Pruebas definitivas de una trama

Por Javier Pardo de Santayana

(Desde el exilio organizaré la República inexistente de Cataluña. Viñeta de Esteban en La Razón el pasado 29 de septiembre)

En las proximidades de la fecha clave en que los independentistas catalanes harán un último esfuerzo por poner el país patas arriba, la Policía ha encontrado pruebas fehacientes de una trama, en este caso criminal. Y como se temía, ha descubierto que estaban preparando el gran festejo armando una debacle terrorista, para lo cual no hacían otra cosa que seguir instrucciones…¡del gobierno!

Lo había promovido el propio presidente de una autonomía que, aunque cobra mas que el propio presidente del gobierno español, emplea sus esfuerzos en cargarse aquello por lo que le están pagando, y esto es una maldad incompatible con su función política. “Tiemblen ustedes después de haber reído” decía La Codorniz en estos casos. Es más, nuestro preboste había animado públicamente a sus secuaces – que ya se habían venido dedicando a impedir la circulación en nuestras carreteras e intentar invadir el parlamento – instándoles a que, literalmente, “siguieran apretando”. Y vaya si lo están haciendo, que les han cogido con las manos en los explosivos y las mechas. Algunos de ellos han cantado, y han contado que sabían perfectamente que si realizaban lo ordenado corrían el riesgo que corre un terrorista. Sólo un espíritu seráfico o un malababa revolucionario podría admitir lo que es motivo suficiente para hacerles pagar en una cárcel su comportamiento criminal y revolucionario. O sea que el gobernante a que nos estamos refiriendo tiene una responsabilidad que debiera ser ya definitiva para someterle al rigor de la justicia y, ya de entrada, abandonar su puesto.

Sí señores: aunque usted – que no conoce bien España o, para empezar, es extranjero – no pueda ni creerlo, aquí el representante del Estado en una de sus circunscripciones se permite montar todo un tinglado subversivo para cargarse el orden constitucional establecido. Algo increíble, entre otras cosas, porque éste fue votado generosamente por los ciudadanos que él ahora está representando. Y esto es un sinsentido – una burrada – de tal dimensión y tal calibre que nadie lo podrá admitir sin hacer algo, aunque no sea más que alzar la voz y demostrar su indignación y su repulsa.

¿Cómo es esto posible? ¿Es que no puedo yo, como español consciente, opinar sobre el futuro de mi patria? ¿Es que a estas alturas de la Historia no puedo ya vivir, como he vivido, en el lugar de España que me plazca sin sentirme extranjero? ¿Que sentido tiene hoy el lugar en que se vive? Por mi profesión he tenido ocasión de vivir y trabajar en muchos sitios, y el lugar de nacimiento puede bien ser, y lo es de hecho con frecuencia, fruto de una situación o circunstancia. Y he sido testigo del proceso de creación de una Europa que pretende extirpar definitivamente las guerras en sus lares, así que me pregunto en que estarán pensando unos despistados ignorantes que por lo que se ve desconocen no sólo la Historia del pasado sino también la del presente, y si me apuran, del futuro.

Quizá por eso la mayoría de los españoles supusieron que aquellas voces discordantes, desacreditadas por las tendencias del progreso, acabarían apagándose por urdir imposibles y actuar a extramuros de la realidad del mundo. Y pasaron los días y las noches, los meses y los años – incluso también los lustros y decenios – durante los cuales, ante la mirada sorprendida del resto de sus conciudadanos, se utilizaban los dineros de todos en apoyo de un plan secesionista que creaba embajadas y clubes pseudoculturales con el objetivo real de realizar actividades subversivas dedicadas a cargarse la constitución y la unidad de la nación de Europa que levantó el primer estado moderno de la Historia. Mientras, por otra parte, se actuaba también en las escuelas para atizar los odios y el reproche de los jóvenes y niños con lemas ofensivos y falaces aprovechando la descentralización educativa.

Así se fue tramando durante un largo periodo un plan de asalto al poder que se convertiría en un episodio de sainete y acabó con sus cabecillas en la cárcel, pero que seguiría vivito y coleando apoyado en el kafkiano ejercicio del poder de un personaje que manda sus huestes a colocar carteles y quemar neumáticos cuando no a asaltar el parlamento o poner lazos amarillos, mientras su autonomía se paralizaba y se le escapaban los empresarios y banqueros. Pero que ahora, en vísperas de sus días más “gloriosos”, se le está yendo la mano al  impulsar y respaldar la ejecución de unos actos de violencia que nos recuerdan la parábola del inefable Arzalluz. Ya sabe usted: aquel del árbol y las nueces.

Menos mal que se les ve el plumero y es ya evidente la trama del tinglado.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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