Los colores y el prestigio

Por Javier Pardo de Santayana

(Dibujo para el viernes negro)

Se habrá usted dado cuenta, improbable lector mío – si es que en realidad existe y no se ha cansado de abordar mis artículos en las actuales condiciones de lectura – que los españoles nos hemos vuelto particularmente susceptibles, así que suponemos ofensivas muchas cosas, no sólo para nosotros, sino para cualquier ser humano que se precie. O sea que nos mostramos agredidos hasta llegar al extremo de ofendernos por cualquier cosa que nos tenía antes al pairo, como por ejemplo, determinados colores a los que desde tiempo inmemorial se atribuyeron significados alusivos. Esto ocurría por ejemplo con el negro, conectado en este caso con cualquier cosa mala que acontezca o que pudiera acontecer. Todo lo malo, se supone, queda abarcado por un adjetivo al que adjudicamos el sentido de “siniestro”, y que por otra parte puede ser substantivado y aplicado directamente a una persona “de color” por considerarlo un rasgo distintivo.

Muchas son las expresiones que de alguna forma se refieren a algo más que al color de  nuestros hermanos africanos. Así diremos: “lo veo negro” para hablar del futuro o de los malos resultados de una gestión poco prometedora, O cuando en una discusión se forma un lío; que entonces muchas veces el hecho se describe como una “merienda de negros” supongo que porque la organización tribal favorecía abiertamente el desacuerdo.

Pero la situación que ha llegado a motivar la inconveniencia de llamar negros a los negros y cambiar su descripción cutánea por otra de carácter más geográfico, obligará a citarles como “subsaharianos” sin que en este caso caigamos en la cuenta de que la partícula “sub” tiende a añadir al adjetivo que se utiliza como sustantivo la significación de secundario o subalterno, lo que pudiera ser aún más inconveniente.

Por otra parte no parece que haya que interpretar como desprecio el empleo de aquel término  toda vez que también podría serlo  la expresión “me quedé en blanco”, cosa poco agradable, por ejemplo, en un examen oral, y que los españoles de raza celtibérica nos atribuimos a nosotros mismos sin que esto nos denigre, como sucede también con el empleo del adjetivo “verde”, que tan buena prensa tiene entre nosotros ahora que todos somos ecologistas en campaña. Y que también tiene sentido de poco maduro o escasamente consistente: “Está usted demasiado verde, caballero” podrá decirnos el examinador con gesto adusto, y no nos hará ninguna gracia, porque “estar verde” es demostrar insuficiencia, mas no por ello necesitamos pasarnos al inglés o salir a protestar con las pancartas.  O “poner verde” a quien  de “estar aún verde” nos acusa.

O sea que esto de dar un sentido negativo a algunas – ya demasiadas – expresiones clásicas del idioma español para crear una tensión inconveniente no deja de ser una horterada de gente sin cultura. Como la de aquellas representantes nuestras que, carentes de ideas más brillantes,  pretenden cambiar los letreros del congreso  con el problema de las diputadas (que, por cierto, vaya palabrita…)

Muy mal iremos si por ahí entramos, pues a lo largo de siglos y de siglos se forjó el idioma y es de catetos intentar corregir a nuestros padres y nuestros abuelos, que por lo menos sabían más gramática. Ahí tienen ustedes expresiones coloquiales como “no hay cristiano que lo entienda” que parece tomar en vano nuestra fe, o la costumbre de decir ”no, tonta” sin que ello suponga ofensa alguna, sino, por el contrario, simpatía. Y sin embargo, parecen ponernos en guardia casos como éstos o como el ya citado en que ahora consideran que si se dice “negro” es como insulto.

Y es que la costumbre es la costumbre. De ahí que resulte chocante constatar el entusiasmo con que, aparentemente a contrapelo, los españoles abrazamos el adjetivo “negro” heredado de los nortamericanos y aplicado a un día del año para incitar a liquidar nuestros bolsillos. “Black Friday” llaman ellos a cierto viernes en que se acumulan las rebajas: un día en el que la gente se dedica a gastar alegremente y de esta forma su dinero en las rebajas. Y, como quiera que en nuestro idioma lo de que se acerca un “Viernes Negro” debe sonarnos a desgracia, resulta sorprendente ver cómo, desde que se habló de su existencia, el español – y no digamos la española – acogieron jubilosos la noticia.

Sí, en efecto, he dicho que me extraña que lo de “viernes negro” obrara este milagro de convencer a nuestra gente hasta tal punto que desde el primer instante creyera en el milagro, siendo así que además se trata de otro idioma escasamente dominado por nosotros: un idioma que sólo empezamos a aprender en los colegios anteayer, como quien dice. Pero se ve que quienes ahora nos venden las rebajas antes debieron robarnos nuestro orgullo, y nos han hecho despreciar de tal forma nuestra lengua que no ves ni una sola camiseta con frase en castellano ni tienda que no le haga a uno creer que se encuentra en Londres o en Los Ángeles, nombre español por cierto, ni deportista que no te diga que está “running”.

Hasta he podido ver un establecimiento que viene utilizando el adjetivo black” como directo calificativo de la calidad de sus productos.  Así que me pregunto en donde están la RAE y quienes tienen nuestro prestigio como potencia cultural entre sus responsabilidades de gobierno.

PS: Por cierto, recién pasado el viernes pude ver en la televisión a víctimas del “Viernes Negro” que se permitían denunciar el truco: según ellas algunos establecimientos habían subido sus precios días antes de establecer las rebajas anunciadas.

MARCAS

TODAS LAS OFERTAS DE TU MARCA FAVORITA

Encuentra las mejores ofertas online de tu marca favorita

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído