirse.

La referencia a los pájaros, repito, se explica si los tomamos como símbolo tanto de los ideales de libertad, como de lo etéreo, de lo volátil, de lo inconsistente e inestable y este ramillete de expresiones, como decimos, describe situaciones de imaginación y fantasía con escasos visos de realidad. Todas ellas forman un conglomerado de alboroto, confusión y ruido parecido al que producen en sus dormideros las bandadas que a ellos acuden.

Los pájaros se han considerado siempre portadores de noticias, buenas y malas. Así la paloma de Noé que le comunicó que había tierra firme tras el Diluvio, al volver con la ramita de olivo y todas las palomas mensajeras que llevan y traen noticias de todo tipo. También las aves representan ilusiones y anhelos de los hombres: las cigüeñas que traen los niños; el ruiseñor que representa la melancolía del enamorado; el águila es el sueño imperial; la lechuza, el símbolo de la sabiduría, etcétera. En el diálogo entre la abubilla y Pistetero de ‘Las aves’ de Aristófanes, se lee: ‘…andar revoloteando por todas partes con el pico abierto es indecoroso. Cuando vemos a uno de esos botarates que no paran un instante, preguntamos ¿Quién es ese chorlito? Y Teleas responde: es un inconstante, tiene siempre la cabeza a pájaros, no está quieto un momento’. En el caso del chorlito, igualmente se usa en plan coloquial para referirse a una persona ligera de cascos, frívola e irresponsable, muy torpe, bruta e inconsciente, como aparenta ser el ave citada: de cuerpo enjuto, patas muy largas y cuello robusto, que da a entender que carece de cabeza, avalado por su conducta de ser poco inteligente. Habita en las costas, construye el nido en el suelo, con lo que los huevos quedan desprotegidos y son presa fácil de los depredadores. Estas características, junto a su forma de caminar, conformaron la comparación con aquellas personas descuidadas, aturulladas, ingenuas y poco previsoras.

‘Téngote en el lazo, palomo torcazo’, ‘Dentro te tengo, pájaro triguero’, se dicen de algo sobre lo que se ejerce total dominio. Como sucedía con los gorriones que se metían en los graneros y se les cerraban puertas, ventanas y agujeros quedando a merced de lo que dispusiera su eventual carcelero. También se emplean como expresión de júbilo para celebrar la captura de algo o de alguien tenazmente perseguido. No hay braveza que, con precaución, no se amanse o venza. La paloma torcaz fue siempre esquiva y, por tanto, difícil de apresar. Un tercero que resume los dos es ‘Aquí te tengo, pájaro triguero; téngote en el lazo, palomo torcazo’. En ambos casos se da a entender, de forma figurada, conociendo las condiciones de las dos aves, esquivas y desconfiadas, que hemos cogido o descubierto a alguien en mentira, con las manos en la masa, en alguna trampa o cosa parecida. Relacionado con ellos se encuentra: ‘Pájaro triguero, no entres en mi granero que, si te apaño, no comerás más grano’, advierte y enseña que no hay que fiarse de aquellos que están habituados al vicio. Se dice por lo arriesgado y peligroso que le resulta a esta clase de gente insistir en sus fechorías.

Como atribuciones directas de una cualidad o modo de ser tenemos una larga lista: ‘Ser un ruiseñor de Arcadia’, se dice de quien es un excelente cantor y también del que se expresa con gran facilidad. Lo mismo que ‘Cantar como un ruiseñor’ señala a la persona de voz agradable que entona las canciones con verdadero primor y ‘Cantar como una calandria’ se usa para alabar a quienes cantan bien. ‘Más velador que en verano el ruiseñor’, se dice del que trasnocha, por comparación con este pájaro que, en dicha época, no cesa de cantar durante las noches.

‘Ser buena codorniz’ se aplica al que estornuda muchas veces seguidas en alusión a lo que se dice de las codornices que: las mejores son las que más golpes dan en su canto. ‘Saltar más que codorniz en jaula’ se dice de la persona inquieta y nerviosa que no para de dar saltitos y vueltas en un espacio pequeño, a modo de lo que hace este pájaro cuando se encuentra en semejante situación. ‘Ser un perdigón’ es perder curso y, por tanto, repetir los estudios, en particular en las academias militares.

