¿Ha valido la pena el obrón del parking de la Plaza Mayor?

Por José María Arévalo

( Acceso peatonal y chimeneas de ventilación del aparcamiento de la Plaza Mayor)

El pasado 7 de agosto el parking de la Plaza Mayor de Valladolid volvió a abrir sus puertas después de nueve meses cerrado por unas obras que han permitido sacar fuera los accesos al aparcamiento subterráneo; reforma con la que se ha conseguido que 1.800 vehículos –dice la prensa, cifra un tanto exagerada- dejen de circular cada día por este espacio, que, en palabras del alcalde, «ha sido ganado por los peatones, para que los niños y niñas puedan jugar en él sin riesgo y para que todos podamos pasear sin sobresaltos».

Pero la obra ha tenido un coste de un millón y medio de euros, lo que es una pasta gansa para los bolsillos de los contribuyentes, que vemos como ahora el equipo del Ayuntamiento quiere subirnos el impuesto del IBI, como no podía ser menos con tano empeñarse en obras faraónicas. De esta subida comentaremos otro día, de momento vamos a ver si ha compensado el gasto.

El alcalde, el ínclito socialista Puente, calificó –recojo de la prensa de esos días- la reapertura de «buena noticia» para todos los vecinos de Valladolid, «independientemente de cómo se desplacen por la ciudad» y puntualizó que los vallisoletanos van a enseñar la Plaza Mayor «con más orgullo» a quienes nos visitan, porque «ahora luce más bonita y porque podremos disfrutar de ella sin las molestias que causaba el tráfico de vehículos que antes la atravesaba».

Es cierto que se ha evitado el tráfico por nuestra Plaza Mayor de los vehículos que tenían que entrar en ella para aparcar en el parking que antaño se hizo, con mejor o peor acierto, según los gustos, bajo la estatua del Conde Ansúrez, pero que «ahora luce más bonita», como pregona el alcalde, es más que dudoso. No lo he comentado antes por dar un plazo razonable a que la Plaza se asiente y la vista se acostumbre al nuevo “look”. Pero ya me temía desde el principio que el aspecto estético de la plaza –aparte la cuestión de los coches- no iba a mejorar mucho si no se solucionaban las entradas peatonales al parking, las escaleras y el ascensor, de lo que no se hablaba mucho de cambiar en las fechas que supimos del proyecto. Y que la mejora de quitar el tráfico no justificaba el enorme coste del plan, en mi opinión.

Este era el proyecto ‘estrella’ del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, del pasado mandato, pero le ha dado más quebraderos de cabeza de los previstos. Primero por los problemas con Patrimonio con las obras en la calle Jesús para ejecutar la salida de la calle Molinos, pero sobre todo también por la estética y ubicación de las salidas, las chimeneas de ventilación y los nuevos ascensores para garantizar la accesibilidad. En este punto recibió –me alegré mucho entonces al leer la noticia-, como no podía ser de otra manera, las críticas de La Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, que consideraba –reflejó la prensa en su momento- que las obras del aparcamiento «alteran» la estructura del lugar más emblemático de la ciudad y censuró al Ayuntamiento por no responder a sus escritos.

Críticas a las obras de la Plaza Mayor

“La Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción denunció que las obras del aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor de Valladolid están “alterando y perjudicando seriamente la estructura y composición” del entorno, a la vez que critica que desde el Ayuntamiento no se ha respondido a su escrito de protesta remitido el pasado 4 de junio. En un comunicado, la institución cultural lamenta que a la falta de respuesta por parte del Consistorio se una el inicio de un tercer acceso peatonal al sótano, cerca de la calle Santiago, a la vez que se anuncia la posibilidad de adoptar medidas encaminadas a la salvaguarda de este conjunto urbano histórico artístico.

La Academia criticó en su día la “desmesurada estructura de acero y vidrio delante de la embocadura de la calle Lencería y del edificio que fuera Hotel Moderno y calificó de “perfecto disparate” y de “engaño a la ciudadanía” la justificación de la obra que se está realizando. Además, recuerda que en los últimos meses de 2018 hubo numerosas protestas, elevadas desde distintos ámbitos, por el impacto visual que provocarían los accesos al aparcamiento al situarlos delante de los números 10 y 11 de la Plaza.

El problema, según la institución, surge por no haber convocado un concurso de ideas a la hora de intervenir en la plaza Mayor, “que debe ser respetada como modelo y ejemplo, máxime cuando las obras se realizan con dinero público”.

