En tiempo de desolación no hacer mudanza

Por Javier Pardo de Santayana

(Haciendo una PCR)

El aspecto más miserable de lo que está ocurriendo es el aprovechamiento de una crisis brutal como por la que pasamos para colar de rondón unos cambios tan radicales y sectarios que en condiciones normales no se podrían realizar sin romper los esquemas naturales .

El aprovechamiento de la natural incapacidad de reacción de una sociedad confinada y por tanto limitada seriamente en todos los aspectos, condenada cada vez más al paro y amenazada de forma permanente por la muerte, es una de las iniciativas políticas que mejor reflejan la miseria moral de la actual generación de gobernantes.

Que esto está sucediendo ante nuestros ojos asombrados resulta algo evidente vista la cantidad y variedad de ataques que coinciden actualmente en el propósito de destrucción del sistema previo a la instalación en el poder de un comunismo que pretende recuperarse del fracaso sufrido como consecuencia de su derrota en la pasada Guerra Fría. Sus primeros intentos en España durante la crisis del año 2008 no pudieron pasar de la implantación de un relativismo destructivo por quien ya se ha quitado la careta y demuestra a cada paso su predilección por los tiranos caribeños. Un paso aún indirecto, mas crucial.

Así que comenzamos lamentado la falsedad de las “fake news” ajenas, es decir de los bulos y falsedades difundidos bajo la apariencia de verdades por determinados países conocidos, para pasar después a utilizarlas, ya nosotros mismos, a destajo.

Lo hicimos sin inmutarnos, conscientemente, para sacar tajada; fuimos probando que podíamos y acabamos utilizándolo profusamente contraviniendo ya sin mayor problema el famoso consejo de San Ignacio en que recomendaba no hacer cambios en tiempos de desolación. Lo hicimos sí, sin la menor vergüenza., como a calzón quitado, aprovechando la natural confusión de la pandemia, o sea sacando partido de los muertos, cuando la gente estaba más centrada en asegurar simplemente su supervivencia. Con todo el rostro, sin ocultar las intenciones, conscientes de que no era el momento de cambiar lo legislado si no era para hacer colar disposiciones imposibles, y de que el ambiente permitía aprovechar precisamente lo de “cuanto peor, mejor.” para destruir todo un sistema que en su momento supuso un esfuerzo memorable.

Sólo en una situación como ésta, de confusión completa, con la gente pendiente de su supervivencia y con dificultad para entenderse con el prójimo; una situación que incluso exige utilizar la mascarilla a la hora de intentar desenvolverse en un ambiente hostil, haría posible utilizar el juego sucio sin mayor problema.

Y ahí nos tienen, con una situación creada jugando con los números hasta hacer de las pequeñas combinaciones matemáticas una especie de juego de trileros, y dependiendo de gentes de la catadura de un terrorista amigo y jefe de asesinos o de un rufián orgulloso de poder mover el rabo nada menos que en el parlamento. Todo ello con el objetivo declarado de romper una unión de más de cinco siglos y de destrozar un proyecto que dio prestigio a la nación.

Yo me pregunto qué pensarán los europeos al vernos en una situación como ésta, es decir, al ver como dilapidamos lo ganado a la par que hacemos crecer nuestras ya casi irreparables deudas. Destruyendo a conciencia uno de los bastiones de la nueva Europa aprovechando una situación de la que son conscientes. Es de suponer que pensarán que aquel dinero que nos tienen prometido no será destinado a la recuperación y fortalecimiento de uno de sus principales componentes, sino a destruirlo arteramente aprovechando el estado de desgracia de una pandemia universal.

Es decir, a construir una entelequia inútil y debilitadora del proyecto de Unión en el que estamos, y hacerlo tras el Brexit y sobre un enorme montón de cadáveres.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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