‘Ser o parecer un pato (mareado)’ se le achaca a quien es muy torpe en sus desplazamientos, como demuestra ser el ave en cuestión cuando se halla fuera del agua, porque anda mal y con poca gracia y garbo. Similares a este son: ‘Estar como un pato mareado’ y ‘Estar como un pato en un pajar’, que se aplican también a los atolondrados y a los que se encuentran en lugares inadecuados. ‘Estar hecho un pato’ y ‘Estar hecho un pollo de agua’, por estar muy mojado o empapado de sudor. ‘Tener el cuello de grulla’, es tenerlo largo y delgado; como ‘Tener menos carne que el tobillo de un jilguero’ y ‘Tener pantorrillas de jilguero’ señalan que se trata de gente muy delgada.

‘Ser un palomino atontado’ se dice del que anda de un lado a otro sin saber lo que hace y del individuo que se manifiesta asustado o reprimido por falta de relación social o limitación de alcances. ‘Paloma sin hiel’ se llama a la persona sin malicia, sencilla, mansa y cándida, de carácter apacible y bondadoso. ‘Ser cándido como una paloma’ y ‘Tener la sencillez de una paloma’ son formas de expresar lo mismo. ‘Paloma en la calle, lobo en casa’, manifiesta que la mujer que va de buena por la vida, en su casa con los suyos, se convierte en una fiera. ‘Paloma que va volando no dice adonde ni cuando’, señala a determinadas jóvenes cuando se emancipan de la familia y se marchan sin comunicar sus intenciones. ‘Ser como la cagada de la paloma, que ni huele ni hiede’, no servir para nada, ser completamente inútil. ‘Salir la paloma cuco’ equivale a resultar fallido un asunto contra lo que se esperaba o pretendía. Es decir, resultar uno listo, inteligente y avispado cuando todo apuntaba a que sería incauto e ignorante y propenso a caer en el engaño ‘Hacer la paloma’ es manifestar candidez o ignorancia sobre un asunto cuando se conoce demasiado acerca de él. ‘Mucho y bien, la paloma no vuela’, expresión usada cuando se exige a una persona que realice una tarea o encargo cualquiera con esas dos condiciones, siendo así que lo que se ha de hacer bien no se puede hacer deprisa.

‘Ser uno de la calidad (condición) del tordo: la cara flaca y el culo gordo’ y los más abreviados: ‘El mal del tordo, carimagro y pechigordo’, ‘El mal del tordo, el pico delgado y el rabo gordo’, ‘El mal del tordo, la cara flaca y el culo gordo’ y ‘El mal del tordo, la cara flaca y el papo gordo’. Se dicen, como burla, de los que muestran al mismo tiempo estas características en su anatomía, muy comunes en esta ave. ‘Tordos y gordos y eran pardales de bardales, angostos de ijares’, se trata de conocer bien las cosas y de no dejarnos engañar. Se utiliza contra muchos que, como el del refrán, pregonan cosa mejor que la que venden. ‘Tener cabeza de tordo’ se dice de quien por poca causa se desvanece aturdido, como le suele ocurrir con relativa frecuencia a este pájaro en días y horas de gran calor en el verano “por ser ave de flaca cabeza”. No en vano ‘aturdir’ es quitar el sentido, aludiendo al tordo, que de esto padece. ‘Hablar de seguro, como tordo en campanario’, apunta a las expresiones que apenas tienen peligro y, por ello, se pueden decir sin miedo a represalias. Da a entender la facilidad con que algunos, estando en lugar seguro, juzgan y murmuran de los que se hallan en algún conflicto. ‘Más gordo que un trullo’. El trullo, entre otras cosas, es un ave acuática, parecida a un pato, de cabeza negra y con moño, sobre cuya identidad no se ponen de acuerdo los expertos. La mayoría se inclina por el porrón moñudo, pero F. Bernis admite, además, que pueda tratarse de otro porrón, de un zampullín, una serreta o un somormujo. Sabido es que estas aves suelen ser obesas, de donde nació la comparación.

‘Gordo y boto como pájaro de bardal’. Bajo los bardales buscan cobijo y amparo muchos pájaros; unas veces para comer lo que llevan en el pico, otras para sestear y las más, los utilizan como dormideros. Suelen ser estorninos, mirlos, zorzales y gorriones que se ceban bien para pasar sin apuros el invierno. De ahí el dicho.

‘Ser un milano’, como acusación de ser tímido o cobarde. ‘Parecer mesa de milanos’ o ‘Mesa de milanos’ son expresiones con las que se indica la falta o escasez de comida al mismo tiempo que el exceso de hambre en los convidados. Por ser el milano un ave voraz y siempre hambrienta.

