Omisiones dolosas

Por Javier Pardo de Santayana

(Grabado de la llegada de los sobrevivientes de la expedición Magallanes-Elcano. Foto en El Mundo PHAS / GETTY IMAGES. )

Es evidente que en estos tiempos iniciales del presente siglo vivimos un ciclo depresivo.

Tras de presenciar una vez más en la televisión noticias que más parecen una serie de terror – noticias de padres que matan a sus hijos y de hijos que matan a sus padres, de padres despechados que acaban con sus cónyuges y de menores que se cargan a los viejos, como también de violaciones en manada y de abusos sexuales a mansalva, abro el periódico con la esperanza de leer alguna cosa normal o interesante.

Y el resultado no defrauda, sólo que, en esta ocasión lo que nos dicen las noticias, aun siendo tranquilizador y positivo, también nos mueve a recordar el desaprovechamiento habitual de algunos hechos de nuestra propia historia a la hora de hacerlos valer, no sólo ante nosotros mismos, sino también ante otras naciones y culturas.

Una de las noticias se refiere a la hasta ahora modesta y acomplejada celebración de los 500 años de la llegada de la primera vuelta al mundo, curiosamente coincidente con la del 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, es decir, con un hecho trascendente del que mucho venimos hablando, como es natural, los españoles, aunque no fuera verdaderamente cosa nuestra. Pues bien, uno de los comentaristas del periódico, buen conocedor del Reino Unido por haber sido anteriormente corresponsal en Londres, imagina cómo habrían celebrado esta proeza los británicos si hubieran sido ellos quienes por vez primera se hubieran aventurado en lo desconocido para circunnavegar el globo y además lo hubieran conseguido. Pues, como era de temer, lo que los españoles hemos hecho por ahora no esta a la altura de las circunstancias. Empezamos por quedarnos callados por aquello de no contrariar a nuestros amigos portugueses, que además de no hacer caso a Magallanes intentaron boicotear la empresa que sería apoyada por el Rey de España. Y no parecemos reaccionar como debiéramos ante el intempestivo recrudecimiento en nuestros días de la Leyenda Negra, lo que hace cada vez más necesario reaccionar con toda contundencia mediante planes que movilicen nuestras potencias y nuestras relaciones exteriores.

Una segunda noticia se refiere a un comentario deslizado bastante sin venir a cuento por la portavoz de este gobierno transitorio en relación con las llamadas Trece Rosas, a cuya organización – las Juventudes Unificadas Socialistas – se había atribuido un atentado cometido al terminar la guerra y que por ello serían fusiladas. Y claro, por muy triste que sea este suceso y por muchos artículos novelas y películas que se dedicaran a su muerte – cosa que no se ha hecho para ensalzar la hazaña de Sebastián Elcano y de los 18 supervivientes que sobrevivieron de los alrededor de doscientos cincuenta que partieron de Sevilla – no parecía prudente mencionarlas cuando tan sólo pocos días antes fueron beatificadas catorce religiosas – una pequeña parte de las «7000 rosas» que recuerda el periódico citado – asesinadas “por un odio organizado” así fueran ancianas como jóvenes, que éstas si que de seguro no habrían hecho nada contra nadie ya que se dedicaban a rezar y a practicar la caridad con los necesitados. Es más, para ellas no hubo ni siquiera una palabra de recuerdo por parte del gobierno o de las organizaciones feministas, y hasta los medios oficiales quisieron engañarnos con aquello de que habían simplemente “desaparecido”, como si su trágico destino fuera poco menos que desconocido. Y, desde luego, sin el menor intento por resaltar su valor ante el martirio.

La tercera noticia, coincidente en resaltar algunas virtudes importantes que sin embargo suelen soslayarse, pone su foco en la presencia de militares españoles en Somalia, uno de las actuales escenarios de conflicto. Interesante para que quienes lo lean sean conscientes de que hay españoles por el mundo jugándose el pellejo por la paz y demostrando su talante y su talento en la pacificación de un estado fallido. E interesante también en la medida de que hasta ahora muy poco hemos sabido de nuestras fuerzas militares desplegadas más allá de las fronteras, tras de lo cual y sería infantil no ver la manipulación de las informaciones con el objetivo de ocultar la realidad de la dureza y el peligro en los que se desenvuelven nuestros soldados de los tres ejércitos desde hace ya más de veinticinco años. Porque aunque suelen ser prudentes y desde luego no alardean de las amenazas encontradas y menos de su serenidad ante el peligro, he podido constatar que no han faltado los tiros y las situaciones de combate a las que se enfrentaron, fuera en Afganistán, Irak, Malí, Somalia o, yendo más atrás, en Macedonia o Bosnia por sólo citar algunos lugares del planeta en los que hay españoles desplegados en la defensa de la paz.

En resumidas cuentas, aplaudamos por respeto a la verdad que alguien nos ponga de relieve aquellos hechos reales que sí son un “orgullo” que podemos mostrar a nuestros descendientes como ejemplos de fe y de sacrificio. Modelos de generosidad y dignidad que aumentarían la fe en nosotros mismos y supondrían un reconocimiento de la presencia histórica de España. Como merecerían la admiración hacia quienes en ello se esforzaron y se esfuerzan arrostrando el peligro.

En resumen, lo que en realidad procedería sería hacer lo que es normal y deseable en cualquier caso: celebrar sin tapujos ni complejos – y con el agradecimiento debido y merecido – a los protagonistas de determinados hechos y actitudes que van bastante más allá de los sucesos torpes y ramplones de un ambiente político sin perspectiva de la Historia y que se muestra incapaz de valorar la gesta de unos españoles que rodearon por primera vez nuestro planeta, proporcionaron a la historia de la fe cristiana la mayor aportación de mártires del siglo XX, y rechazaron la amenaza de implantación del comunismo en estas latitudes europeas. O siguen todavía en la vanguardia de la defensa de la paz de todos.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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