25 años D.O. “Cigales”. 27. La cadena de valor del vino. 2

Por José María Arévalo

(Figura 3. Etiquetas antiguas de los vinos de la D.O. Cigales Fuente: Consejo Regulador de la D.O. Cigales.)

Continuamos el artículo “La cadena de valor en la elaboración, comercialización y consumo del vino”, de Pablo Santamaría Gómez, Gerente de Bodegas Alfredo Santamaría, de Cubillas de Santa Marta (Valladolid), del libro conmemorativo “La comarca vitivinícola de Cigales: viñedos, bodegas y vinos. 25 años de la D. O. Cigales” que venimos reseñando en estas páginas.

Después del apartado “De la agricultura y vitivinicultura tradicional a la especialización”, que ya hemos publicado, prosigue con el epígrafe “Buscando el valor añadido mediante la transformación, el embotellado, etiquetado y la comercialización”, que recogemos hoy, y dejamos para el próximo día, dada su extensión, los capítulos “Hacer marca (fidelizar) y evitar intermediarios: enoturismo y enotienda”; “Toda la cadena de valor: producto terminado para el consumidor final en hostelería”; y “Conclusión”, con los que finalizaremos el artículo.

BUSCANDO EL VALOR AÑADIDO MEDIANTE LA TRANSFORMACiÓN, EL

EMBOTELLADO, ETIQUETADO Y LA COMERCIALlZACIÓN

Mucho y rápido –continúa el artículo de Pablo Santamaría- fue cambiando la forma de proceder y de comercializar los vinos. El ritmo vertiginoso de la sociedad de consumo en general y, en particular el marketing, motivaron que fuera una necesidad imperiosa el «vestir los vinos», por lo que ya nuestros padres fueron abandonando la práctica de venderlos a granel para dar el salto hacia el embotellado y etiquetado de los mismos (Figuras 3 y 4).

(Figura 4. Nuevos diseños de etiquetas de vino en la D.O. Cigales. Fuente: Bodegas y Viñedos Alfredo Santamaría, Cooperativa Torondos, Bodegas Santa Rufina, y Bodegas César Príncipe.)

En 1991 se instaura la Denominación de Origen Cigales, y son muchas las bodegas que deciden acogerse a esta figura de calidad, solicitando registros y marcas. Muchas de ellas tienen que acometer importantes inversiones para su ampliación y modernización de las instalaciones con nuevas prensas y equipamiento en acero inoxidable con control térmico, así como nave y maquinaria para el embotellado y etiquetado, sala para el envejecimiento con barricas de roble (americano y europeo), «dormitorio de botellas» para la crianza reductora y almacenes tanto para el aprovisionamiento de proveedores como del producto terminado listo para la expedición.

Estas inversiones han modificado el aspecto de nuestros pequeños pueblos, aportando normalmente un valor a su riqueza arquitectónica, para muestra el ejemplo del antes y después de donde se enclavan actualmente las instalaciones la Bodega Alfredo Santamaría en Cubillas de Santa Marta (Figura 5).

(Figura 5. Ampliación de la bodega de Alfredo Santamaría sita en Cubil las de Santa Marta. Fuente: Fotografía propia)

Este paso de asumir la transformación (elaboración) de uva en vino pero ya embotellado y etiquetado, claro está, aportó valor añadido al producto, redundando en la cuenta de resultados, motivando que con menos volumen de vino se obtuviera mucho mayor volumen económico, sin embargo no por ello hay que obviar los importantes gastos asociados (pagos a proveedores y gastos de financiación y amortización de nuevos equipos e instalaciones principalmente) y las complicaciones añadidas que todo ello supuso, tanto en logística como en comercial ización y distribución del producto final.

Por no hablar de la necesidad imperiosa surgida en los últimos años y retroalimentada en las épocas de crisis de abrir mercados incluso fuera de nuestrasfronteras, y de adaptarse a ellos.

A la obligación de crecer en presencia en las distintas provincias de nuestro país (o al menos en las más importantes comercialmente hablando), habitualmente, mediante la figura de distribuidores de vino y de otras bebidas ha surgido ahora la de salir al exterior en busca de mercados más globales, con la dificultad añadida de las barreras lingüísticas y culturales que ello supone.

Es preciso cada vez más contar con personal cualificado en las bodegas, cada uno especializado en sus tareas diarias, desde el peón de campo hasta el “export manager”, pasando por todos los departamentos de la empresa que, inexorablemente, necesitan estar perfectamente articulados y compenetrados para el fin último del éxito empresarial.

Pero este es otro tema del que sólo me atrevo a «dar unas pinceladas» pues aún es corto nuestro recorrido y experiencia en exportar. Volviendo al tema de la elaboración sobre el que andaba inmerso, decir que era preciso acercar el vino al cliente, ya no valía esperar con la bodega abierta. Resultó imperioso buscar nichos de mercado, bien en el canal de hostelería o bien en el de alimentación de tiendas y supermercados, o mejor aún en ambas si la organización de la empresa y producción lo permitían, con el propósito de diversificar y alcanzar mayor cuota de mercado.

Los hábitos de consumo han cambiado rápidamente, obligando a las bodegas a tener, o bien un departamento de comercialización, o al menos una persona trabajando en ello (aunque por el tamaño medio de nuestras bodegas normalmente se vienen desarrollando también otras labores que completen la jornada laboral para sacar adelante el trabajo diario). Es necesario continuamente cambiar el paso para no perder el ritmo que la sociedad de consumo demanda.

El cliente que se acerca a la bodega a adquirir vino en garrafón es una «especie. en extinción». En todo caso el auge está en el enoturista que se bebe la experiencia, el consumidor que se acerca a las bodegas impulsado por su necesidad de conocer más y mejor acerca del apasionante mundo del vino y de su cultura y que está dispuesto a adquirir algunas botellas de vino para su disfrute posterior compartiendo con amigos y familia.

Pese a que el vino es un alimento, y esto hay que subrayarlo o ponerlo en mayúsculas, pues es una de las fortalezas de esta bebida y a estas alturas ya casi todo el mundo tiene claro sus magníficas propiedades saludables, los estudios indican que su consumo va en detrimento, al menos en el mercado nacional, con una tendencia a beber sólo en ocasiones especiales, normalmente ligadas al ocio y al disfrute. Por ello actualmente el crecimiento de las ventas se produce en otros espacios y canales distintos, tomando auge el de la alimentación (en detrimento de la hostelería pues se chatea menos) y tiendas especializadas ya que el consumidor muchas veces busca su disfrute en su propia casa esquivando así los precios normalmente abusivos de la restauración y la incompatibilidad de beber y conducir, además del apego al hogar tal vez influenciados por los países nórdicos.”

El próximo día concluiremos el artículo.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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