Para que lo trabajara y custodiase. 28. Patatales.2

Por Carlos de Bustamante

( En El Tomillar. Acuarela de J.M. Arévalo. 36×45) (*)

Les dije y digo, que era muy niño cuando el amo de turno en la Dehesa de Peñalba me hizo notar cómo los precios de mercado de las patatas, estaban por las nubes. Como en la Dehesa las patatas se daban `de primera en primera´, quería dar un golpe maestro a la maltrecha economía. Sembraría el cacho de los Carrizales el de mayor extensión de todos, con la más productiva de las variedades de patatas. Red-Pontiac, similar en calidad a las moradas de `reñón´ y tan cotizadas o más que éstas.

– ¡Cuál!, que nos forramos, ¡chaval! Compraré lo último -prosiguió- en maquinaria para sembrar y cosechar, y ¡a vivir que son dos días…! – ¡A ver!, dije `ó`. Insensato.Sembradora de cuatro surcos, dos cosechadoras, dos, New Holland que `vinon´ de `quisió ande´, remolque volquete y nuevo tractor Massey Fergusson de la `Ingalaterra´.

Cuando el amo vio el cacho de los Carrizales `espuntando´ en él infinidad de brotes nacidos por la inmolación de las madres, quiso dar gloria a Dios por tan hermoso espectáculo; pero lo que quiso, no fue lo que hizo. En sus ojos apareció la imagen de la codicia y del enriquecimiento con la segura cosecha y los precios de mercado que se mantenían al alza.

En un instante de cordura, al amo de turno se le `vinon a las mientes´ palabras leídas y meditadas `quisió´ las veces. Testigo mudo de pensamientos que hablaban a voces por los ojos, en esta ocasión el chaval las escuchó en vivo. Palabras para él nuevas, pero tan claras como la luz que iluminaba la vida que crecía por días e incluso por horas en el cacho de los Carrizales: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo «¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha».

Después pensó: «Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, como, bebe y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?». Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios». Recapacitó `deseguida´. Con un repetido martilleo resonaba en sus tantas veces, ¡ay! oídos taponados: “! ¡Insensato!, ¡insensato!” … Ante la tormenta interior que traslucían las diferentes expresiones de ojos y cara del amo, el chaval escuchó atónito:

“Fue en las Ventas. Hacía cartel el gran Antonio Bienvenida con la flor y nata de los del arte de Cúchares de por entonces.

Faenas espectaculares de todos los diestros incitaron al maestro a superarse. Le tocó en suerte un miura imponente. Pero noble. La faena hizo historia en el ambiente taurino. Uno tras otro se sucedían los pases de todas las marcas y estilos. El respetable en pie ovacionaba con olés atronadores la cátedra de las Ventas. Con una tanda de naturales extraordinariamente ceñidos con la espada ya en la muleta, fue el delirio. La música convirtió el coso en auditorio de españolidad. Con una estocada al volapié y hasta la bola, las Ventas se transformó en un gran albero nevado por infinidad de pañuelos. Del palco presidencia colgaban, además de dos pañuelos, hasta la mantilla de la presidenta. Dos orejas y rabo. Trofeo éste, que salvo a Manzanares, el chaval, hoy anciano, no recuerda haberse prodigado con él la exigente afición madrileña. Entregados por el alguacilillo, también éste se unió a los capitalistas y monosabios del picador que acudieron raudos para sacar a hombros por la puerta grande al que había hecho como pocos el más bello arte del toreo. Sonreía satisfecho el mejor de la saga Bienvenida.

En este torneo, combate singular de la inteligencia humana contra el solo instinto de la fiera cornúpeta, supo el gran Antonio salir vencedor de la lucha a muerte al tiempo de componer las estampas más bellas del arte taurino. Y es, que tras los primeros capotazos de tanteo ya se identificó con la bestia. Supo de sus más peligrosas querencias; el pitón del que lanzaba los más comprometidos derrotes; de la tendencia del toro a bajar o subir la cabeza y los puñales en ella de cada temerosa embestida; supo, en fin, a qué altura mantener la muleta según la “suerte” de pases que mejor se ajustaban a las cualidades o defectos del miura. La inteligencia humana, sometió con cuidado sumo el instinto de los de su raza que llevaba, la fiera en los genes. Conocía, sí, el maestro cuanto el Creador dispuso desde el inicio de los tiempos que rezaba así:

“Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su especie: bestias, y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios los animales de la tierra según su especie, y ganado según su especie, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre las bestias, y sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos; y henchid la tierra y sojuzgadla; y tened dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos y sobre todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Antonio Bienvenida puso por obra estos conocimientos haciendo arte del dominio-mandato concedido al hombre sobre tierra, aves, peces y bestias.

No sin asombro, rayano en la perplejidad, el más gigantón de los capitalistas, escuchó como un susurro surgido de la tormenta imponente de aplausos: “Para ti, Señor, toda la gloria”. Para ti, Señor, toda la gloria… Oración, así, agradecida, después de poner todos los medios humanos.

El chaval cerró la boca mantenida abierta durante todo el relato.
Aunque con menor intensidad, también fueron sonoros los aplausos del respetable cuando la presidencia concedió la vuelta al ruedo a la fiera durante el arrastre por las mulillas primorosamente enjaezadas.

Cuando bajó a tierra, y tras la presencia de Dios en toda la faena, le `vinon´ con naturalidad sucesivas acciones de gracias. No sólo remató con perfección su trabajo de vocación y afición, sino que lo convirtió en oración y auténtica obra de arte. ¿Lo ven…? Todos en nuestra labor ordinaria podemos, como Bienvenida, santificar nuestro trabajo; santificarnos con él, realizado con la mayor perfección posible; y santificar a los demás con el ejemplo, acabado, hecho arte, sin chapuzas.

¿Y de las patatas o patatales…, ¿ha de ser en (3) si Dios es servido.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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