 

( Acceso peatonal nuevo al aparcamiento de la Plaza Mayor)

Creí que se había desistido de ese tercer acceso peatonal, ahora no me he fijado –será que es menos llamativo- pero releo en las noticias de la inauguración que no, que están uno en frente del café del Norte, otro al salir de la calle Calixto Fernández de la Torre y el tercero, con el ascensor, junto a la calle Lencería. Así que los dos accesos antiguos se han mantenido -si no aumentado en su impacto con nuevos elementos, como los aireadores junto a las escaleras más próximas a la calle de la Pasión, mucho más elevados que las barandillas de la escalera, con gran impacto visual, y la cabina del ascensor también ampliada- y añadido un tercero, rompiendo la vista del conjunto de la plaza enormemente. Basta recordar como lucen las plazas más airosas de Madrid y sobre todo de Salamanca, exentas de obstáculos distintos a algunos bancos y farolas, especialmente los de formas de rabiosa arquitectura o diseño contemporáneos, como el ascensor y los aireadores, que nada recuerdan a la imagen de antigüedad que se quiso dar a nuestra plaza cuando se introdujo el almazarrón en las fachadas y se cambió completamente el suelo de toda la plaza. Aquél consistorio que tan acertadamente dio nueva imagen a nuestra Plaza Mayor, seguro se rasgaría las vestiduras ahora viendo su propósito alterado sustancialmente por los accesos peatonales que se han incluido. Y ya el colmo es que junto a las escaleras próximas a la calle de la Pasión se han colocado estos días una especie de contenedores enormes de color rosa, supongo que para alguna campaña feminista porque no veo en la foto que he hecho y adjunto los letreros que llevan.

Evidentemente el millón y medio de euros que ha costado el acceso de los coches por fuera de la plaza se hubiera incrementado mucho más si también se hubiera sacado el acceso de los peatones de la plaza, pero seguro que se habrían encontrado mejores soluciones si se hubiera abierto un concurso público de ideas, como criticaba la Real Academia de la Purísima Concepción, Sobre la marcha se me ocurre que el ascensor, que es indudablemente necesario, tendría menos impacto visual situado unos metros más allá, al inicio de la calle Ferrari, donde hasta ahora estaba la parada de autobuses que ya no circulan por ella. Y la escalera de acceso peatonal podía haberse situado más cerca de los soportales, por decir algo.

La cuestión sí fue objeto de discusiones, y la colocación de la columna del ascensor de acceso al estacionamiento fue otra de las pegas que puso Patrimonio. La idea original la situaba en la misma plaza frente al Café del Norte, un enclave que fue rechazado por técnicos de este departamento por el impacto visual que podría generar en la observación del conjunto del ágora. Así, se optó por desplazarlo unos metros, frente a la entrada del Teatro Zorrilla, pero entonces surgieron las críticas sobre los efectos que podría tener para eventos relacionados con la celebración de la Semana Santa, como es el caso del Sermón de las Siete Palabras. Finalmente, el Consistorio optó por agruparlo junto a las escaleras de acceso al aparcamiento, ubicadas junto a la actual rampa de entrada desde Manzana, muy cerca de la calle Lencería (la de Iborra). La solución adoptada pretendía matar dos pájaros de un tiro: por un lado, dejar libre toda la vertiente del espacio que da a la Acera de San Francisco, y por otra, agrupar los accesos por escalera y elevador, de manera que se evitan elementos desperdigados. Pero el impacto visual es el mismo, no se ha solucionado lo importante.

( Entrada con ascensor al aparcamiento de la Plaza Mayor)

Así se han mantenido las dos anteriores escaleras de acceso en ambos lados de la Plaza Mayor y se ha hecho el hueco del ascensor junto a la ubicada en la fachada de Lencería. Es una columna acristalada y forrada con vinilo para que desde fuera no se vea la caja del ascensor. Cuenta con un pequeño porche de acceso y hace escala en los dos sótanos. Esta intervención conlleva también el desplazamiento de las rejillas de ventilación que dan servicio al subterráneo. Desde el PP se había propuesto el acceso desde un local en los soportales de esa misma zona (el antiguo Club del Fumador) y ubicar ahí el ascensor, un proceso más complejo, no solo porque había que llegar a un acuerdo con la propiedad, sino por la gran cantidad de redes que discurren en esa zona en la que, además, habría que horadar otro túnel para llegar al cajón del aparcamiento.

Es de justicia decir, frente a las muchas críticas a la mala incidencia en la estética de la plaza, que se argumenta por el equipo de gobierno que la plaza Mayor, sin coches ahora, amplía su aforo a 27.000 personas tras la reforma del aparcamiento y que los nuevos accesos de vehículos, situados fuera de la zona, permiten un incremento de 2.000 plazas respecto a años anteriores. Y Puente pidió disculpas a los afectados por el retraso de las obras y aseguró que todos van a notar «de inmediato» los beneficios. «Siempre aposté por la peatonalización de este espacio»

Los problemas de ejecución y los plazos también han dado más de un quebradero de cabeza al equipo de Gobierno. Los primeros retrasos generaron presión añadida para garantizar que las procesiones de Semana Santa pudieran desfilar por la Plaza Mayor. El plazo de ejecución de seis meses fijaba el fin de obra para el 31 de marzo. Pasado ese momento crítico la empresa concesionaria pidió dos meses de prórroga. Un tiempo que no fue necesario y que motivó las quejas de los comerciantes, críticas de la oposición y una posible petición de compensaciones al Ayuntamiento.

En fin, me pregunto si no hubiese sido más fácil y menos costoso cerrar el aparcamiento de la Plaza Mayor y abrir uno nuevo cerca, donde no diera tantos problemas, por ejemplo en la Plaza de Poniente o la zona delante de San Benito; o en la plaza de San Miguel o ampliar el de Portugalete hacia la zona del antiguo Penicilino, que tampoco están tan lejos de la Plaza Mayor. Mil quinientos millones son muchos millones, bien administrados dan para mucho.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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