‘Parecerse a un vencejo caído’, se dice del que necesita ayuda para poder salir de la situación precaria en que se encuentra. En alusión a este pájaro que cuando se posa en el suelo, no remonta el vuelo o tiene dificultades para hacerlo. ‘Parecerse a los vencejos, que tienen el bigote alrededor del pico’, se dice de los barbilampiños. El dicho alude a las plumas filiformes e hirsutas, a modo de cerdas, que presentan estos pájaros en torno a la base del pico y que les sirven para sujetar los insectos que se topan volando y que, con ayuda de la lengua, engullen. Esta misma disposición y proceder utilizan los chotacabras o engañapastores. ‘Ser uno pariente del cuervo, que anda de cras en cras’. Expresión con que se señala al perezoso e indolente que todo lo va dejando sin hacer difiriéndolo para mañana, que es lo que vale el adverbio de tiempo ‘cras’, en latín como en castellano, este ya en desuso. ‘Parecer cuervo en el manto y ser cisne en el canto’ se dice de los eclesiásticos que se distinguen por ser grandes músicos o poetas.

Otra serie de dichos más breves, pero no por ello menos acertados o precisos en sus asertos: ‘Ser un águila’, epíteto que se da a las personas de agudo ingenio y con gran capacidad para aprender y realizar cualquier cosa. A veces, antonomásticamente, se otorga a los escritores de remontado vuelo como ‘El águila africana’ en alusión a San Agustín. ‘Tener vista de águila’ se aplica al que la tiene perspicaz, muy aguda y penetrante y abarcando mucho, llegando a ver a gran distancia. A imitación de la de esta ave de la que se afirma poder descubrir una liebre a distancia de mil metros. ‘Salir un águila’, con esta expresión se alude al que resulta ser vivo, despierto, listo o atrevido. ‘Ser un gerifalte’ se dice de quien es jefe o persona con poder, como lo es entre todos los halcones esta especie llamada gerifalte, de gran prestancia y poderío, muy estimado como ave de cetrería. De este se desprende ‘Zapatear como un gerifalte’, por imitar el modo, fuerte y recio, de sacudir y estirar las patas como ejercicio y preparación para estar en forma ante una eventual y próxima entrada en acción que pone de manifiesto con estos gestos. Lo mismo hacen los perros cuando barruntan su salida a cazar. ‘Ser más ligero que un alcotán’ se aplica a quien está dotado de una gran velocidad en sus desplazamientos; no en vano se trata de un halcón y ya se sabe que estas aves son las más rápidas volando. Su análogo ‘Más ligero que un halcón’ se atribuye a quien es muy rápido en ejecutar las cosas.

‘Ser un mirlo blanco’ se dice, ‘ad absurdum’, de lo que por su escasez o rareza viene a convertirse en objeto sumamente cotizado y, por tanto, igualmente codiciable o de algún otro prodigioso elemento, singular y maravilloso. También se emplea para significar a la persona ingenua, simple o cándida. Está basado en que el mirlo común es casi siempre negro (en muy raras ocasiones se da un caso de albinismo total). ‘Ser más negro que el cuervo’ se dice para encarecer este color en otro sujeto; pues se tiene a esta ave por ser la más negra entre todas las demás. ‘Ser un grajo’ se usa para llamar parlera y negra a una mujer. ‘Ser un echacuervos’ es el hombre embustero y despreciable.

