El coronavirus como inspiración artística

Por Javier Pardo de Santayana

(Pandemia de coronavirus. Dibujo de Miroslava Chrienova)

Cierto es que la presente crisis – la causada por el famoso virus – es una tragedia lamentable que se ha llevado mucha gente por delante e incluso puede matarnos a nosotros mismos.  Pero lo que es seguro es que su carácter peculiar despertará el interés y la imaginación de los futuros habitantes del planeta, no sólo por constituir un hecho peculiar en sí y enormemente trascendente, sino también por su capacidad de inspirar imágenes y temas a quienes se dedican a inventar historias para después plasmarlas en películas, en argumentos teatrales; en comedias y chistes ocurrentes. Porque el asunto tiene su propia estética.

Habrá, supongo, dramas conmovedores que mostrarán personas y familias ejemplares e interpretaciones de una situación política donde los personajes reaccionarán de muy diversas formas, y nuestro actual confinamiento dará para muchas comedias de costumbres basadas en la relación entre vecinos y también entre parejas, matrimonios, nietos y abuelos. Veremos padres inventando juegos increíbles para tranquilizar a sus pequeños, y las chispas que probablemente saltarán entre los matrimonios. Los balcones y barrios proporcionará escenas y argumentos, y no faltarán películas que muestren situaciones muy chuscas con familias que empezarán peleándose para acabar más unidas que nunca, y viceversa.

También podrán ser protagonistas los chinos de los primeros días y la gente mostrando su recelo. Y nos pondremos en su piel. Y veremos escenas asombrosas de jóvenes jugando al tenis de manzana a manzana desde las azoteas respectivas, y niños campeones montando en bicicleta sin salir de una casa de sesenta metros. Y aparecerán los deportistas preocupados por conservar la forma: nadadores olímpicos tirándose al agua pero en seco o subiendo y bajando tantas veces la escalera como para alcanzar el Everest. Y musicales que culminarán el filme con una magnífica canción interpretada simultáneamente por todos los personajes de la historia desde sus propios domicilios; que ya sé de varios casos. Y, sobre todo, habrá argumentos emotivos que mostrarán a las futuras generaciones casos de solidaridad y generoso olvido de sí mismos – de desprecio consciente de la muerte – que nos harán saltar las lágrimas. Estoy seguro.

Tampoco faltarán las pelis de misterio y no digamos de horrores espantosos, con el amenazante virus haciendo trizas la felicidad de jóvenes parejas. Y las películas de intriga tipo Hitchkok en que, por ejemplo, se entremezcle una curiosa trama de la CIA en la que ésta se esfuerce por dar con el dudoso origen de la plaga, con el encuentro de dos desconocidos, naturalmente – espero – chico y chica. Quizás a alguno se le ocurra presentar al virus coronado como procedente del espacio y dispuesto a hacer la cusqui a los terrestres como castigo a su insolencia. Y aún sacando punta al espectáculo de la invasión de “mas carillas”; por cierto así llamadas antes de que elevaran su precio como ahora. Un elemento tan chocante que repetido “ad infinitum” introduce un toque muy surrealista, con la novia de un film norteamericano rehuyendo en su boda el beso del  novio. Como la gente dando el codo en vez de la mano al saludarse.

Por eso, mirando algo más lejos, cuando pasado el tiempo la tragedia se convierta en un hecho de carácter simplemente histórico como lo fue la guerra de las Galias, brotarán personajes de tebeo enredados en situaciones alusivas como las de Asterix. Y nuestros biznietos y tataranietos podrán ver obras de humor de las que no escaparán algunos hombres y mujeres importantes de hoy en día. Por ejemplo, quizá podamos ver al mentiroso típico del que no puede uno fiarse en absoluto, o al dirigente que siempre muestra un aspecto impresentable, es decir, impropio de su cargo. O a los amigos de unos y otros disputándose los puestos sin el menor respeto para sus sufridos súbditos.

Relatando, por ejemplo, que un ministro responsabilizado de organizar la respuesta sanitaria al virus optó en su día por estudiar para filósofo, materia a la que como no da fácilmente de comer, añadiría más tarde un MBA, conocimiento que tampoco tiene relación con la salud. Por lo cual en los tebeos se le describiría siempre precediendo sus informes con algo así como: ”Señoras y señores, como Aristóteles decía…” No me digan que esto no puede ser un “gag» de gran efecto. Porque usted, improbable lector mío, como cualquier lector de Asterix y de Obelix, dará por descontado que Aristóteles podía ser extraordinariamente inteligente, pero de medicina estaba en blanco.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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