España en la Historia. Alejandro Goicoechea, creador del TALGO

Por Manuel de Francisco. Introducción de Carlos de Bustamante

(La locomotora 334.016 con un Talgo, entrando en Orense)

Continuamos los artículos que publica la Asociación Enraizados en su web https://espanaenlahistoria.org, en su objetivo de propagar uno de sus fines,  «Defender la Tradición cristiana de España como fuente de su unidad y solidaridad», provocando un sano orgullo sobre aquellos hechos que jalonan un acontecer incomparable, dando a conocer la prestigiosa realidad que adorna la historia de España y el acervo de valores que ha aportado no solamente a la propia nación sino al mundo entero.

Reproducimos ahora el artículo de Manuel de Francisco que lleva por título “Muere Alejandro Goicoechea, Omar (30 de enero de 1984)” en el que explica que este ingeniero español fue el creador del TALGO, cuyas prestaciones se aproximaban mucho a los AVEs de la actualidad, sin necesidad de costosas modificaciones en vías ni en sistemas de señalización. En 1942 y con el apoyo militar, Alejandro lanzaba su primer TALGO I, en el trayecto Madrid y Guadalajara, donde alcanzó la velocidad de 115 km/h, algo excepcional en la época y el estado de la red ferroviaria española después de la guerra civil. A pesar del éxito del prototipo, Goicoechea no consiguió apoyo oficial para financiar la operación. No se desanimó. Buscó ayuda en su tierra natal y consiguió apoyo financiero del empresario bilbaíno Jose Luis de Oriol Uriguen y fundó la empresa Patentes Talgo, S.A. Con dicha empresa diseñó un segundo modelo más avanzado que fue construido en Estados Unidos, ya que ningún taller de la época en España era capaz de construir el modelo con las especificaciones requeridas. En 1950, el modelo ya funcionaba en régimen industrial en la línea Madrid-Guadalajara y a partir de ahí se extendió a toda la Península. Veamos todas las vicisitudes.

“A principios del 2021, puede que todos hayáis oído hablar del tren de alta velocidad. Puede que muchos de vosotros sepáis que la actual red AVE es consecuencia directa de la financiación y tecnología de la Unión Europea. En un mundo cada vez más global, pero donde las noticias son cada vez más parciales y repetitivas, puede que ya menos sepáis que, en la España de los años 1940, hubo prototipos y proyectos muy adelantados a su tiempo. Hay trenes que son herencia de dichos proyectos y todavía circulan hoy en muchos países del mundo. Sus prestaciones se aproximan mucho a los AVEs de la actualidad, sin necesidad de costosas modificaciones en vías ni en sistemas de señalización. Estamos hablando de la saga de los TALGO.

Hablar de TALGO es hablar de Alejandro Goicoechea. Fue el ingeniero español que ideó el sistema completo y que impulsó el proyecto, bautizado con la letra T de tren más otras dos iniciales en el nombre y apellido de su creador.

Nacido en Elorrio (Vizcaya), encontraréis pocas referencias sobre él en la wikipedia a pesar de ser uno de los ingenieros que más legado han dejado en la España del siglo XX. Su gran pecado, fue pasarse al bando de Franco durante la guerra civil. El gobierno de Jose Antonio Aguirre le había encomendado la construcción del Cinturón de Hierro, destinado para la defensa de Bilbao, pero Goicoechea no pensaba que el proyecto republicano de la época, tuviera mucho recorrido y se pasó al bando franquista con todos los planos. Este hecho no ha sido perdonado por los actuales escritores de la historia oficial, y la figura de Alejandro ha sido relegada al olvido a pesar de sus evidentes aportaciones a la técnica y a la economía de la España actual.

Ya antes del conflicto armado, había trabajado en diversos proyectos ferroviarios, con dos ideas básicas: disminuir el número de víctimas en caso de accidente ferroviario y reducir el peso de los vagones a fin de economizar la energía necesaria para el transporte. Ambos objetivos son de plena actualidad. Apenas terminada la guerra civil y con el apoyo militar, Alejandro recuperó sus ideas y en 1942, lanzaba su primer TALGO I, en el trayecto Madrid y Guadalajara donde alcanzó la velocidad de 115 km/h, algo excepcional en la época y el estado de la red ferroviaria española después de la guerra civil.

A pesar del éxito del prototipo, Goicoechea no consiguió apoyo oficial para financiar la operación. No se desanimó. Buscó ayuda en su tierra natal y consiguió apoyo financiero del empresario bilbaíno Jose Luis de Oriol Uriguen y fundó la empresa Patentes Talgo, S.A. Con dicha empresa diseñó un segundo modelo más avanzado que fue construido en Estados Unidos, ya que ningún taller de la época en España era capaz de construir el modelo con las especificaciones requeridas. En 1950, el modelo ya funcionaba en régimen industrial en la línea Madrid-Guadalajara y a partir de ahí se extendió a toda la Península.

Rápidamente a la idea se fueron aportando sucesivas mejoras, desde cambio de anchura de ejes sin detener el convoy, marcha en dos sentidos y muchos otros. A finales de 1960, los trenes eran capaces de alcanzar los 200 km/h en vías convencionales. En 1978, con locomotoras diesel, se consigue alcanzar los 230 km/h. En 1980, los Talgos Pendulares se modernizan, ofreciendo TV a bordo, camas de Gran Clase y coches guardería.

Goicoechea murió en 1984, pero la semilla sembrada por él continuó dando frutos y la empresa Talgo consiguió y sigue consiguiendo éxitos mundiales, desde Estados Unidos hasta el centro de Asia. Hoy podemos encontrar su tecnología en zonas tan recónditas como Kazajistán o en la línea Tashkent a Samarkanda en Uzbekistán.

Todo gracias a la inventiva y empuje de un ciudadano de a pie, cuyo recuerdo sigue escondido por los actuales redactores de la historia y cuyo mayor pecado fue no creer en el proyecto de la II República y contradecir a quienes proclaman que la España de la posguerra fue un erial en todos los sentidos.”

BIBLIOGRAFIA

https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Goicoechea

http://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/en/goicoechea-omar-alejandro/ar-66653/

https://www.talgo.com/

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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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