‘Ser un gorrión’ se dice de quien es de pequeño tamaño y muy lujurioso, por comparación con el temperamento o carácter vehemente y lascivo que, en el celo, muestra un pajarillo tan insignificante. ‘Ser más ardiente que un gorrión’ se aplica a quien, por extremo, está enamorado. Escribe Aristóteles de los muchos males que acarrea pasarse en los placeres libidinosos y refiere, entre otros, la circunstancia de que acortan la vida poniendo de ejemplo a los gorriones: “los cuales no viven más de un año por efecto de lo lujuriosos que son” y añade: “por eso son muy pocos los gorriones que tienen negro el vientre, pues la tal negrura es señal de vejez en ellos”. ‘Ser más perro que gorrión de canalera’ es expresión que se emplea en referencia a quienes resultan pesados y molestos con su reiterada pretensión de conseguir las cosas. Por compararlo con el comportamiento insistente de los machos de esta especie cuando cortejan a las hembras y pretenden hacer su nido bajo las tejas. Canalera, canal del tejado. ‘Ser más bueno que un gorrión en la punta de una espiga’, es una ironía que apunta ya Cervantes en un intento de reconciliar dos cosas imposibles. ‘Gorrión con vareta’, es frase entre popular y festiva con que se designaba al hombre bajito que portaba espada muy larga. ‘Quien te puso gorrión, de pájaros entendía’, ‘El que te puso gorrión bien entendía de pájaros’, ‘El que te puso gurriato bien entendía de pluma y ‘El que te puso gurriato ya supo lo que se hacía’ son dichos similares muy utilizados en las comunidades castellanas para calificar a alguien de listo y sagaz, comparándole con el gorrión. Del DA se saca lo siguiente: “Pardal, gorrión, ave. Se toma también por bellaco, astuto, con alusión al gorrión que se juzga la más astuta de las aves”. Abundando en lo anterior, se dice también de quien es un caradura y del que aparenta ser una cosa y es otra muy distinta. Gurriato se llama al pollo de gorrión y al gorrión joven. ‘Quedarse como un gorrión’ y ‘Quedarse como un pajarito’ se dice de quien se muere con sosiego, sin hacer gestos ni ademanes o del que se queda muy delgado o muy dormido. De este se dice también ‘Quedarse frito’. Significa, igualmente, temblar o tiritar. La expresión se refiere a los tiritones de los polluelos cuando se hallan desprotegidos, fuera del nido. ‘Llámame gorrión y échame trigo’, achacable al egoísta que solo busca provecho y utilidad en todo. Es una variante de ‘Échame (dame) pan y llámame perro (tonto)’. ‘Hasta el gorrión tiene su condición’. Este pájaro está considerado como uno de los más modestos y comunes, aunque no por ello deja de ser un ave y, extrapolándolo al terreno humano, gorrión y gurriato se considera a una persona fácil de engañar, que también mantiene su condición humana.

‘Ser un cuco’ se dice del listo y avispado que tiene facultad para encubrir las intenciones y del que, por costumbre, procede con astucia, marrullería y mal encubierto egoísmo. Recrimina a los taimados que solo miran por su medro y comodidad, valiéndose del esfuerzo de los demás para recoger el fruto sin necesidad de molestarse. De la conocida costumbre de este pájaro: ‘Soy de la opinión del cuco/ pájaro que nunca anida/pone el huevo en nido ajeno/y otro pájaro lo cuida’. Lo contrario hay que decir de ‘Más tonto que un cuco’, comparación basada en su canto que, como se sabe, no puede ser más monótono y soso. ‘(Ser) libre como el cuco’, ‘Más libre que el cuco’ y ‘Más viejo que el cuco’ se dice de quien no tiene ni siente preocupación ni obligación por el hogar ni por la familia, como queda dicho sobre su comportamiento.

‘Ser un cernícalo’ es frase coloquial que se usa para señalar a un hombre rudo e ignorante.

‘Ser (como o parecer) un buitre’ señala al aprovechado que saca beneficio del esfuerzo o de la desgracia ajena. El buitre es un carroñero que se aprovecha, en ocasiones, de los restos o presas cazadas por otros predadores. ‘Ser un búho’ se dice del que huye y se esconde de las gentes, a imitación del proceder de esta rapaz. ‘Tener menos vista que un búho’, fundado en la falsa creencia de que esta ave no ve de día. ‘Ver de noche, como lechuza’, ver bien a esas horas. ‘Ser un ave de presa (rapiña)’ remite a aquella persona que es aficionada a adueñarse de lo que no le pertenece, bien sea con astucia, bien con violencia. ‘Ser un ave’ se aplica a quien es muy ligero y diligente, sumamente activo, pero también una persona poco fiable. ‘Ser un avechucho’ se le dice al que es despreciable por su aspecto, por su mal proceder u otras circunstancias parecidas. ‘Ser una avefría (tonta, zonza)’ es el calificativo que se le asigna a la persona descuidada, simple, tarda y sin viveza o de poco espíritu. ‘Ser el pato de la boda’ es frase con la que se señala a quien resulta víctima de algún asunto. ‘Estar picado del pato’, del que se ha emborrachado, por su parecida forma de andar. ‘Ser el arrendajo de otro’, parecerse mucho físicamente.

‘Ser (como) una urraca’ y ‘Esconder como picaza’. Se dice de la persona tacaña y acaparadora que todo lo guarda y esconde, incluso las cosas más inútiles. De la costumbre de este pájaro de hacer lo mismo con los objetos que llaman su atención, especialmente de los que brillan, y llevarlos al nido. ‘Ser uno de la pega’, pertenecer a cuadrilla de gente viciosa y estragada. ‘Hablar más que una picaza (urraca)’. Frase coloquial que se dice para exagerar lo mucho que habla una persona, generalmente mujer o niño, por analogía a lo mucho que parlotea el ave cuando está enseñada. ‘Ser una como las gaviotas que cuanto más viejas, más locas’, se aplica a aquellas mujeres que cuanta más edad tienen, más ligeras de cascos son. ‘Hablar de volatería’, hacerlo al aire, sin fundamento.

