Buenos propósitos

Por Javier Pardo de Santayana

(Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 17)

Nunca es tarde para cambiar de hábitos, y menos cuando nuestras vidas se ven obligadas a adaptarse poco menos que a la fuerza a unas nuevas y radicales circunstancias.

Perdonará mi improbable lector que me ponga a mi mismo como ejemplo: de entrada mi tendencia natural es hacer lo más deprisa posible cuanto me sale al paso o se me ocurre, y no le digo cuando tengo además cosas pendientes, lo cual va radicalmente en contra de lo que convendría hacer en la situación concreta en que hoy vivimos, es decir, cuando lo conveniente consistiría por el contrario en alargarse lo más posible para así “matar el tiempo”. En consecuencia, lo que primero que se le ocurre a uno es acumular actividades, y ahí es donde comienzo a dar vueltas a mi cabeza sobre los campos en que podría bucear para encontrar “tareas” adicionales.

Cierto es que tengo mi biblioteca atiborrada de libros, así que bien podría ponerme a leer como un poseso, mas como usted ya sabe, lo que me pide el cuerpo es más bien crear continuamente cosas nuevas. Podría por consiguiente refugiarme, por poner un ejemplo, en la poesía, la guitarra o el dibujo, pero he de confesar que no estoy precisamente en un momento favorable para hacerlo; ya sabe usted que desgraciadamente la inspiración suele venir por rachas, y en tal sentido no me encuentro en el mejor momento. Estaba ahora, por el contrario, sumergido en una operación ilusionada con la que pretendía resucitar recuerdos que ya estaban demasiado cerca del olvido, como una colección de dispositivas y películas que en su día irrumpieron en la tecnología fotográfica con vocación de ser eternas pero quedaron más tarde relegadas a la inutilidad más absoluta.

Precisamente en eso estaba cuando la abrupta aparición de la pandemia paró todo en España, incluidos muchos de los establecimientos de ese gremio, así que me quedé como colgado a la espera de que las actividades se reanuden y me permitan culminar mis objetivos. Claro que siempre tengo la posibilidad de dedicarme a escribir un nuevo artículo tal como se me ocurre ahora aun siendo consciente de que en este caso el principal problema será superar la tentación  de caer precisamente en lo que desgraciadamente estoy haciendo, esto es, en darle vueltas a lo del coronavirus del demonio.

Pero no me quejaré teniendo en cuenta que, desde el lugar en que hoy escribo precisamente el día en que empezó la primavera, puedo ver mi jardín recién podado y ya con flores amarillas, lo cual me impide hablar de claustrofobia. Y doce grandes bolsas con restos de la poda que tendré que acarrear a la basura haciendo un buen esfuerzo, y dos perritas que exigen su rutina y nos acompañarán a mi mujer y a mí mientras seguimos las noticias en la tele. Por otra parte, la soledad forzada del momento será paliada por la facilidad de comunicación con la familia y los amigos por medio del watsapp y del mal llamado móvil, que nos permitirán incluso sustituir las clásicas visitas por la magia de la imagen viva. Y podremos vivir de forma más auténtica que nunca la Cuaresma oyendo la misa diaria de las nueve en la Trece y, por qué no, quizá también algunos otros interesantes programas religiosos.

Quiero decir que con todo esto nos sentirnos en una situación bastante parecida a la que los de mi quinta vivimos siendo jóvenes: en un estado de ánimo que, al adquirir ciertos tintes de tragedia parecidos a los de una plaga bíblica, nos mete inopinadamente en ese ambiente propio del calendario litúrgico que en cierto modo facilita un verdadero examen de conciencia.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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