‘Quererse como dos tortolillos’. Amarse de forma apasionada y con los extremos propios de estas aves. De donde salen arrullo y arrullarse, porque a la tórtola se la llama también rolla y rula por onomatopeya de su requiebro amoroso. ‘Estar más tonto que un bando de rulas’. Andar despistado y titubeante sin saber dónde ir, como les ocurre a veces a las tórtolas que revolotean sin rumbo fijo. ‘Estar más avergonzado que una abubilla sin moño’. Sentir mucha vergüenza.

‘Saltar el pájaro del nido’. Dicho de una persona, huir del paraje o lugar donde vivía o donde se pensaba hallarla y se la buscaba con cuidado. ‘En sabiendo volar el pájaro, ayúdele el aire y válgale el pico’. Cuando los hijos llegan a la edad de poder manejarse por sí mismos, hay que concederles cierta prudente libertad. ‘Quien osa volar como los pájaros, una cosa más debe saber: a caer’. Aquellos que se independizan buscando la libertad de vivir a su aire, deben saber que están expuestos a tropezar y caer y, si quieren continuar, han de levantarse para lo que se necesita haber sabido caer de forma que puedan hacerlo. ‘No llegar a pájaros nuevos’, con esta frase se augura el hecho de que alguien va a morir en corto plazo, literalmente, que no va a llegar a la primavera, que es cuando vuelan los pájaros del nido. ‘Ser como los pájaros de la marisma, que no son de tierra ni de la mar’. Se aplica a las personas de carácter tan poco resuelto que no se determinan a seguir un bando u otro en los actos de la vida. ‘Ser como el ave Fénix’, se dice del que supera los problemas y dificultades que se encuentra, en alusión a la antigua creencia vulgar de que esta ave fabulosa y única renacía de sus cenizas. ‘Ser chico pájaro para tan gran jaula’. Modo de criticar y zaherir al que fabrica o habita casa que no es correspondiente, por excesiva, a su estado o dignidad. También se aplica a la persona de escaso mérito o prendas para el empleo o la dignidad que posee o pretende. Parecido, invirtiendo los términos, tenemos este: ‘Gran jaula para tan chico pájaro’ que se dice al individuo que dan un cargo de importancia sin merecerlo y también de la gran mansión destinada a ser ocupada, sobre todo si se la entregan como emolumento o aneja al cargo o función que desempeña. La frase es atribuida a Felipe II cuando vio terminado el monasterio de El Escorial, destinado a ser su morada.

‘Según el pájaro, así es el nido’. La forma de ser de cada uno se ve reflejada en su hogar y en sus pertenencias. Otros del mismo tenor son: ‘Según el pájaro es el chiflido’, ‘Se conoce a los pájaros por su cantar’, ‘Por el canto se conoce al pájaro’, ‘Al pájaro por su canto y por sus milagros al santo’ nos indican que la condición de las personas se conoce por sus hechos y ‘Ruin pájaro, ruin cantar’, expresa que siempre hay proporcionalidad o correspondencia entre lo que se es o mejor cómo se es y lo que se hace. ‘Poco a poquillo, hace el pájaro su nidillo’, sobre constancia y éxito. Se dice contra las prisas e improvisaciones de algunos que creen que corriendo se hacen las cosas antes y mejor. Caminando despacio se llega lejos. ‘Reniego del pájaro que se ensucia en su nido’, maldice a quienes maltratan a su familia en su propio hogar o hablan mal de los suyos y de su tierra o patria.

Y ya, como despedida, os comunico que todo lo que acabo de contaros en este cansino relato: ‘Me lo dijo un pajarito’, frase con la que encubrimos, por discreción, una información que nos llega por conducto confidencial y que, probablemente venga de la antigua idea de atribuir a las aves un especial papel en la función de la mensajería cabalística al observar su vuelo o escuchar su canto. En la literatura de todas las épocas hay abundantes testimonios que así lo certifican, como el Eclesiastés, libro del Antiguo Testamento: “Ni siquiera en la intimidad de tu cuarto critiques al rico, porque las aves del cielo llevarán la voz y harán saber tus palabras” y también en el Génesis, la repetida escena de Noé que espera la llegada de un ave que le anuncie el final del Diluvio.”


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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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